Capitulo 8

25 1 0
                                    


Cada mañana me despertaba con una nueva ilusión: encontrar a Jean Carlo, sin embargo pasaron 3 días y no supe nada de él. Hasta que, una tarde por fin se volvieron a sentar a platicar los 3 amigos frente a mi casa. Mi mamá los vio por la ventana y me llamó para que viera quienes estaban allí. Mi primer impulso fue salir con cualquier pretexto para verlo, pero mi madre nuevamente frenó mis impulsos.

-Ann, tranquila, recuerda que debes tomar las cosas con calma, no debes demostrarle demasiado que estás enamorada de él sino perderá el encanto. Despacio.

-Madre, no te preocupes. Te prometo que no haré alguna locura ni ridículo.- Dije mientras salía muy decidida a platicar con él, al menos.

Con el corazón acelerado, abrí la puerta y los 3 voltearon. Braulio se puso de pie y me saludó con un beso. Pero me quedé congelada. Jean Carlo me ponía demasiado nerviosa y sumando todos los consejos que me habían dado, sólo me quedó dar media vuelta y dirigirme al lado contrario sin saludarlo. Seguí caminando y escuché que me gritó <<Hola>> haciendo alusión a que lo había ignorado, a lo que no respondí más que con voltear, saludar con la mano, sonreír y seguir mi camino. ¡Me sentí tan estúpida! Mi poca experiencia en el amor me hacía hacer cosas de ese tipo. El chico me ponía tan nerviosa que no podía encontrar un punto en el que no me derritiera de amor por él pero tampoco lo tratase como un extraño.

Todo el camino me arrepentí de esa actitud infantil. Nunca tuve un novio porque me había prometido a mí misma ser novia de alguien si y solamente si me hacía sentir algo por él. Y de todos los pretendientes que había tenido ninguno lo había logrado. Ahora no sabía cómo actuar. Por fin parecía que alguien podía corresponderme y actuaba muy inmadura. Así que decidí que de regreso a casa iba a tratar de mejorar las cosas. Pero cuando regresé ya no estaban.

Todo el día me sentí fatal y totalmente arrepentida por mi comportamiento. Necesitaba desahogarme con alguien. Vi que Joan se encontraba en línea. Tenía varios días en los que no había platicado con él, así que pensé que quizás él podría aconsejarme.

-Joan, hace unos días conocí a un chico y estoy completamente enamorada. Quizás pensarás que es demasiado pronto para decir eso, pero no es así. Siento por él algo que jamás había sentido. Sólo que no sé cómo actuar cuando lo veo, me da pánico, tiemblo y quiero salir corriendo.

-Necesitas ser más segura de ti misma, no necesitas saber cómo actuar porque solamente se trata de que seas tú. Generalmente a los hombres no nos gustan las chicas demasiado inseguras, nos resta interés. Solamente debes saber el valor que tienes y hacérselo saber a él, nada más Ann. –Escribió.

-No es fácil, Joan. He pasado por muchas cosas que me han hecho ser muy insegura. Además nunca he tenido novio y no sé cómo es eso. Él quizás me considere una tonta ya que él, por lo que me contó, si ha tenido muchas novias.

-¿Le contaste que nunca has tenido novio?

-Si... ¿Estuvo mal?- Escribí confundida.

-No precisamente, sólo depende de cómo lo tome él. Mira, deberías estar tranquila. Si le interesas, él también se acercará a ti, pero no lo alejes. Sólo necesitas encontrar un equilibrio, seguridad en ti. Sólo piensa que eres una gran chica con el que él o cualquier persona podría ser muy feliz también.

-Muchas gracias Joan, ya me siento un poco mejor.

-Te debo una, ¿Recuerdas? Si necesitas que te ayude con el tal J.C. lo haré con gusto.

-¿J.C? ¿Por qué lo abrevias?-Me había causado gracia el que hubiera abreviado el nombre.

-Jean Carlo es un nombre extraño, es mejor abreviarlo. – Respondió de forma burlona.- Ann, no debes tenerle miedo al amor, el amor no es malo, algunas personas sí lo son. Pero no todos somos iguales y nunca sabrás que te espera después del puente si no te atreves a cruzarlo. Yo estoy seguro de que tú eres alguien muy valioso y siempre debes de tener en mente eso.

Seguimos charlando y eso me hacía muy bien. Teníamos mucha química y conversar con él siempre me hacía sentir muy cómoda, como si lo conociera de mucho tiempo atrás. No conversábamos todos los días y, a pesar de que no nos conocíamos en persona, siempre teníamos algo de qué hablar. Muchas veces se trataba de Danielle, pero poco a poco las cosas iban cambiando.

-¿Sabes, Ann? Te has convertido en mi mejor amiga. Siento que puedo contarte todo y, a pesar de que Danielle no ha aceptado regresar conmigo, voy muy bien gracias a ti y tus consejos. Nunca pensé que pudiésemos llegar a ser tan buenos amigos.-Escribió.

-Es que tú eres muy especial, eres un gran amigo también para mí. Creo que tenemos muchas cosas en común y eso hace que nos llevemos tan bien. Gracias, Joan.

A partir de ese día, las conversaciones entre Joan y yo se fueron convirtiendo en pláticas más personales. Cada día él me pasaba sus canciones favoritas y fuimos descubriendo que teníamos muchas cosas y gustos en común. Se convirtió en mi conversación favorita de cada noche y los fines de semana nos quedábamos hasta la madrugada jugando en línea o simplemente platicando de cualquier cosa. A pesar de que era solo un año mayor que yo, él era un chico muy maduro.

Ese nuevo despertar era completamente algo diferente. A diario me esmeraba más en mi arreglo para ir al colegio. Cada día era una nueva esperanza de verlo y por fin poder conversar con él nuevamente. Jean Carlo apareció y mi vida cambió por completo, me convertí en una persona diferente, con ilusiones, alegre, emocionada. Sentía que el corazón me latía más rápido de lo normal y amaba esa sensación. No importaba qué sucediera después. Ese despertar del corazón lo valía todo.

Conforme pasaban esos días, también pasaban días sin encontrarlo. Algunas veces lo veía de lejos, pero la mayoría de los encuentros eran en la calle, cuando yo iba en compañía de mi familia, así que solamente se limitaba a saludarme de lejos con una seña y su hermosa sonrisa. Finalmente las palabras de Joan me habían animado a continuar con esa lucha por ganarme su amor, pero desgraciadamente nuestros horarios no coincidían. Braulio le había dicho a Mariana que estaban en exámenes y por eso ni siquiera ellos se habían podido ver.

En esos días, acompañamos a Mariana a buscar a Braulio a la división de la universidad. Yo, con todas las esperanzas del mundo, esperaba ansiosa a encontrarme con Jean Carlo, pero esperamos durante un largo rato y Braulio no apareció. Ya nos íbamos de ahí cuando de pronto Mariana volteó nuevamente y vio a Jean Carlo, le hizo señas y él se acercó. Yo traté de disimular mis ansias por verlo y no me detuve, seguí caminando con mis amigos para que él no notara mis intenciones. Mariana se quedó a conversar con él y nosotros la esperamos en el salón. Cuando llegó la invadimos de preguntas. Yo tenía la curiosidad de saber si me había mencionado en la conversación y, efectivamente, así había sido...

MonitorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora