Cazar

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El fuego ya estaba extinto cuando Bulma abrió los ojos, miro a su alrededor aún somnolienta y ve a lo lejos a Vegeta de pie mirando hacia la playa.
Caminó hacia donde estaba su ropa, y le extraño que aún las botas y guantes del saiyajin siguieran en el mismo lugar.
Se puso su traje amarillo y caminó descalza hacia él.
-¿Qué vez?-
Vegeta no le responde, sigue mirando al horizonte.
-¿Cómo esta tu pierna?
Silencio absoluto de parte del saiyajin, lo cual ya estaba cabreando a Bulma.
- Que mal educado de tu parte dejarme hablan...
- sshhuu, callate tonta- puso su mano en los labios de la chica sin despegar la mirada de su objetivo, y con una rapidez formidable lanzó una piedra que salió disparada como un fuerte proyectil, dando de lleno en un lagarto alado que planeaba a las orillas de la playa.
Sorprendida por lo certero de su ataque quedo congelada en su posición. Mientras Vegeta camino aún cojeando hacia el reptil volador muerto, lo tomo y lanzó una pequeña bola de energía al animal dejándolo quemado.
Camino de vuelta mientras le daba una mordida.
- Que astuto eres, has conseguido comida- miro a Vegeta mientras pasaba de largo por el lado de ella. Pensando que algo debería tocarle a ella.
- ¿No me darás?- preguntó la chica caminando hacia él.
- ¿En algún momento dije que era para dos?, no seas ridícula. Busca tu comida- dio otra mordida a su presa y se sentó apoyado en la roca.
-¡Eres un maldito!- fue lo único que se vino a la mente de Bulma después de lo que escuchó.
-!Qué poco caballero, tú eres el vulgar!, quien te crees que eres, de dejar a una hermosa chica como yo así- estaba demasiado ofuscada al punto que iba con mucha ira caminando hacia él.
-Das un paso más y te dejo como este bicharraco- dando una nueva mascada al lagarto que ya se le veían los huesos.
Al instante Bulma se detuvo y no por miedo, sino por caer en cuenta de la penosa escena que le hacía a un hombre, un desconocido en realidad.
Respiró hondo para hacerle una morisqueta de desprecio al Saiyajin y caminar hacia sus botas.
- Ya verás enano de pacotilla, voy a atrapar la mejor presa de comida, y serás tu quién me pedirá a mi- murmuraba mientras se ponía sus botas y guardaba sus herramientas.
- Será tan suculenta y deliciosa que llegaras a mis pies pidiéndome un pedacito- en su mente imaginaba la jocosa situación, no pudo contenerse y soltó una enorme carcajada.
- ¡Te puedes callar alguna vez!, ¡Loca!- realmente seguir acá no estaba siendo tan agradable para Vegeta, esa mujer era demasiado ruidosa, gritona, y muy impulsiva a su gusto.
- Necesito restaurar mi energía por un par de horas, y será suficiente- pensó mientras empuñaba sus manos.

Bulma miró a su alrededor, y el panorama para ella era bastante desolador, qué clase de alimento podría conseguir en un planeta que a penas conocía y en el fondo nunca había cazado nada en su vida, todo lo proveían sus cápsulas y sus poderosos amigos.
-Ay Gokú, como me haces falta en éste momento- dijo en voz alta, sabía que Vegeta a pesar de no observarla estaba pendiente de todo lo que hacía.
- Tú eres tan solidario y amable, siempre compartiendo todo lo que tienes...- miró de reojo hacía Vegeta, pero él estaba mirando sus manos.
- argg, maldito...- realmente lo estaba odiando a cada segundo un poco más.
Agarró son mucho enojo tomo el arma ignorando que no la había cerrado después de usarla como chiquero, saliendo un rayo disparado hacia el cielo.
- ¡Mierda!- gritó. Vio directo hacia Vegeta, si se iba a burlar de ella nuevamente lo iba a afrontar con dignidad, era lo único que le quedaba, y orgullo, mucho orgullo. No obtuvo respuesta, Vegeta estaba dormido, o eso parecía.
Recogió nuevamente el arma y la cerró. Era su única herramienta de caza y sabía que no tendría mucha vida útil pues no tenía como recargarla.
Dos o tres disparos podría obtener, no más, y con suerte podría volverla a usar como chispero.
Preparada para su misión guardó sus cápsulas, puso el arma en su brazo izquierdo y salió a recorrer el lugar. Caminó por la orilla de la playa pero como Vegeta ya había atrapado un animal ahí, los otros bicharracos desaparecieron.
Recorrió hacia el interior para subirse a una pequeña colina y notó que estaba en una isla y que la próxima zona terrestre estaba a una distancia bastante grande como para cruzar a nado y la única ruta más cercana era por donde había aparecido el pulpo gigante.
No tenía forma de salir de ahí que no fuera nadando o volando, cosas que le eran imposible sin ayuda.
- Primero muerta a pedirle ayuda a ese cretino- cruzó sus brazos mientras miraba con detención su entorno hasta que vio su salvación, al final de la colina habían arbustos con unos círculos azules y negros.
-¡Puede ser fruta!- corrió hacia las plantas, y en su impulso no midió la velocidad de su carrera tropezando con una roca verdosa con musgo cayendo de boca al suelo. No importó el golpe, el hambre era más grande y se acerco a las plantas cuando un gruñido en su espalda detuvo su intención de sacar esa extraña fruta.

Antes de conocernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora