― ¡Vamos, Katsuki! Ya dámela.
― No, esta es mía ¡Hey, no! ― el alfa elevó aún más la manzana en sus manos al ver el intento del menor por quitársela.
― Pero aún tengo hambre ― puchereó.
― ¿Cómo puedes tener hambre luego de comerte tres manzanas enteras? Incluso te comiste una de las mías.
El omega dejó de saltar intentando robar la comida ajena para cruzarse de brazos completamente ofendido. Prácticamente le había dicho que estaba gordo y que necesitaba ponerse a hacer ejercicio urgentemente. ¡Bien! Si él no quería darle su manzana, conseguiría más comida por su propia cuenta. Dando media vuelta, se encamino al comedor de la aldea.
El cenizo lo vio partir y aprovechó para terminar de comer su manzana a la velocidad inhumana, por si decidía regresar. A pesar de su contextura pequeña y plana, el hambre del omega podía competir fácilmente con la de un alfa adulto. Por un momento el cenizo envidió profundamente la genética del peliverde, tan contraria a la suya la cual le exigía estar continuamente entrenando y cuidando lo que comía sino quería que los malditos viejos gordos e hipócritas lo criticaran por su falta de estado.
Se limpió la boca de forma atolondrada antes de apresurarse a ir tras el pecoso que le llevaba varios metros de distancia. Con un breve trote llego hasta el menor, notando su cara enfurruñada. Aunque no entendía muy bien el porqué de su enfado, su alfa interior gritó apaciguarlo buscando un contacto con su omega, pero el peliverde apresuró su paso alejándose de él.
Con el orgullo un poco herido, al ser ignorado tan evidentemente, se volvió a acercar al omega atrayéndolo por el brazo. El movimiento le hizo chocar contra su pecho y sin perder tiempo lo aprisionó por la cintura, mientras el menor se removía intentando liberarse y exigía que le soltase.
― Lo siento ― ante las palabras del alfa el omega se detuvo para mirarle.
No recordaba haber usado esas palabras en su vida, pero decírselas a Izuku fue extremadamente fácil. Tal vez porque, aunque él no supiera a ciencia cierta cómo, su alfa interior sabía que la había embarrado y no le gustaba que su omega estuviese rencoroso con él.
Además, a Eijirou siempre le funcionaba cuando alguna chica u omega se cabreaban con él. Bueno, casi siempre. Cuando la disculpa iba a dirigida a Denki, flechas apuntadas a la cabeza pelirroja podían volar normalmente.
― Katsuki, ya suéltame. Esto es vergonzoso.
― No voy a soltarte hasta que me perdones ― empleó otras de las tácticas del pelirrojo ― Además ¿qué es lo vergonzoso?
― Está bien, está bien, te perdono. A hora suéltame. Alguien puede vernos ― dijo el menor mirando a los lados.
La verdad es que a esas horas nadie se encontraba afuera. Era la hora del desayuno y prácticamente toda la aldea estaba en el comedor o en sus casas.
― ¿Qué tiene de malo que me vean abrazando a mi omega? ― dijo recalcando el mí.
― Esto es muy... muy licencioso... no? ― murmuró como tomate.
El alfa no sabía si eso era un chiste o no, por lo que contuvo reírse. Después de todo lo que hicieron anoche, Izuku ¿en verdad pensaba que un simple abrazo era algo indecente? Probablemente esto estaba relacionado con las extrañas costumbres del hogar del menor, no las entendía para nada. Si ya eran pareja, lo normal sería que todo los demás también lo supieran ¿verdad? ¿Por qué habría que ocultarlo?
No es como si fueran par de amantes clandestinos, eso sí se podría llamar algo licencioso para él. Aunque si se ponía analizar su situación detenidamente, si lo eran. Izuku ya tenía un prometido, y él era... era... un simple amante.
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Por la flor de mi alfa [HIATUS]
FanfictionOmega y Alfa, finalmente juntos. Dos principes comprometidos desde pequeños, esperan ansiosos el día de su boda y vinculación. Los dos reinos brindan y celebran por su felicidad y prosperidad. Mas no todos reciben la noticia con alegría, sino como...