Mafia

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Me gusta jugar a la mafia con la vida.

Ella siente envidia por cada kilogramo de amor que logro exportar hacia otras almas.

Me bombardea los laboratorios de felicidad,
aunque sabe que ninguna bomba es tan grande para acabar con ellos y con su producido.

Me mira fijamente y le digo:

Maldita,
no te mato porque sin ti la vida
no tiene sentido.

Y bueno,
ella me sigue la corriente — al parecer —,
soy el traficante más respetado,
y ella la policía más corrupta.

FUEGO Y ESTRELLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora