Llovía

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Llovía allí afuera,
mientras descansabas en mi pechos,
en nuestro lecho lleno de verdades,
te hablaba de mis miedos,
de las cosas que
solo tu entiendes y,
que curiosamente
las curas con un beso.

Llovía allí afuera,
mientras me decías
que no te arrepentías y,
que nunca llegarías a hacerlo.

Llovía,
mientras me decías que
aunque vivas conmigo hasta que sea un anciano,
para ti no dejaré de ser ese niño
que incansablemente busca respuestas a todas sus dudas
de este basto universo llamado vida.

Llovía,
mientras las tazas de café
se enfriaban cada vez más,
mientras perdíamos la noción del tiempo
hablando de nosotros.

Llovía, llovía muy fuerte,
y me sonreías a pesar de
mis bastos viajes mentales.

Llovía allí afuera,
llovía fuerte, hacía mucho frío;
tú y yo calentábamos nuestras pieles
con nuestros labios y,
a tus adentros te calentaba
mientras tus saltos estelares
hacían que se te cayeran las sabanas.

Llovía,
y me dejabas ver tu corazón desnudo,
tu piel encendida, tus pechos tibios y,
me arropabas con tus piernas
mientras mordías tus labios.

Llovía allí afuera,
y tomabas el control con todos tus gritos.
me silenciabas acercándome a tus pechos,
frutos para calmar mi desesperación.

Llovía allí afuera,
pero también llovía
en tus más profundos adentros,
y temblaba tu desierto cubierto
de piel sudada.

Llovía, seguía lloviendo,
mientras me dabas un beso
y me decías que
no había mejores lluvias que
esas que provocábamos nosotros y
descendían a tu pecho.

Llovía,
mientras hacíamos el amor y
querías que siguiera lloviendo.

FUEGO Y ESTRELLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora