Ya habían pasado tres años desde que pasó todo.
Me encuentraba caminando en la calle.
Se me cruzó una hermosa gata café con ojos amarillos como la miel y un collar del mismo color.
Lo llevé conmigo a mi casa, de cierta forma me recordaba a Cate. Esa vieja amiga que nos ayudó en el viaje por la dimensión de los demonios.
En cuanto llegó a mi casa, se pusó a checarla. La tomé en mis manos.
-Te llamarás Cate.- Le dije.- ¿Te gusta?- La gata se puso a ronrronear. Algo me decía que sí le gustaba.
Todo esto se me hacía tan conocido y diferente a la vez.
Me recordaba a la vez que conocí a...
Mi perro demonio...