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El perro arrepentido.

Yoongi respiraba tranquilo al ritmo de los animados pájaros volando afuera. Pasé al baño para ducharme y mirar mi reflejo. La existencia de un periodista que se metía en los asuntos de todos, una profesión odiada y amada. A mí no me importaba eso, nunca lo hizo hasta que me miraba y un ser patético me devolvía el gesto.

Y cuando veía a ese hombre durmiendo en mi cama... o ayer cuando dejó la puerta abierta y me metí como un ladrón.

Joder.

Saliendo del baño, fui directo a la cocina. Pensé que lo mínimo que podría hacer era el desayuno. Un café siempre era la solución para todos los males de la vida.

Sin saber las preferencias de Yoongi al beber cafeína, pensé en echarle crema. Preparé algo de pan con mermelada y el desayuno estaba listo.

Caminé a mi habitación y el bello durmiente seguía soñando. Sonreí y bajé la ropa de cama hasta su pecho. Sus ojos se movieron suavemente para acostumbrarse al sol.

—¿Qué... qué haces? —susurró somnoliento, moviéndose en el colchón.

—Desayuno —dije sonriendo.

Me moví rápidamente para correr las cortinas.

—Qué hijo de puta —rió volviendo a cerrar los ojos haciendo un berrinche entre las sábanas.

—Oye —me quejé.

Se quedó quieto y suspiró.

—Tus sábanas huelen muy bien —sinceró.

—¿Yo huelo bien? —reí.

Asintió.

—Cuando te abracé en el balcón aspiré todo lo posible —contó sentándose—. Culpable.

—Espeluznante —bromeé.

El celular de Yoongi sonó, el mismo sonido amigable de anoche.

—Voy por el desayuno —dije sonriendo y esperando que fuera una llamada corta.

Rápidamente fui a la cocina y tomé ambas cosas. Cuando volví él estaba discutiendo agitado con el teléfono, dejé la taza y el platillo con el pan y volví a salir.

—Ruso de mierda —fue lo último que alcancé a oír hasta decidir darle algo, algo, de privacidad.

Cerré los ojos. Culpa, culpa por todos lados. Me culpaba como perro arrepentido.

—Jimin —llamó él desde la cama.

Estaba llorando.

—¿Qué ocurrió? —pregunté.

—Debería irme —susurró.

Abrí mi boca sin saber qué responder, no esperaba que se quedara todo el día pero esperaba alimentarlo y hablar algo. Sobre anoche, con la claridad del día, todo se veía confuso. Y equivocado.

—¿Por qué no... comes primero? —dije simplemente.

Él sin inmutarse se acurrucó como un hombre perdido en una cueva y asintió.


—¿Qué pasó, Yoon? —me senté en el borde y dejé el desayuno en espera en la mesita de noche.

Suspiró.

—Estoy... —cogió una almohada y tapó su cara, escuché un lamento pero eso fue todo—. estoy harto de esto —un silencio, esos que no eran incómodos porque en esos silencios se pensaban las palabras que causaban los silencios incómodos. Finalmente levantó la almohada para mirarme—. Cuando algunas personas critican el porno diciendo que es falso, que alimenta la cultura de violación y el machismo, probablemente tengan razón y es peor de lo que imaginan.

Asentí escuchando con respeto.

—Quiero ser alguien, quiero hacer algo más —su voz estaba calmada pero la calma era el disfraz de la desesperación de un alma rota—. Quiero ser yo.

Sin saber que decir porque no quería ser maleducado, le acerqué la taza.

—Come algo —añadí.

Yoongi me estudió por un segundo.

En silencio bebió y comió mientras yo lo observaba y él montaba el espectáculo. Le gustaba ser la estrella principal de la atención y si quizás el porno es una industria explotadora y misógina, Yoongi era perfecto para ser admirado por hacer lo que hace.

Él era agradable de mirar, esa era la realidad a la que tenía que hacer frente.

Cuando le dió el último sorbo al café, me aclaré la garganta y tuve su atención.

—Puedes ser tú, Yoongi y hacer lo que quieras. Nadie merece quedarse estancado donde las circunstancias lo dejaron —murmuré.

Suspiró.

—Jimin, no sé ni dividir —se lamentó.

—¿Y quién sí? Aún así, puedes aprender desde cero y no permitas que nadie te niegue eso, volver a empezar y aprender lo que tú quieras —me acomodé sobre la cama y quedando más cerca—. Te lo mereces, Yoon.

Sonrió levemente jugando con sus dedos con la oreja de la taza.

—Gracias —suspiró y apartó la vista.

Asentí y me levanté para regresar a la cocina con la loza sucia del desayuno. Yoongi llamó por teléfono cuando me fui de la habitación. Dejé a un lado las cosas en el lavaplatos y me quedé ahí.

—¿Qué estás haciendo? —me dije moviendo la cabeza, desaprobando cualquier sentimiento nauseabundo parecido al amor. Porque amor es una palabra muy fuerte y yo con suerte estaba reconociendo que había atracción.

Seguramente son las cosas extrañas que suceden después del sexo. Culpemos a las hormonas.

el que no comenta es paco 🔥

bajo su piel ❀ jimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora