Me dolió ver a Ayla en ese ataúd. Estaba demasiado pálida. Sus labios gruesos y a la vez finos, sus pestañas largas y sus mejillas rojas. Recién me doy cuenta de lo hermosa que era. Jamás la valoré.
La extrañaba. No soporto otro día más sin ella. Me hacen falta sus caricias que yo siempre rechacé, sus besos, su voz, sus cálidos abrazos y las sonrisas que siempre me daba.
El día del funeral me disculpé con Finn. Ahora estamos bien supongo. Apuesto a que a Ayla le hubiera gustado verlo.
Caminé con un ramo de flores a su tumba.
AYLA MARIE ROBBINS JOHANSSON 2001 - 2019
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Se veía hermosa.
Dejé las flores y resfregue mi nariz con la manga de mi camisa.
—. Te extraño muchísimo Ayla, desearía que siguieras aquí. De verdad lamento todo lo que te hice pasar, recién me doy cuenta de todo el daño que te hice, obviamente ya es tarde... pero tranquila. Nos volveremos a ver — susurré —. Te traje tus flores favoritas... a mi me da alergía, pero me arriesgaré — trato de reír, pero no pude —. Adiós mi cielo. Te amo — me agaché a darle un beso a su tumba.
Raro pero realmente lo tenía que hacer.
Salí del cementerio hecho un mar de lágrimas.
Cuando llegué a mi casa saqué el arma que tenía papá en casa. Lo recargué y subí a mi habitación. Saqué mis cigarros y un poco de pisco. Fumé el último cigarro que me quedaba y bebí un poco de la botella.
Saqué una hoja y escribí "LO SIENTO MAMÁ. LO SIENTO PAPÁ".
Necesitaba verla y decirle lo mucho que lo sentía. Todo fue mi culpa. Tal vez si hubiera sido más cariñoso, más atento, y menos violento, no se habría suicidado. Ahora la culpa me perseguirá siempre. Me terminará matando. Me volverá un loco.
Tomé el arma y lo apunté a mi cabeza. Cerré fuertemente mis ojos y sin pensarlo jalé del gatillo.
Sentí como me caí al suelo. Escuché el sonido de la bala y el arma caerse. Estaba desvaneciendome poco a poco. Empecé a recordar todo.
Ayla, Ayla, Ayla, Ayla... su nombre estaba en mi cabeza todo el tiempo. No podía sacar su preciosa cara de mi mente, su cuerpo y su hermosa sonrisa. Ella no se merecía nada de lo que le hice. Estoy seguro que ella tenía demasiados pretendientes, y de todos ellos, me escogió a mí. Y ni si quiera valoré eso.
Mis esperanzas se iban poco a poco, mi vista se iba haciendo borrosa, pero alcancé a ver la silueta de mamá, estaba asustada y desesperada, gritando el nombre de papá. Llamando a la ambulancia, la cual no hacía falta.
Miré en el marco de la puerta. Ahí estaba ella, con su hermosa sonrisa.
Sonreí y me levanté, tomé su mano y antes de irme con ella, miré hacía atrás. Ahí estaba yo, tirado en el suelo, con mamá y papá a mi lado. Voltee a ver a Ayla y la abracé.
—. ¿Listo para irnos? — me preguntó tomando mi mano.
