La mirada puesta en la mosca que vuela

Introducción

Un joven está mirando una mosca a lo largo de la habitación. La mosca daba vueltas circulares, los ojos azules del joven se perdían en sus alas; volando a lo lejos una se debilitó y perdió el vuelo.

—Ya llega —le dice una sombra que aparece a su costado. Una sombra que adoptaba fuerza y forma humana—. la oscuridad lo hará fracasar, tu pecado no se extenderá más, te encontraremos.

—Calla... No hay nada que puedas hacer aquí, vete... ¡Vete! —dice el joven con voz firme y de anciano añejo.

A través de miles de sucesos ha pasado este chico, un cuerpo humano que ha sido movido y oculto por fachadas bien elaboradas para no ser encontrado. 

Muy cerca de una granja en la av. conectitud, EE.UU. Por qué sería lo mismo eliminar que cambiar a la humanidad, dice el chico de ojos azules brillantes y fulminantes. 

El chico no tiene ni una pizca de haber envejecido. Tiene ciento setenta mil años.

Él nunca ha envejecido, por que conoce un poco del inicio del tiempo y tiene un poco de la energía divina... El fruto de la vida.

Dios lo castigó por violar su ley; ahora yace en este mundo, en este pequeño mundo con forma de cubo con sombras que aparecen y desaparecen como forma de torturarle, sin nada que hacer, comer o pensar... Tan solo la nada. La nada(la oscuridad y lo que no existe.)

Está sentando en un piso blanco, en una habitación negra y con sombras que se aclaran y oscurecen. De pronto sus ojos azules se iluminan e intensifican, y puede ver un poco del futuro.

—Un chico, vendrá a verme hoy, que sorpresa, que sorpresa la del hombre —sisea y estira los dedos de los pies y sus huesos paralizados por 100 años.

Cómo sabrán ser bueno en algo es útil y respetado en el mundo humano, pero no en el mundo espiritual, en el mundo espiritual valoran más el corazón, por lo cuál este chico de 17 años pudo encontrar el portal al no tener ni una pizca de algo semejante a lo humano; literalmente se pasaba todos los días de su vida paseando y viendo los parques en su urbanización, vivía de un miserable sueldo por llevar mensajes a las casas de las personas como ayuda de sus amigos y allegados y trataba de gastar lo mínimo para vivir de eso y mantenerse limpio gracias a poder residir en la casa de sus padres.

Sus padres eran marineros, así que ellos naturalmente lo apoyaron cuando él les dijo que quería ser voluntario para la defensa de los árboles. A partir de ese día cuidaría todos los parques de Lima.

Él encuentra un portal cuando limpiaba  un parque; limpiaba la vereda y al bajar por unas escaleras se resbala y su cabeza cae en un interruptor con forma de roca.

El chico despierta en un ascensor; un portal que uno puede descubrir cuando se desapega de todo menos del amor y la piedad, así el chico logró entrar a una dimensión desconocida; llena de cosas nunca antes vistas, y está frente a frente al ángel caído que guardaba los secretos de la carne.

—¿Cómo se llama? —pregunta el joven inocente al ver al otro joven acicalado y con un buen olor como de perfume viejo y refinado.

—Yo soy Prometeo; el único que puede eliminar el mal del mundo —Sus ojos se encienden con llama en fogata con químicos— si eres la persona correcta... — Su mirada baja de estar decaída y vuelve a subir para verlo y luego volver a la misma posición.

—Santa... —El joven inocente se cae de espaldas— Soy Javier... encan, tado... de conocerte —dice temblando y estirando la mano.