Capítulo 1: 1/2

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NARRADOR EXTERNO.

—Adrián ¿Qué te pasa colega? Estás más pálido que Chloe cuando se pasa de maquillaje. Ni siquiera has hecho los deberes de ciencias, y a ti te encanta esa asignatura.—Le puso su mano en el hombro preocupado pero éste hizo un movimiento leve para deshacerse de él.

—Nino... lo siento pero no estoy de humor para hablar.—Aquel ojiverde suspiró sin ningún tipo de expresión facial. Justo en aquel instante la campana sonó dando a entender que era la hora del almuerzo.

—Adrián...—Nino se veía muy inquieto al ver a su mejor amigo así. Hacía unos días que se encontraba muy cabizbajo. Pensó que tenía algo que ver con su padre, pero ésta vez ni siquiera quería hablar con él sobre nada. No sabía lo que hacer, se le estaban acabando todas las ideas para animarle.

—¡¡Adriáncito!!—Aquella rubia de ojos azules como cada mañana, se abalanzó sobre éste depositándole un casto beso en la mejilla.—Me prometiste que hoy comeríamos juntos ¡Tenemos muchas cosas de las que hablar! Como por ejemplo... ¿Qué hay de este estilo de ropa tan neutro? ¡Tú sueles tener más sentido de la moda!—A Nino casi se le deshorbitan los ojos de la impaciencia. Chloe parecía no cambiar en absoluto.

¿Acaso no se daba cuenta del cambio de humor de Adrián? Se notaba que éste carecía de humor y mucho menos, de la simpatía legendaria que solía mostrar a Chloe frecuentamente. Pensaba que al menos tendría algo de consideración hacia Adrián, pero como siempre, parecía no ver más allá de su nariz.

—Chloe, lo siento pero nunca te prometí nada. Deberías por favor dejarme un poco de espacio, lo siento—. Ésta abrió la boca entre ofendida y confundida. Nunca en sus miseros diez años de amistad con él, la había tratado con tanta frialdad. No recordaba haber hecho algo que pudiera molestarlo, apenas se había metido con alguien hoy. Tampoco es que le hubiera dado tiempo. A veces nunca llegaba a entenderlo.

Éste se marchó con paso lento del aula y la pelirubia se fue detrás de él indignada, no sin antes desquitarse con su "amiga" Sabrina, aquella la siguió fuera del aula como un animal asustado quedando solamente tres personas en el aula.

—Supongo que no ha habido avances positivos de su estado de ánimo—. Rompió el silencio aquella chica morena, con ciertos reflejos caoba en su cabello.

—Ni siquiera he podido tener una conversación de más de cuatro frases en estos días... estoy muy preocupado—Suspiró devastado.

—Nunca lo había visto tan triste, me rompe el corazón—. Añadió la de pelo azabache, intentando no soltar alguna que otra lágrima. Simplemente, no podía verlo así de desolado.

Era tan hermoso cada vez que sonreía. Parecía ayer cuando se emocionaba por decir simplemente "presente" por primera vez o cuando lo ayudó a escabullirse de su guardaespaldas al cine, ilusionado por volver a ver a su madre con una de sus grandes amigas acompañándolo.

Sus ojos verde esperanza parecía haber perdido un brillo importante. Esos luceros, se convirtieron en un pantano oscuro.

No podía permitir que la infelicidad rozara su hermosa alma, él, que nunca hacía daño a nadie, que siempre pensaba más en los demás que en sí mismo. Inocente, perfecto en hacer cualquier cosa porque quería que su padre se sintiera orgulloso de él, inteligente, y una de las personas con el corazón más bonito que había visto. Desde aquél día que le regaló su paraguas después de haberlo prezjugado muy fuerte. Recordó que al día siguiente vino algo resfriado por haberse mojado debido a la lluvia, al parecer, su guardaespaldas ese día aparcó a dos cuadras más lejos debido a un atasco y él simplemente prefirió darle su paraguas a la ojiazul, sacrificándose.

A veces creía que era demasiado bueno, pero ahora no había ni un rastro de ese Adrián que tanto o por lo menos, un poco conocía. Quería animarlo de cualquier manera, y ésta vez, debía dejar de lado aquellos balbuceos e incoherencias sin sentido como cada vez que hablaba con él. Porque ahora mismo lo único que realmente importaba, era que de él, volviera florecer una sonrisa.

—Puedo intentar hablar con él—. Se ofreció la azabache no muy segura de que diera resultado. Porque ante todo, era su amigo. Y debía ayudarlo, TENÍA, que ayudarlo.

—Marinette, no creo que consigas mucho, ni siquiera ha querido hablar conmigo.—Nino se dispuso a guardar sus cosas y se colocó su mochila al terminar a su costado.

—Bueno, pero nada se pierde por intentarlo, necesita mucho apoyo por lo que parece, y a marinette, es muy difícil decirle que no a algo—. Dijo Alya, con una pizca de diversión en aquello último, cosa que no compartió Marinette.

—¿Qué se supone que quiere decir eso? Creo que más bien estás viendo tu reflejo en mí—. Defendió Marinette con un puchero algo frustrada ¿Acaso la estaba llamando mandona?

—No me refiero en el sentido que estás pensando, ya lo entenderás cuando lo veas—. Eso la dejó algo confundida, pero agitó su cabeza para no calentarse la cabeza en cosas que no merecían su importancia.

¡Adrián era su mayor prioridad!

Estaba decidida a hacerle sonreír de nuevo.










Chat Blanc (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora