Capitulo 8: 2/2

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—¿Estás segura de esto Champire? —Le volvió a preguntar consternada, mientras observaba por encima del hombro a Adrián alrededor de su espalda.

Aquel se encontraba completamente vulnerable e inconsciente por lo que la pelo azabache no estaba nada segura de exponerlo a un peligro que aún desconocía su poder.

—Todo saldrá bien, Ladybug.—Quiso convencerse a sí misma más que a Ladybug misma, suspiró.

No debían rendirse, todo estaba en juego. Sus vidas, el futuro...

Y un arma mortal como ese Miraculous, no debía caer en malas manos. Sería una lucha constante entre ambos mundos.

Y alguien tenía que pararlo.

La maldad y el bien.

Debía haber un equilibrio, una contraparte, no podía superar a otra jamás.

Al igual que el poder de los miraculous.

Ladybug miró el anillo. Dirigió su mirada hacia Plagg con una mirada cómplice.

—¿En qué piensas Marinette?—Quiso saber, en su ojos felinos se le podía apreciar preocupación, confusión, ansiedad de querer saber y presenciar cual sería el desenlace de todo este caos; como acabaría, como terminaría.

—Unir los dos miraculous sería el poder absoluto... un deseo...—Musitó la azabache.

Pero entonces recordó algo.

—Un momento, Champire... ¿sigues teniendo problemas? ¿sigues perdiendo la visilidad de alguna parte de tu cuerpo?

—Sí, aunque supongo que a medida que pase el tiempo se hará más frecuente.—Admitió con una mueca.

—El futuro está distorsionándose. Por lo tanto...  el Félix del futuro... le sucederá lo mismo.

—No... no puede ser por eso... creo que es porque...—Quiso decir pero repentinamente calló.

Aunque ella ya había sacado una conclusión de lo que pasaba.

—¿Por qué Adrián está muriendo?—Declaró con gran dificultad y su voz se quebró sin poder evitarlo.

—¿Qué...?

—Eres hija de Adrián en el futuro. Por eso sabes tantas cosas, por eso te preocupas tanto por él. Por eso has sabido llevarme a la guarida de Lepidóptero, por eso tú... estás desapareciendo.—Terminó de decir, con los ojos totalmente cerrados no atreviéndose a dirigirle la mirada.

Champire se quedó patidifusa. Lo había descubierto. Pero solamente había deducido que era hija de Adrián, en ningún momento pasó por su mente que ella sería la dueña de el corazón de su padre, la dueña de crear tres hermosos hijos, aunque alguno que otro era bastante torpe.

Louis era increíblemente inteligente, apuesto, gracioso—o lo intentaba al menos—la costumbre de su padre al intentar contarles chistes de gatos o de cualquier otro tema era totalmente sacado de familia.

Él había heredado ambos carácteres de sus dos creadores.

La diferencia era que los chistes de éste sí daban gracia comparados con los de Adrián.

Hugo... apenas tenía dos años para averiguar en que tipo de persona se convertiría. Lloraba mucho, eso sí, se asustaba con todo, era un cobarde y quería estar en los brazos de mamá todo el rato y con nadie más.

Rubio tuvo que salir.

Ah y...

Era un glotón.

Chat Blanc (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora