Capitulo 4: 2/2

605 25 1
                                    


Horas antes en un futuro lejano...
Parte 1

-¡Hugo! ¡Deja eso cuchillo por el amor de dios!-Gritó exaltada acercándose rápidamente al pequeño pelirubio.

-No... ¿Juguete?-Preguntó entrecortadamente con un puchero y sus ojos empezaron a humedecerse.

-No no no, ni se te ocurra granuja.-Empezó a gatear rápidamente como un rayo. Ésta lo siguió fácilmente pero entonces éste paró tropezándose con otra joven.

-Emma por favor, solo te escucha a ti ¡Quitale el cuchillo!-La pelicastaña lo miró incrédula y se agachó soltando una leve risa.

-Hugo no, eso no ser tu juguete. Eso es del señor coco, no hay que quitarselo o te comerá.-Los ojos del pequeño se abrieron como platos y empezó a llorar desconsoladamente soltando el artefacto.

-¡No quelia quitar zu juete!-Exclamó algo incoherentemente llorando con más fuerza, ésta sonrío. Ese era su punto débil.

-Dios mío, es tan cabezota. Es una copia en miniatura de tu padre, no sé que hacer con él.-Dijo la de pelo azabache quitándole el cuchillo cuidadosamente.

-Hay que saber donde hallar sus debilidades-. Le guiñó el ojo satisfecha por su astucia pero la puerta de la cocina de repente se abrió.

-Oh dios, no digas más. Le estás quitando a tu madre su increíble inteligencia.-Empezó a bromear el rubio divertido. Se acercó a su esposa dispuesto a darle un beso en la mejilla pero ésta se apartó.

-¿Perdona? ¿Me estás diciendo que me he vuelto tonta?
-Lo miró incrédula y totalmente desquiciada.

-¿Qué? Bichito, no pongas en mi boca cosas que no he dicho.-Le guiñó el ojo. -La edad no perdona a nadie, ni siquiera a mí, no puedo mi guiñar el ojo sin tener que mover el otro. Estoy perdiendo práctica para seducir.-Se limpió una falsa lágrima divertido.

-No necesitas nada de eso, no tendrías que seducir a nadie más que yo sepa ¿no?-Se cruzó de brazos e infló sus mejillas indignada como una niña pequeña.

-Por eso mismo, tengo que conquistarte todos los días y es imposible si pierdo tales facultades. No merezco tu perdón. Lo siento my lady.-Eso provocó que latiera rápidamente su corazón. Por más tiempo que pasara, él siempre había sido dueño de cada latido, de cada sonrisa, de alguna que otra regañina. Él era su todo y la razón por las que aparecieron las personas más importantes de su vida, sus hijos.

-Con solo ser tú ya me conquistas amor... deberías saberlo.-Admitió ruborizada.

-Lo sé, sólo quería escucharte decirlo.-Abrió los ojos como platos.

-¡Adrián!

-¡Marinette!

-¡Hu-go!

-Eh... ¿Emma?

-¡Y.... aquí Louis! ¿A qué estamos jugando?-Apareció de repente saliendo del armario de la cocina con un macaron en la boca.

-¿Qué demonios hacías...-Paró arrepentido y negó con la cabeza.-Mejor no me lo digas, prefiero no saberlo.

-Louis ¿Qué haces todavía aquí? ¿No tienes universidad?-Preguntó la peli azabache mientras iba al armario donde justamente su hijo había cogido macarons.

-Mamá... es domingo.-Dijo apartándose su mechón azabache de la oreja.

-¡Pues yo tengo que trabajar igual!

-Mari... eres tú la que quiso terminar hoy los preparativos para el desfile del finde semana que viene... te dije que te tomaras al menos ese día libre.-Dijo su esposo mientras empezó a darle leves masajes sobre sus hombros.

Chat Blanc (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora