Capitulo 3: 2/2

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—¿Marinette? ¡Marinette!—Abrió los ojos sobresaltada y se levantó bruscamente provocando que  desequilibrara y se cayera al suelo.

—Al final tendré un moratón en el trasero tan grande como mi casa como siga así de torpe.—Dijo ésta aún en el suelo rozando con su mano la zona afectada con una mueca. La morena rió.

—Chica, la clase ha acabado. Has estado media mañana dormida;—y lo curioso es que ningún profesor se ha dado cuenta— lo cual es más raro de lo normal ¿Qué pasó para que estés tan cansada?—Preguntó ofreciendo su mano para ayudarla a levantarla. Ésta aceptó mientras emitía un bostezo. Apenas había podido dormir después del encuentro con Chat Noir, la había dejado totalmente abrumada y descolocada. No paraba de pensar en lo que podría hacer para remediar este desastre en el que estaba metida. Y lo peor es que todo aquello, había sido su culpa. Sí, que todo el mundo cometía errores, pero era una super heroína, no podía permitir cometer errores tan grandes y graves ¿Pero qué podía hacer? Era una adolescente de 15 años por dios, era demasiado organizar y dejar a un lado sus emociones y actuar con prudencia, inteligencia y responsabilidad.

En ese mismo momento, sentía como si no valiera nada, como si no estuviera hecha para ser Ladybug.

Y Adrián... su padre, Lepidóptero. La guinda del pastel. El premio al peor padre del mundo, Gabriel Agreste.
Sólo pensar que el siempre había sido la razón por la cual París había sufrido tanto, por la que Adrián había estado tan desolado, derrotado, la hacía arder de la furia.

Quería romperlo todo, quería quitarse los malditos prodigios y que todo esto nunca hubiera sucedido. Pero miró de reojo a Tikki, en su bolso, y se le anuló ese pensamiento.

Tikki era más que un kwami, era su amiga, a la única a la que podía contarle todo sin necesidad de mentir. Ella era una de las cosas por las cuales ser super heroína había valido la pena. Y conocer a Chat Noir... por mucho que ellos discutieran, para ella era muy importante. Él siempre había estado a su lado ayudándola, ante todo, era su amigo, pensar que si no hubiera sido super heroína no hubiera conocido a Chat Noir... eso le retorció el corazón.

Pero le había hecho daño, como siempre hacía con su maldita torpeza.  Ya no la llamaba My lady; se había dado cuenta. Había que decir... que ésta lo echaba un poco de menos. Estaba acostumbrada a ese trato, a bromear con él, y estos días había estado más apagado, menos animado, apenas hacía bromas. Supuso que también se encontraba así en parte por Adrián, el cual era su amigo. Significaría eso... ¿Qué Chat Noir estaba más cerca de lo que ella pensaba?

Si tanto le afectaba también que el padre de éste fuera Lepidóptero... ¿Podría llegar a ser un familiar de él?

—¿Marinette?—Se dio la vuelta bruscamente al escuchar esa voz que estaba siempre en sus pensamientos. Casi se cae otra vez de culo al ver al rostro del rubio tan de cerca, él se lo impidió cogiéndola del brazo provocando que chocara en su pecho.

Abrió los ojos como platos y su corazón empezó a palpitar rápidamente. Subió su rostro aún pegado a él con una sonrisa demasiado forzada para su gusto, no quiso ni pensar como se veía a sus ojos, en el peor de los casos, parecería la niña resorcista.

Pero su reacción le sorprendió, le sonrió dulcemente y la apartó poco a poco. Para él, Marinette siempre la había considerado muy dulce, le daba cierta ternura. Su torpeza, su intento de enmendar las cosas pensando que molestaría a los demás con sus palabras. Admitía que muchas veces la había malentendido, era difícil entenderla, pero eso le hacía querer tener más ganas de ayudarla a abrirse. Y a pesar de eso, siempre ayudaba a los demás, y se arriesgó a pensar... que a lo mejor no recibía ese mismo trato de los demás.

Chat Blanc (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora