Capítulo 2. Culpa mía

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¡Somos número 1 en #garrison y en #finnshelby! Así que aquí os dejo un capítulo para celebrarlo. Gracias por estar ahí...♥

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La luz del amanecer se colaba por las rendijas de la antigüa contraventana de Villa González, acariciando con su calidez la cara de la muchacha más hermosa con la que Manuel había dormido jamás.

Todavía recordaba la primera vez que la había visto, hacía ya tres años, paseando por la facultad en la que él impartía su asignatura de especialidad en la diplomatura de enfermería.

Faith había demostrado no ser simplemente una cara bonita y unas curvas dignas de modelo de pasarela. Sus notas reflejaban la inteligencia de la muchacha, así como el esfuerzo y la pasión que había puesto en obtener su titulación de enfermera, especializándose precisamente en la optativa que Manuel impartía: medicina militar.

Y no fue hasta que Faith escogió hacer las prácticas de su especialización que Manuel se atrevió a ir acercándose poco a poco a la joven.

Sabía que su comportamiento había sido poco apropiado, ya que se trataba de una alumna con una diferencia de edad bastante importante entre ambos, pero... Era ella. Y no podía dejarla escapar tan fácilmente. Aunque sus intentos de quedar con la joven habían sido numerosos y de lo más variopintos, no fué hasta que ella obtuvo su título que aceptó salir con el profesor.

Ambos habían superado muchos obstáculos para estar juntos y el médico no podía más que sentirse honrado por la valentía con que la recién titulada enfermera había accedido a hacer pública su relación, a pesar de que era consciente de que pondrían en tela de juicio su validez y la honradez con que había obtenido el título.

Sin embargo, la opinion del profesorado era unánime: Faith no había obtenido las calificaciones más altas de su promoción... Pero si había alguna chica que conseguiría ser buena enfermera sería ella.

El resto de alumnas, por supuesto, no comulgaban con esa opinión.

Manuel se acercó más al cuerpo de su chica para poder observar cómo los primeros rayos de sol llenaban su preciosa cara de vida. Era un ritual para él verla despertar, y no quería perdérselo nunca. Sabía perfectamente lo afortunado que era al tener a una mujer así a su lado, y quería disfrutar de cada momento mientras aquello durara...

—No me gusta que me observes cuando me despierto, Manu.

El ligero acento inglés de Faith hacía sonreír al aludido. Escuchar su nombre de la boca de la mujer que tenía delante era una experiencia casi tántrica para el. No hacía más que unos meses que salía con ella, pero sabía que estaba perdidamente enamorado de ella.

—Buenos días, cariño —le deseó él, acercándola a su cuerpo y besando su frente—. No puedes negarme el placer de ver cómo vas abriendo esos preciosos ojos verdes mientras me miras con desdén.

Ella sonrió abriendo, efectivamente, dos grandes orbes del color que él le había dicho.

—Buenos días, ¿es tarde? —preguntó ella como cada mañana, todavía perezosa.

Ese era el ritual de la pareja: Manuel observaba a su chica despertar, ella le reñía y le preguntaba si se había pasado de horas durmiendo. Hacía a penas un par de semanas que Faith había empezado a quedarse en Villa González, la casa que Manuel tenía a las afueras de Madrid, y no estaba acostumbrada a la ausencia de ruidos en la calle —que eran los que solían despertar a la muchacha en su piso de estudiante.

—Ya sabes que no —le respondió depositando un beso suave en los labios de la rubia—. ¿Has dormido bien?

—Siempre que duermo aquí duermo bien, ya lo sabes —le respondió ella poniéndole ojitos.

El peso del apellido ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora