Toc toc

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Vivir un día a la vez. Trato de practicar esa filosofía. El trabajo en la tienda de zapatos se acabó, ya se vendió todo. Es una lástima porque el dueño era amable conmigo. No sé a dónde me enviará Hoyt. Pero por ahora tengo que ir a mi sesión semanal con la trabajadora social.

- Cómo has estado, Arthur?

- ...

- Arthur...

- He estado igual que siempre...

- Cómo va el trabajo?

- Me volvieron a dar...dos veces esta semana...

- Cómo te sientes?

- Cómo se sentiría usted?

- ...

Me enciendo un cigarrillo.

- Arthur, te ayuda tener alguien con quien conversar?

- No lo sé...

- Has estado escribiendo tu diario?

- Si.

- Lo trajiste contigo?

Le entrego mi cuadernito.

- Anoté algunos chistes también...

Ella lo abre y hojea las últimas páginas.

- Has estado teniendo pensamientos negativos?

- ...

Me enciendo otro cigarrillo.

- Arthur...

- Usted no escucha, cierto? Pregunta siempre las mismas cosas, todas las semanas. Que cómo va mi trabajo, que si tengo algún pensamiento negativo...todo lo que tengo son pensamientos negativos.

- Escribes aquí que sientes que tú vida es un castigo.

- No, no escribí eso. Lo que yo escribí es que hay cierto castigo en el solo hecho de existir. Es diferente.

- Háblame sobre eso.

- Qué hay que explicar? Me humillan y me golpean todos los días. Sueño con ser un comediante pero siento que ni siquiera existo, que para el 90 % de las personas soy invisible y para el restante 10, soy un saco de boxear. No tengo ningún amigo. Y lo único que hace todo eso soportable son las píldoras que usted me receta.

- Cuéntame uno de tus chistes- dice entonces, devolviéndome el cuaderno.

Hojeo por un rato hasta encontrar algo.

- Aquí hay uno:

- ¿Doctor, cómo ha ido la operación?
- ¿Operación?. ¿No era una autopsia?!!! JAJAJJAJAJA

- Tu humor es bastante negro, Arthur. Por qué no intentas escribir otra clase de bromas? La próxima sesión me contarás algo bueno, un pensamiento positivo o un chiste positivo. De acuerdo?

- Tendré que usar toda mi fantasía...

En casa me espera mamá como todas las noches. Vemos el show de Murray y luego le ayudo a bañarse.

- Feliz, necesito que envíes otra carta por mí mañana, si?

- Le volviste a escribir a Thomas Wayne, mamá? Ya es la quinta vez...jajajaja qué tanto tienes que decirle?

- Él nos ayudará. Ya te dije que trabajé en su casa hace tiempo y él dice que los empleados son como familia.

- Pero mamá, eso fue hace como 30 años. Dudo que siquiera te recuerde. Además... él tiene otras cosas en la cabeza.

Thomas Wayne vive en una mansión, rodeado de lujos...debe ser el hombre más poderoso de la ciudad. Alguien así no se preocupa por la gente pequeña. Los privilegiados no tienen oídos para los desheredados.

Pero aún así, le prometo a mamá que enviaré su carta. Ella se duerme y yo me enciendo un cigarrillo y me siento al lado de la mesita de la sala y abro mi cuaderno para anotar mis impresiones del día.

Cometemos la estupidez de seguir viviendo, desaprovechando cada día las magníficas oportunidades que nos ofrecen los diversos puentes, las píldoras y las navajas.

Toc toc...

Jajajjaja, muchas de mis bromas comienzan con toc toc.

Toc toc...

Me percato de que no lo imaginé, sino que realmente oí un toc toc en la puerta. Pero quién podrá ser?

Me levanto, atravieso la sala y abro la puerta. No hay nadie. Miro a izquierda y derecha, pero a lo largo del pasillo no hay nadie. Entonces mi vista baja hacia el suelo y ahí lo veo. Alguien dejó algo delante de mí puerta. Me agacho y levanto una hoja de papel. Tiene un dibujo, un dibujo de un payaso, hecho por la mano de un niño con lápices de colores.

Cierro la puerta detrás de mí. Contemplo el dibujo por varios minutos y lo estrecho contra mi pecho. Sonrío. Alguien se acordó de mí...

Al día siguiente Hoyt me asigna a mi nuevo trabajo. Es en un centro de compras. Es sencillo, solo debo pararme en la entrada, sosteniendo un ramo de globos de colores y saludar a las personas que ingresan. Hoy, por primera vez en mucho tiempo, me siento bien. Miro los globos en mi mano y eso me da una idea. Al finalizar la tarde, me apresuro a despintarme y cambiarme. Guardo mis cosas en mi bolso y vuelvo a casa corriendo. Al salir del centro comercial me llevé uno de los globos, uno de color azul.

Delante del apartamento 8B me pongo mi nariz de payaso y toco la puerta.

Toc toc.

Espero un momento.

Toc toc.

Entonces la puerta se abre lentamente. Al verme, la pequeña Gigi se sorprende.

- Hola. Mamá está en la ducha...

- Está bien, no venía a verla a ella, sino a ti.

Me pongo de cuclillas para estar a la altura de Gigi.

- Gracias por tu dibujo. Es muy lindo.

Ella se ríe tímidamente.

- Te llamas Gigi, cierto?

- Mhm...y tú cómo te llamas?

- Soy Arthur...

- Y eres payaso, eso ya lo sé. Tienes una peluca verde! Te he visto!

Ella me vió? Sabe que soy payaso? Que existo? Me conmueve escuchar eso.

Entonces le entrego el globo.

- Toma Gigi, es para ti.

- Woooooow- dice ella emocionada.

Toma el globo y lo contempla con asombro. Entonces me mira, da un pasito hacia mí, apoya sus pequeñas manos sobre mis hombros y me da un beso en la mejilla.

- Gracias, Arthur!!

Ese beso tierno y sincero de una niñita que me hizo un hermoso dibujo...es lo más especial que alguien me haya podido dar jamás. Siento algo tan extraordinario en mi corazón. Y por primera vez en mi vida se me escapa una lágrima de felicidad.

Al verla, la alegre expresión de Gigi se torna triste. Lleva su mano a mi cara y seca mi mejilla suavemente.

- No llores, Arthur.

Yo solo sonrío y asiento con mi cabeza. No logro formar palabras.

En el fondo se oye la ducha apagarse.

- Ya debo irme a dormir...- dice Gigi.

- Adiós Gigi...

- Adiós Arthur...

Sonríe y pon tu mejor caraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora