- Gracias por todo, Sophie…
- No tienes nada que agradecer.
Me despido, agradecido por la hospitalidad de anoche. Recojo mis cosas, listo para marcharme. Sophie me abre la puerta.
- Adios, Sophie. Que tengas un lindo día.
Sophie me mira. Parece querer decirme algo. Suspira.
- Arthur.
- Si?
-Nadie tiene derecho a lastimarte…
Sus palabras resuenan en mi mente durante todo el camino. Desde anoche traigo puesta mi ropa de payaso. Decido ir al trabajo como si nada hubiera sucedido. Hoy soy el primero en llegar. Me maquillo como todos los días. Los muchachos van llegando uno por uno. Y luego Hoyt.
-ARTHUR!!
Lo escucho gritar mi nombre.
Me abotono el cuello de la camisa y con un nudo en la garganta camino hacia su oficina.
- Uuuuy qué hiciste ahora, Artie?- se ríe Randall.
Lo ignoro. El miedo me paraliza. Cierro la puerta detrás de mí pero antes de siquiera poder tomar asiento, ya estoy desempleado.
-Estás despedido!!
Sé que la voz de Hoyt se escucha hasta la sala. Todos pueden oírlo.
-Hoyt, espera. Puedo explicarlo…
- EXPLICARME QUÉ?!
-Era un arma de juguete, es parte de mi acto.
-Basta!! Eres un maldito mentiroso, Arthur!! Randall me dijo que quisiste comprarle una pistola la semana pasada. Ya me cansé!! Te di un trabajo a pesar de que eres raro y no le agradas a nadie, pero lo único que haces es traerme problemas!!
-Por favor, señor, deme una oportunidad. Me encanta este trabajo y en verdad lo necesito!
-PERDÍ OTRO CLIENTE POR TU CULPA!! VE POR TUS COSAS Y LÁRGATE!!
Todas las miradas se posan sobre mí pero nadie dice nada. Gary es el único que se me acerca cuando abro mi casillero para recoger mis cosas.
-Lo lamento, Artie. Esto es muy injusto…
-Está bien, Gary…
Termino de empacar todo y me dirijo a la salida.
-De verdad llevaste un arma al hospital de niños, Arthur?- pregunta Roger, uno de mis colegas. Ex colegas, mejor dicho.
- Qué pensabas hacer? Matarte si no se reían de tus bromas? Jajajajaja.
- Por qué no le preguntas a Randall?- respondo – Es su pistola, después de todo…-
- Cállate!- dice Randall.
- Ah sí, eso me recuerda que aún te debo dinero por ella, cierto?
- Deja de decir estupideces, Arthur!!
Les doy la espalda y salgo por esa puerta por última vez. Por unos pocos minutos, me siento bien, me siento libre. Pero la sensación se desvanece al cabo de un rato y vuelve a mí ese fatal sentimiento de derrota. Siento el peso del mundo entero sobre mis hombros. Mi mente está en blanco.
No estoy consciente de cómo transcurren las horas. En mi mente se forma un vacío. Al parecer mis piernas caminaron de manera automática hasta el subterráneo. Sólo sé que estoy sentando ahí en una banca viendo los trenes llegar y partir de la estación. Ya oscureció. Es aquella hora de la noche donde los trenes ya van casi vacíos. Al subirme, solo veo una persona en todo el vagón. Es una joven que está distraída leyendo un libro y no parece notar mi presencia. Me dejo caer en un asiento a unos cuantos metros de ella. El tren parte. Las rieles rechinan, el vagón se sacude con fuerza y con él mi cuerpo. Veo mi reflejo en las ventanas cubiertas de graffiti. Olvidé quitarme el maquillaje y aún traigo puesta mi peluca y todo mi atuendo. El movimiento del tren me provoca sueño, por momentos se me cierran los ojos.
De pronto el tren se detiene abruptamente. Las luces parpadean. Aún no llegué a casa. Las puertas se abren y tres sujetos vestidos con trajes elegantes se suben. Son jóvenes y están visiblemente borrachos, en especial uno de ellos. Se sientan en frente de la chica que sigue absorta en su libro. El tren vuelve a partir. El sonido de las ruedas golpeando las rieles no me permite distinguir todo lo que dicen, pero veo que el más ebrio intenta llamar la atención de la chica. Ella trata de ignorarlo, pero se nota que se siente amenazada. Hay miedo en su cara. Sé lo que está sintiendo. Una carcajada nerviosa escapa de mis labios y uno de los hombres voltea a verme. Aún no me habían visto. La chica me mira también. Las carcajadas se multiplican y de pronto toda la atención está sobre mí. La chica se levanta asustada y camina hacia otro vagón. Quiero decirle que no me río de ella. Nunca me reiría de alguien en esa situación. Yo también tengo miedo de estos hombres, igual que ella. Uno se sienta a mi lado y el otro se me para en frente.
-Dinos, payasito…de qué te ríes?!
-N-nada!! HAHHAHAHAHAHHA
El que está a mi lado me quita la peluca de la cabeza.
-Qué te causa tanta gracia, imbécil?!
- Nada AHAHAHAHAHAHHAAHHAA…e-estoy enf-fermo.
Busco mi tarjeta en el bolsillo pero es en vano. Uno me sujeta por los brazos y el otro me golpea la cara, tirándome al suelo.
-MALDITO FENÓMENO!!
Siento las patadas despiadadas sobre todo mi cuerpo. Intento proteger mi cuello y mi cara. Me patean las costillas, las piernas, el estómago. No se van a detener. Esta vez me matarán. Estoy seguro.
Nadie tiene derecho a lastimarte…
La dulce voz de Sophie parece susurrarme al oído.
El arma! Entre los golpes que continúan cayendo despiadadamente sobre mí, logro tomar la pistola de mi bolsillo y sin ver siquiera a dónde apunto, cierro los ojos y jalo el gatillo. Es disparo retumba en mis oídos. Los golpes cesan. Hay sangre en las paredes. Uno está muerto. Disparo contra el segundo. Estoy de pie. El más ebrio que vio toda la escena desde su asiento parece ponerse lúcido de repente y trata de salir corriendo. El tercer disparo le da en la pierna. El tren se detiene y el sujeto golpea las puertas, pidiendo ayuda a gritos. Las puertas se abren y el hombre escapa por la estación, cojeando y dejando un rastro de sangre a su paso. Lo sigo. Apunto. Disparo, disparo, disparo. La pistola queda vacía. El hombre está muerto.
Miro a mi alrededor. La estación está completamente vacía.
-Mierda!
De pronto siento mi cuerpo cubierto de un frío sudor. Qué acabo de hacer? Maté a tres sujetos… Salgo corriendo con mi bolso en mano. Corro y corro lo más rápido que mis piernas pueden llevarme. No sé a dónde voy. Solo sé que debo salir de aquí. Atravieso calles y callejones oscuros, la mayoría completamente desiertos. Me detengo abruptamente al ver una puerta en una esquina oscura. La empujo y entro en un baño. Cierro la puerta detrás de mí y dejo caer mi bolso. Apoyo mis manos sobre una pared, procurando recuperar mi aliento. Mis piernas están temblando, mi corazón está acelerado. Todo en mi mente es confuso. No logro procesar lo que acaba de suceder. Siento que las paredes se cierran a mi alrededor, asfixiándome. Hay sangre en sobre mi ropa, sangre en mis manos. Maté a tres hombres…
A pesar de la débil iluminación del baño logro ver mi cara en el espejo sobre el lavamanos. El maquillaje está completamente deshecho, corrido y manchado con sangre, propia y ajena.
Maté a tres hombres…maté a tres hombres…
El espanto se transforma en una extraña fascinación. Mi miedo se convierte en fuerza y la fuerza en poder. Desquite!!
Hay un rugido en mi interior…hay un fuego en mis venas…hay una música que solo yo puedo oír…
De entre la sombra que percibo dentro de mí, emerge alguien más. Quién eres y dónde estuviste todo este tiempo? Te conozco aunque es la primera vez que te veo.
Un público invisible asiste a mi presentación. Despliego mis brazos, como si fueran alas y agradezco la ovación. Oh, Arthur, qué gran espectáculo!!
Y en ese espejo quebrado, sucio y empañado veo el reflejo de un hombre. Se parece a mí y no soy yo.
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Sonríe y pon tu mejor cara
FanfictionArthur Fleck es un solitario payaso que vive su vida entre golpes y fracasos. Quizás una sola cosa podría cambiar destino.