Detrás del telón

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Retomo lo que estaba haciendo antes de que Randall viniera a fastidiarme y a morir de la manera más estúpida en mi apartamento. Vuelvo a aplicarme la pintura blanca de base y comienzo con mi obra de arte. Me pinté la cara miles de veces cuando era Carnival, pero ahora ya no soy él. Esta pintura ya no me convence y decido modificarla. El triángulo inferior azul alrededor del ojo izquierdo lo estiro hasta abajo, como si cayera una lágrima permanente, llegando casi a la esquina de mi sonrisa. La pintura de Carnival era simétrica y tenía contornos y yo no los tengo. Pinto una sonrisa roja, más fina, con la comisura del labio derecho más alta, casi hasta el pómulo y la izquierda ligeramente caída. La nariz de payaso ya no la tengo. Pero tampoco la necesito. Pinto la punta de mi nariz con la misma pintura roja de los labios. La peluca tampoco la necesito. Mi cabello ahora ya es verde, un verde brillante. Lo mojo y lo peino hacia atrás. Se ve elegante. Solo falta mi traje. Qué me pongo? Mi único traje de vestir es el rojo. Antes lo veía opaco, pero ahora que lo contemplo nuevamente me parece un rojo brillante, intenso como la sangre. Tengo el chaleco amarillo que usaba para trabajar y hay una camisa verde oscura en el fondo del ropero que no usaba hace mucho tiempo. Encuentro una caja empolvada en un rincón. La abro y veo un hermoso par de zapatos cafés. Los había olvidado por completo. Recuerdo que los compré hace tiempo, una vez que tuve un poco de dinero extra. Siempre había pensado que los usaría para una ocasión especial, cuando fuera un gran comediante. No lo sabía, pero he estado guardando mi mejor ropa para este momento. Ya no soy un payaso ridículo, soy un payaso orgulloso.

Al salir del apartamento por última vez tropiezo con el cuerpo de Randall. Tomo la carta para Sophie que dejé sobre la mesa, dejo un beso sobre el papel, manchándolo con mis labios rojos y lo deslizo por debajo de su puerta.

- Adiós dulce Sophie... de todas las cosas que nunca me pasaron, tú fuiste la mejor.

Se acerca el final de la tarde. No hay nadie en el ascensor a esta hora. Afuera el sol se ha comenzado a poner. Queda quizás una hora más de luz. Las escaleras interminables que me eran tan tortuosas de subir, son sorprendentemente divertidas de bajar. El ritmo dentro de mis venas vuelve a sonar y bajo las gradas bailando. Me siento ligero como una pluma. Creo que tengo alas. Salto sobre los charcos de agua, las suelas de mis zapatos producen chispas y al pasar salen volando grises palomas a mi alrededor. Río. Río de verdad, como nunca en mi vida reí. Es así como se siente la libertad.

De pronto veo a dos hombres en la cima de las escaleras. Ay no, son los detectives.

- Oye, Arthur!! Necesitamos hablar!!

Salgo corriendo. Ellos hacen lo mismo. Corro por las calles de Ciudad Gótica, esquivando a las personas y saltando sobre las bolsas de basura que están tiradas en todas las aceras. Volteo rápidamente a verlos. Les llevo una cuadra de ventaja. Ya estoy cerca de la estación del subterráneo. Atravieso la última avenida para llegar cuando un fuerte golpe me impacta. Lo único que sé es que mis pies se separan del suelo, el mundo se pone de cabeza y mi vista se nubla por un instante. Me percato de que un taxi me envistió. Mi cuerpo se estrella con el parabrisas y caigo sobre el asfalto. Me desoriento pero escucho los gritos de los detectives cerca de mí. Me levanto y tras comprobar rápidamente que la pistola sigue en mi bolsillo, vuelvo a correr hacia la estación. Subo las escaleras, tres peldaños a la vez y logro entrar al metro justo cuando se cierran las puertas. Recupero el aliento y entonces me percato de que el metro está lleno de payasos. Todos llevan máscaras puestas, algunos traen carteles. Ah, es verdad. Randall mencionó que habría una protesta. Ay no!! Creí que los había dejado atrás, pero veo a los detectives entrando por otro vagón. Me abro paso hacia el fondo y cruzo a otro vagón. Tengo suerte de pasar desapercibido entre esta multitud de payasos. Se hace difícil para ellos divisarme. Pero mi pintura es diferente. Necesito una máscara. Le quito la máscara a uno de los payasos a mi lado.

Sonríe y pon tu mejor caraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora