Epílogo: El diario de Sophie

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15.11.1981 

Tengo este viejo diario empolvado desde hace quince años. Nunca encontré el tiempo y me faltaba la convicción para escribir en él. Supongo que he estado demasiado ocupada. El ritmo de los días a penas me permite tomar un respiro, menos aún organizar un pensamiento que sea digno de anotarse. Pero hoy siento que el único consuelo está en llenar estas páginas vacías, pues sé que ninguna persona de carne y hueso querrá escuchar lo que tengo para decir. Será la primera y la última anotación que haga. Y es que después de hoy parece que todo ha perdido el sentido. Si alguien alguna vez encuentra este diario y lee estas palabras, espero que las sepa entender. Espero que a través de ellas logren quitarse de los ojos la venda que todos traemos puesta. Espero que puedan ver a Arthur así como lo veo yo.

Mentiría si dijera que Arthur llamó mi atención la primera vez que se cruzó en mi camino. Lo había visto muchas veces y sin embargo jamás lo había visto en verdad. Cuántas veces deambulamos ciegamente por la vida. Parece que nuestros sentidos se han acostumbrado de tal manera al tedio que ya no somos capaces de escuchar todos los sonidos, de disfrutar los aromas de las flores ni de distinguir todos los colores que tiene el día. Hay almas que tienen un cierto color y la de Arthur tenía uno muy especial. 

Fue mi pequeña hija quien me hizo notar que en el apartamento de al lado vivía un hombre de la más extraña naturaleza. “Es el hombre que ríe, mamá”, decía Gigi. Me pregunté por qué un simple payaso fascinaba tanto a una niña de su edad. Fue cuando vi que Gigi se escabullía a su puerta para llevarle regalos, que me preocupé y admito que tuve malos pensamientos. La reprendí pero ella solo replicó “Le llevo regalos porque está triste”. “Pensé que decías que era el hombre que ríe”, le dije y ella simplemente respondió “Sí, pero también lo he escuchado llorar…” Fue entonces que sentí curiosidad por conocer a ese hombre y cuando me acerqué a Arthur y hablé con el por primera vez, algo en él me cautivó. 

Su aspecto era triste y decaído y sin embargo había una dulce melodía en su voz y un brillo melancólico en su mirada, como una pequeña chispa tan poderosa que podría convertirse en fuego y a la vez tan débil que podría apagarse en cualquier momento. Y aunque rara vez levantaba la vista, cuando lo hacía, sus ojos parecían puertas abiertas hacia un mundo desconocido. Y supe con certeza de que aquel hombre era incapaz de lastimar a alguien. Les parecerá absurdo, pero es algo que sigo creyendo fielmente. 

Hay personas que son hermosas en apariencia, otras son hermosas en las cosas que dicen y otras que son hermosas en su forma de ser…Arthur era hermoso en su esencia. Había en él una trágica y poética belleza. Aunque simple en la superficie, Arthur estaba lleno de misterios y contradicciones. Tímido por naturaleza, vivía lejos de todos y deseaba estar cerca de alguien. Le era difícil dejar de reír y siempre le había sido imposible reír de verdad. Parecía cargar un enorme peso sobre sus hombros, y es que nunca un alma había vivido tan lejos del paraíso, como un ángel nacido en el infierno que a pesar de todo vivía porque la vida se lo pedía así. 

No he visto un cuerpo que siendo tan frágil haya sufrido más heridas ni alma que siendo tan pura haya soportado más tormentos. Y a pesar de que el mundo no tenía corazón para él, él no había dejado que el suyo se apagara. Todo el amor que la sociedad le había negado, él no se lo negaba a nadie, y el consuelo que le faltaba en su propia vida, él se lo daba a los demás. Su corazón estaba en las canciones que cantaba para los niños en el hospital, estaba en la forma de un globo azul que le regaló a mi hija y en la forma de una rosa de papel que sus manos fabricaron para mí.  

Sostuve a Arthur en mis brazos el día en que el mundo terminó de quebrarlo por completo. Nunca las lágrimas de alguien habían sido tan amargas, nunca un cuerpo había contenido tanto dolor. Sentí que algo en él se había roto para siempre y que nada ni nadie podría repararlo jamás. Y sin embargo, intenté.  

Cuando cierro los ojos, aún puedo sentir su calor entre mis brazos, siento su llanto sobre mi blusa, oigo su risa torturada y sus sollozos, aún siento su respiración, siento mis labios sobre los suyos… aún siento el latido de su corazón bajo mi mano. 

“Eres real, Sophie?” Me condeno por no haberlo visto a tiempo. Pensé que era la confusión causada por la fiebre que tenía aquella noche y le dejé mi pañuelo favorito atado a la muñeca para que supiera que no fue un sueño. Lo contemplé dormido durante tantas horas, hasta que los rayos de luz de la madrugada entraron por la ventana. No quise despertarlo, pues había cierta paz en su sueño. Por un segundo me pareció que sus labios sonrieron. Pensé que dormía feliz sabiendo que era amado. 

Mi corazón se detuvo cuando encontré la carta que dejó bajo mi puerta. Había un beso de color rojo en aquel papel que conservo junto a mí. Era una despedida, las últimas palabras de un corazón que se desangraba. Fue demasiado tarde cuando finalmente comprendí que Arthur había dejado de distinguir entre lo que era real y lo que no. Se había convencido de que solo en una fantasía podía ser querido. Se decía a sí mismo que él, siendo quien era, no tenía derecho al amor.

Salí corriendo a buscarlo pero al poner los pies en la calle, no supe ni por dónde empezar y volví a casa llorando, sintiendo la culpa de que no conocía a Arthur lo suficiente como para saber dónde podría estar y la impotencia de saber que algo malo sucedería y que no había nada que pudiera hacer para impedirlo. Fueron las horas más angustiantes de mi vida hasta que la ciudad comenzó a arder y de pronto vi su cara en todos los canales.

Quisiera haber conocido a Arthur en otro tiempo y espacio, en un lugar lejos de acá, más allá del arco iris, donde brillara el sol y la verdad no fuera triste.    

Mi corazón se parte en dos al imaginarlo recluido en una fría celda en Arkham. La vida le terminó de arrancar las alas, y es que Arthur era como una hermosa ave de cristal, pero cuando el cristal se quiebra es imposible de reparar. El mismo vidrio que era tan frágil y hermoso, al hacerse pedazos se convierte de pronto en un arma de filo.

Todos se preguntan qué estaba mal con él, pero nadie se pregunta qué estaba mal con las personas que lo lastimaron, que lo golpeaban por diversión y se burlaron de él todos los días. Qué pasaba con las personas que debieron amarlo y en lugar de eso, lo abandonaron? Se preguntan qué enfermedad es la que atormentaba a Arthur para que hiciera lo que hizo? Por qué mejor no se preguntan qué sucede con esta despreciable sociedad que llevó al límite a un hombre bueno y lo tiró al abismo? Sí, fueron los dedos de Arthur que jalaron el gatillo pero encima de ellos estaban los dedos de todos nosotros. Véanse en el espejo, si soportan el asco y vean sus propias manos manchadas de sangre.   

No condeno a Arthur y comprendo los motivos de aquel a quien todos ahora llaman Joker, pues tuve el privilegio de conocer al hombre detrás del nombre. Detrás de la máscara de payaso, de su ropa desgastada, de su pálida piel, de sus hermosos y tristes ojos verdes y de esa risa agonizante había un corazón que soñaba…y quién sabe…quizás no ha dejado de hacerlo.

FIN

Muchas gracias a todos ustedes que acompañaron esta historia hasta el final!! Espero que hayan disfrutado de este viaje tanto como yo. Por los meses que duró esta aventura, con sus votos y comentarios, ustedes me hicieron sentir especial. Me hicieron sentir que tenía alas. No tengo forma de agradecerles lo suficiente. Mi historia no es más que una adaptación, y los créditos le pertenecen a la mente y corazón de Todd Phillips y a la maravillosa interpretación de Joaquín Phoenix, dos hombres a quienes amo y admiro.

Si este pequeño tributo a Joker logró producir en ustedes algún sentimiento, una emoción o incluso si hizo derramar alguna lágrima, habré cumplido mi propósito, pues estoy convencida de que las historias están ahí para hacernos sentir… para recordarnos que estamos vivos.

El fin de algo puede o no ser el principio de otra cosa. Tengo en mente una segunda parte para esta historia. Si les gusta la idea y quieren saber qué sucede con Arthur y Sophie, déjenme saber en sus comentarios y con gusto escribiré la secuela para todos ustedes. 

De nuevo gracias por todo el cariño!!

Atentamente,

Gwynplaine89

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