Prólogo

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En pocos segundos todo puede cambiar de negro a blanco o viceversa, solo hay que tener en cuenta la perspectiva en la que se ve. La mañana en Grecia había traído una noticia muy celebrada por sus ciudadanos. El rey acababa de morir la noche anterior. Todos en el reino anhelaban esa muerte, ya que se acabaría así con la tiranía. Sin embargo, la alegría duraría poco debido a que el sobrino del rey reclamaba el trono como suyo. El joven entraba en la ciudad dando por sentado que en cuanto pise el castillo sería proclamado rey. 

Mientras tanto en la habitación real se encontraba una pequeña niña de ojos verdes y cabello castaño llorando la muerte de su padre. Lexa no era consciente de que se acercaba un cambio radical en su vida. Ella era la heredera al trono, así lo dejó claro su padre, pero las palabras se las lleva el viento y más cuando eres una niña de 7 años. 

Olimpia miraba desde la puerta la escena, nadie era capaz de separa a su pequeña nieta de su padre. El rey era duro, frio y tirano pero tenía una debilidad y esa era Lexa. Nadie en el reino entendía como una persona así podía desvivirse por su hija. El pueblo amaba al hombre que se escondía bajo la corona, odiando al rey que la sostenía. En ese mismo instante uno de los guardias entraba en la sala indicándole la noticia de la autoproclamación del primo de Lexa como rey. Olimpia no se sorprendió para nada, ya que conocía de primera mano la ambición del joven.

- Lexa, tienes que ser fuerte. Ahora eres la reina de Grecia. -le dijo mientras acariciaba la espalda de la pequeña.

- No quiero, solo quiero a mi papa - soltó entre sollozos.

-Escuchame, tu padre no quería verte así. Debes ocupar tu lugar en el trono y para eso vas a tener que derrotar a tu primo en batalla. Sé que es díficil pero tus enemigos nos miran espectantes. Debes bajar a la plaza ahora mismo y dejarle claro al mundo que eres Lexa, la hija de Alejandro Magno. -le dijo mientras limpiaba sus lágrimas de las mejillas. 

-Dile a los guardias que preparen mi armadura. Voy a matar al traidor de mi primo y llevaré este reino a la gloria en nombre de mi padre. -dijo con total seguridad.

Aetos se vio sorprendido por la guardia real cuando llegó a la plaza mayor de la ciudad. Enfrente se encontraba su prima, 7 años menor que él. No pudo evitar reirse mientras se bajaba de su caballo y desenvainaba la espada. Era consciente de que tenía que matarla para proclamarse rey, aunque en su cabeza ya lo era. Lexa hizo lo mismo que su primo y ambos se enzarzaron en una lucha a muerte. 

Tras varios minutos la joven princesa conseguía herir de gravedad al muchacho. La gente se mostraba en silencio esperando el siguiente movimiento de la hija de Alejandro. Lexa tenía una dura batalla en su cabeza, no sabía si matarlo o dejarle vivir expulsandolo de su reino. Entonces recordó una pequeña frase que su padre siempre le decía: 

El cielo no puede tolerar dos soles, ni la tierra dos amos.

Lexa levantó su espada para blandirla en el pecho de su primo. La multitud exclamó en alegría y comenzaron a gritar el nombre de Lexa. Olimpia proclamó a su nieta reina de Grecia, comenzando una fiesta que duraría cuatro días. 

Mientras tanto en el otro lado del mundo las cosas eran totalmente diferentes. El pequeño reino de Baekje descansaba tras otro día de trabajo duro. Tras muchos años de guerra los emperadores habían conseguido traer la paz a su pueblo, y este gozaba de una prosteridad y felicidad completa. Pero no todo dura para siempre y esa noche lo iban a averiguar de primera mano. 

El ruido de la gente gritando ante el fuego despertaban a una pequeña de 5 años. Esta curiosa se acercaba a la ventana para observar el caos. La imagen de todas las casas ardiendo, de los caballos corriendo entre las calles huyendo y sus amigos siendo matados por los invasores se quedó grabada en su memoria. La puerta de su habitación se abrío de repente dejando entrar a su madre, toda angustiada. No entendía nada de la situación, así que no pregunto el porqué su madre le sacaba por uno de los pasillos secretos del castillo. 

A lo lejos pudo divisar a su padre en dirección contraria. Jennie se deshizo del agarre de su madre y salió corriendo en dirección del rey. Los guardias impidieron a la reina ir detrás de su hija llevandosela a rastras. Dos pequeñas niñas del servicio siguieron a la joven princesa armadas solo con un pequeño arco y dos flechas. 

Jennie deambulaba por las calles de su reino, encontrándose muchos cadáveres en el suelo. A lo lejos escuchó la voz de su padre gritando. Corrió en dirección de la voz hasta llegar a una casa totalmente en llamas. La pequeña se acercó a la casa e intentó abrir la puerta pero esta estaba totalmente atascada. Corría en circulos buscando una entrada o salida, pero solo encontró una pequeña ventana. Los gritos habían cesado hace un rato. Cuando consiguió alcanzar la ventana se encontró a su padre tirado en el suelo. Sus lágrimas no se hicieron de esperar.

Un golpe en el costado la alejo de la casa. Rápidamente se levantó encontrándose una mirada conocida.

-Tú, bajate de mi caballo ahora mismo - dijo con asombro.
- Por supuesto princesa, pensabas que iba a ser siempre un simple guerrero de la guardia real. Le pedí la mano a tu padre cuando naciste y sabes que me contestó. - dijo entre risas mientras se acercaba a Jennie.
- Que podrías ser mi padre - contestó con orgullo la princesa.
- Exacto. Es una pena que tu padre haya muerto y tu madre se encuentre huída, se van a perder como me convierto en tu esposo -dijo mientras acariciaba la cara a la pequeña y reía.

Pero la felicidad es pasajera, sobre todo, cuando en mitad de un asalto te olvidas de cubrir tus espaldas. Un flecha atravesó el cuello matándolo en el acto. Jennie sintió dos pares de manos pequeñas agarrandola para levantarla y poder huir. Entre las tres fueron capaces de montar en  Othar, el caballo que el rey Kim había regalado a su hija nada más nacer. 

Rosé se encargó de dirigir a Othar entre el bosque mientras que Lisa iba agarrando a Jennie, ya que esta quería volver y salvar a su pueblo. LLegaron a una esplanada donde se encontraban las pocas personas que habían conseguido huir, entre ellos, la reina Chaerín Kim. Ayudaron a bajar a las niñas del córcel y rápidamente se asustaron al verlas llenas de sangre. Por suerte la sangre no era de ellas, sino de los dos guardias que habían matado para poder huir. 

Jennie se acercó a la colina para ver por última vez su hogar. Este estaba totalmente destrozado y en llamas. Sus fieles amigas la siguieron pero guardando distancia. La joven no pudo evitar cerrar el puño y llorar de impotencia mientras el sentimiento de venganza iba naciendo en ella.

-Jennie, hay que irse. -rompió el silencio Rosé.

-Vamos, si nos pillan aquí nos matan, volveremos. -Dijo Lisa agarrando de la mano a Rosé y Jennie.

- Gracias chicas por venir a salvarme, y Rosé buen tiro. 

Un nuevo día comenzaba para esas tierras que se había ido a dormir con un rey mientras que se levantaba con otro. Sin embargo, ese acto ruín iba a ser el eslavón de la pequeña leyenda que esa misma noche comenzaba a forjarse.

Hola, hola. Aquí estamos de nuevo. Sé que Alejandro Magno fue un gran rey, pero yo lo modifique un poco. 

Espero que os guste la historia y si queréis decirme ship que queréis que aparezcan de lo dejais en comentarios. 

Me gustaría leer vuestras posibles teorías de por donde va a girar la historia. 

Las actualizaciones van a ser lentas y este inicio es como mi autoregalo de cumpleaños 🤣.

Age of Empires( Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora