El tiempo había pasado y los rumores de que la hija menor del antiguo rey Kim estaba viva se hacían cada vez más fuertes. El destino quiso que el reino siguiera bajo el mandato Kim, pero nada tenía que ver entre los dos reyes. El nuevo se había ganado el respeto a base de miedo e impuestos. El pueblo estaba harto de las guerras sin sentido contra Japón y Silla, el otro gran reino de la comarca coreana. Estos intentos de conquista solo ocasionaban más pobreza, ya que ambos reinos derrotaban una y otra vez a las tropas del rey Kim.
Hacía una semana que el rey había enviado otra oleada de 300 hombres contra la familia Im, emperadores del reino de Silla. Sin embargo, un jinete asomaba por los linderos del reino. Su aspecto era bastante lamentable, prácticamente iba medio muerto sobre el caballo. Rápidamente el guardia de la puerta avisó al rey. El caballo se paró justo enfrente de la puerta, que daba entrada a la ciudad. Por más que el jinete le diera con los talones, el córcel no se movía del sitio.
Pasaron unos veinte minutos hasta que su majestad llegó al lugar. No venía solo, pues su hija y hereda al trono le acompañaba. La joven era totalmente opuesta a su padre, para ella estas guerras eran absurdas ya que pensaban que podían unir sus reinos para marchar hacía occidente. Tanto su madre como su padre planeaban casarla con algún principe de un reino fuerte, pero tanto los Minatozaki como los Im habían tenido hijas. Aunque para Jisoo ese no era el principal problema, sino que ella deseaba casarse con quien amase.
El rey desmontó de su caballo junto a la guardía real. La única que no desmontó fue Jisoo, no sabía el por qué, pero aquello no le daba buena espina. Desmontaron al joven jinete del caballo y le dieron agua para que comenzará a contar. En ese instante el córcel se movió del sitio para colocarse justo detrás de la joven princesa.
-Mi rey, nos emboscaron. No veíamos nada, había mucho humo, las flechas venían de todos lados. Se movían muy rápido, como si se conocieran estas tierras -Dijo con las voz entrecortada.
- ¿ Cuántos eran? ¿ Y por qué estas vivo? -Pregunto el rey con asombro.
- Eran unos 10. Iban enmascarados, pero tenían un lider. Él me dio esto -dijo casi sin aliento.
En cuanto el rey tomo la nota, una flecha atravesó la garganta del joven matándolo de inmediato. Los guardías rápidamente se voltearon hacia la izquierda protegiendo al rey, que era de donde había venido la flecha. Nadie se dio cuenta que mientras el guerrero estaba dando la nota, alguien había montado el caballo que había traido al joven. Justo en ese instante se escuchó una pequeña explosión asustando a todos los caballos, incluso al de la princesa. Jisoo intentaba tranquilizar a su yegua pero le fue inútil, ya que una mano exterior le tomaba la rienda guiándola hacía en bosque. Justo a la vez de que un jinete salía por la puerta con la espada desenvainada matando a varios guardias.
En menos de dos minutos se había desatado el caos. El rey se encontraba rodeado de guardias pero eso no evitó ver como su hija era secuestrada delante suya. Al secuestrador se le unieron sus dos complices, el arquero y el asesino. Los guardías no pudieron seguirlos ya que todos los caballos habían salido corriendo por la explosión. Nadie entendía nada, debido a que en un abrir y cerrar de ojos habían perdido 300 soldados y a la hereda del trono. Solo quedaba una nota.
-Majestad, ¿ qué decía la carta?. Traere a su hija de vuelta, sana y salva.- Dijo el general.
- Debería cortarte la cabeza ahora mismo. Como has podido dejar que tres personas se llevarán a tu futura esposa delante de tus narices. Manda una patrulla ahora mismo y dobla la seguridad. - ordenó el rey tras leer la nota y entregarsela al general.
Un escalofrío recorrió la espalda del joven al leer la nota. Antes de volver al castillo miro hacía el lugar por donde habían ido los secuestradores. Sabía que comenzaba una partida de ajedrez y que partían con mucha desventaja. Su oponente conocía hasta el último grano de arena de aquella zona y tenía mucha sed de venganza. La nota decía:
'' Yo atacó de cara y con sol. Los Im te envían saludos''
Jisoo no entendía nada. Todo había pasado muy rápido. Los caballos fueron aflojando su galope hasta ir al paso tranquilamente por el bosque. Debería estar aterrada pero algo le decía que conocía a unos de sus secuestradores. Ella era consciente de que no podía hacer nada, no sabía pelear ni donde estaba, ya que sus padres nunca la habían dejado explorar el bosque. Era inútil resistirse, asi que dejó las riendas y se dedicó a mirar el paisaje. Eso provocó que se ganará una mirada de su acompañante.
- ¿ Puedo hacerle una pregunta, Princesa? - le dijo devolviendole las riendas.
- Desde cuando un secuestrador es tan educado. -Contestó la joven.
- Mi padre siempre decía que con respeto se consiguen más cosas que con violencia. ¿ Por qué no has intentado escapar? - dijo con curiosidad.
- Primero porque sería inútil. Tienes a un genio de la flecha detrás mia, antes de que dé dos pasos me mataría. Tampoco sé donde estoy y me da que tú si conoces este sitio, tardarías menos de dos minutos en pillarme, y por último tengo curiosidad como conseguiste que Momo se uniera a ti. Por cierto, gracias por salvarme de ese compromiso aunque yo no pensaba que me ibas a secuestrar. - habló mientras se giraba para mirar a Momo directamente.
- De nada princesa. Y respecto a lo último es mejor que usted misma lo averigüe -Dijo mientras se quitaba el pañuelo que cubría su cara.
- Eres muy observadora. Ya queda poco para llegar a nuestro destino y podrás descansar. No la quiero a usted, pero era necesario tener un as bajo la manga. - comentó mientras también se quitaba la máscara.
Jisoo no pudo evitar poner cara de sorpresa al ver a su secuestradora. Tendrían más o menos la misma edad. Su largo cabello negro iba atado en una pequeña goma, que rápidamente se quitó dejando su melena al viento. Le pareció la persona más hermosa que había visto e incluso se atrevió a soñar en que podían ser amigas. Sin embargo, todo se fue se destruyó en cuanto vio el collar que portaba en su cuello, pues se trataba de la mismísima Jennie Kim. La misma que llevaba atormentando a su padre desde hace unos años, ya que había conquistado varias aldeas del oeste del reino dejandole sin suministros de pescado. Jisoo se llenó de irá de repente, no entendía el por qué o más bien no quería entenderlo.
- Tzuyu, te apuesto una comida a que estas dos se casan -Dijo Momo observando la mirada de las dos jovenes.
- En serio, eres peor que Lisa. Pero acepto la apuesta y la subo. Yo dijo que Jennie va a tener que sudar mucho para meterse en la cama de Jisoo -contestó mientras se reía.
Tzuyu se quitó la mascara nada más salir del bosque. Ante ellas se encontraba la aldea Nambuyeo, una de las conquistas de Jennie. Conforme iban pasando por las calles la gente salía para darle la bienvenida a la joven Kim. Jisoo no podía creer lo que veía, se notaba que toda esa gente estaba a favor de la reconquista. A lo lejos se acercaba una amazona a toda velocidad. Una joven castaña les cortó el paso, no traía muy buena cara. Se acercó a Jennie y le dijo algo que no logró alcanzar.
- Momo, lleva a Jisoo a tu casa. Más tarde me uniré a vosotras. Tzuyu necesito que te armes rápidamente y vayas a la zona frondosa del bosque. Allí te esperará Jeongyeon con Rosé y Wendy. Irene y yo os llevaremos a los pequeños cervatillos hacía allí. - Ordenó rápidamente.
- Han venido a por mi - dijo Jisoo en un susurro.
- Tranquila, no mataré a tu prometido. - Dijo Jennie antes de salir galopando con Irene detrás suya.
- Vamos Jisoo, mi madre nos espera. - le indicó Momo.
Jisoo no pudo evitar mirar hacía en sitio por donde se había alejado Jennie. No sabía porque tenía ese sentimiento de angustia en su cuerpo. Ella debía odiarla, era su enemigo, pero no pudo evitar mirar al cielo pidiendo que todas volvieran sanas y salvas.
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Age of Empires( Pausada)
FantasyLexa, reina de Grecia empieza a conquistar los pueblos de alrededor de su país. En una de sus conquistas conoce a una chica que le quitará el sentido. Tras superar varios escollos deciden conquistar el resto del continente. Mientras tanto en el otro...