T R E C E

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T R E C E

Narra Connor:

Por fin termino de buscar todos los lugares con el logo que me describió Pilar.

Necesito y quiero ayudarla, apoyarla. La quiero demasiado, es mi mejor amiga y me duele que sufra, que no tenga paz, me duele demasiado...

Siempre trato de hacerla reír, de que se sienta cómoda, de que olvide lo que la atormenta. Me preocupa su bienestar, me duele que le duela.

Yo... la amo.

Nunca se lo he dicho porque temo que me rechaze, que se ponga rara conmigo o que me deje de hablar, y eso no es lo que quiero. Además no quiero darle otra cosa en que pensar, darle otro dolor de cabeza, sé que está mal y no quiero ponerle más peso encima.

Entro a la cafetería y me dejo caer en una silla frente a ella con un suspiro, se levanta y se acerca a mí besando mi mejilla. Mi corazón se acelera ante el toque de sus labios.

Le doy media sonrisa y le tiendo los papeles que traigo en la mano. Los toma y se apoya en la mesa

-Estos son todos los que encontré con la descripción que me diste- digo y mi cejas se unen -Un dragón azul, letras blancas- ella los mira con atención arrugando su nariz levemente, se ve tierna -Deberían ser más originales; más de cinco locales en el área con el mismo logo es pésima publicidad- Se ríe y señala cuatro.

-Estos se parecen más, creo que serán los primeros que visite- me pongo de pie y me posiciono frente a ella.

-Pues, ¿Qué estamos esperando? Vamos- sonríe y niega, ella me había pedido que la acompañara pero al parecer cambió de opinión.

Me informó de ello esta mañana y digamos que no lo tomé muy bien.

-Ya te dije que no es necesario, voy a estar bien- me asegura.

-Déjame acompañarte- pido y ella suspira, baja la vista a los papeles.

-No, estaré bien. Lo peor que puede pasar es que encuentre lo que estoy buscando.-Dice amargamente mientras lee las direcciones.

Me pongo serio y siento la preocupación llenarme por completo -Temo por ti, Pilar- le digo suavemente y levanta la mirada, sus ojos se encuentran con los míos profundamente. -Tengo miedo de lo que vas a enfrentar y como vaya a afectarte.- doy un paso hacia ella por impulso y noto como traga saliva -Temo que me excluyas cuando más quiero ayudarte- me sincero con ella y me mira por unos segundos antes de apartar la mirada.

Se retira de la mesa y la rodea para agarrar su bolso, se lo cuelga en el hombro, me paso la mano por el cabello.

Necesito ir con ella, no la puedo dejar sola, no quiero que esté sola en esto, necesito que sepa que no lo está.

Se acerca a mí y posa su mano en mi pecho, temo que sienta mi corazón acelerado ante su toque y mi respiración se corta por un segundo.

-No podría excluirte- Dice mirándome a los ojos -Te necesito. Se que estarás ahí al final del día manteniéndome cuerda y no sabes cuanto lo agradezco. Además eres, literalmente, la única persona en la que confío plenamente- Sonríe y por un momento tengo la esperanza de que me deje acompañarla -Pero tengo que hacer esto, sola -Mis esperanzas se desvanecen y mi respiración se vuelve pesada, mi pecho sube y baja rápidamente.

No sé si rendirme, tal vez ella deba hacerlo sola, tal vez deba dejarla pero no quiero que descubra algo que la destroce y no estar para ella, para mantener sus piezas juntas, para acurrucarla entre mis brazos cuando llore, no quiero dejarla.

Suelto un largo suspiro y coloco mi mano sobre la suya en mi pecho. Respetaré su desición.

-Promete que llamarás cada cinco minutos.- ella ríe.

-Cada diez.

-Hecho- Sonríe y se ve hermosa. La admiro realmente por su fortaleza -Por favor, cuídate- Agrego y ella asiente saliendo con velocidad.

Me dejo caer de nuevo en la silla. No puedo describir lo que siento por ella, lo único que sé es que no quiero perderla.

La amo demasiado.

Asesina (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora