C I N C O

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NOTA DE LA AUTORA:
Bueno bueno queridos lectores, aquí estoy de nuevo, les deseo lo mejor en este día y que la pasen y/o hayan pasado bien.

Ps: no sé a que hora subiré el capítulo.😂

Bueno, los dejo para que lean, recuerden que al final estará la frase del capítulo y que no tiene nada que ver con este mismo.

Lean:

C I N C O.

Resulta que me equivoqué.

La mujer, Violet Evans, no era mi madre sino mi tía.

Sé que nunca he preguntado por mi progenitora pero mi padre debió decirnos que ella tenía una hermana. Papá es hijo único y sus parientes más cercanos son primos muy lejanos que ha visto rara vez y que a nosotras nos importa poco.

Pero una tía, eso cambia las cosas.

Violet me dijo que no tenía familia propia, que por viajar tanto por su trabajo había descartado la idea de ser madre.

-Vine a buscarte a tu casa, busqué información de ti y así di contigo.- en este momento ya estábamos sentadas en una mesa cerca del ascensor.

Sé que tal vez fue algo arriesgado creer en la palabra de una desconocida pero tengo curiosidad y siento que puedo confiar en ella.

-Mamá nos abandonó hace 12 años más o menos- digo tratando de recordar.

-La última vez que vi a Sofía tenía 4 años- dice con una sonrisa que parece genuina en su rostro.

No dejaba de hablar y toda su información me hacía sentir mareada, tuve que decirle que tenía que llegar a casa temprano y terminar mis tareas del colegio, de igual manera por alguna razón ella no me fue a buscar a casa de nuevo sino que pareció seguirme porque no veo como coincidencia que me haya hallado en el restaurante.

La duda del porqué hizo eso me carcome pero no preguntaré.

Creo que se dio cuenta de mi indirecta pero siguió sonriente, sólo la vi seria al salir, antes de hacerlo aclaró que necesitábamos hablar.

Me dio su tarjeta, yo le di mi número y suspiré de alivio cuando se fue; guardando su número en mis contactos como "Número desconocido" y tirando la tarjeta.

Lo admito, esa visita aún me tiene tensa, si es que se le puede llamar visita. Mi primer pensamiento al verla casi me paraliza el corazón. Fue vergonzoso que me viera con lástima y me dijera que no era mi madre. Todo el tiempo estuve en silencio, escuchando, tratando de procesar, sólo contesté lo que ella me preguntaba directamente.

Aunque tenía cientos de preguntas abrumando mi cabeza.

Pero la pequeña que fui quería saber sobre su madre. Quería preguntar si sabía donde se encontraba, por qué nos dejó, por qué nunca nos buscó.Me daba miedo buscar las respuestas y aun así quería saberlas.

Nunca pensé mucho en ella, cuando se fue, nadie preguntó de nuevo por mamá. Papá quedó destrozado, sí, y supongo que nosotras la extrañamos también, pero si alguna vez pregunté por ella, no me acuerdo. Sofía jamás ha sentido interés.

Sacudo la cabeza y me pongo de pie, tomé camino al edificio.

Decidí no contarle a papá sobre Violet y definitivamente no lo contaré a Sofia sobre esto. No sé el motivo de su visita pero hasta que no lo sepa me lo guardaré para mí.

Mis pensamientos son interrumpidos por el timbre del ascensor, que se abre frente a mí para llevarme al estacionamiento subterráneo. Con un suspiro entro y me abrazo a mí misma mientras las puertas se cierran; un chirrido me informa que el elevador comienza a descender.

Los siete pisos para llegar me impacientan, sí, el restaurante es en la azotea, todos siguen en el restaurante así que supongo que estacionamiento estará vacío, como el elevador, están solos lo que me pone nerviosa.

Mi piel se eriza y me pego a la pared del cubículo, en una esquina, para tener vista de todo el ascensor. Le doy una mirada al espejo en forma rectangular de la esquina, en el que está la cámara y entrecierro los ojos cuando noto una figura distorsionada a mi lado.

Un escalofrío atraviesa mi espalda, como un latigazo, y contengo el aliento. Sé que soy yo la que está de pie en el reflejo pero también sé que es imposible que mi sombra sea tan oscura con el nivel de luz del ascensor y el ángulo en el que estoy parada.

Aprieto los dientes y no parpadeo, sigo mirando con detenimiento a la sombra que se yergue justo a mi derecha. Trago saliva e inclino la cabeza un poco, notando que mi reflejo me imita pero la sombra no.

Mi respiración se vuelve superficial y no despego mis ojos de la imagen del espejo distorsionado. Siento frío de nuevo y la angustia se propaga por mi sistema.

Quiero voltear pero no me atrevo. Los mechones que escapan de mi coleta y caen cerca de mi cara, se mecen ligeramente, como si una exhalación bailara con ellos.

Me estremezco, detectando a la presencia que se impone junto a mí. Aprieto mis ojos y me centro en mi pulso acelerado por la angustia.

Necesito ser valiente, no quiero tener miedo. Respiro hondo y abro los ojos para enfrentar mi temor, pero cuando mi vista cae en el lugar no hay nada y las puertas del ascensor están abiertas.

No pierdo tiempo y salgo a trompicones del elevador.
Saco las llaves de mi bolso lo más rápido que puedo sintiendo un escalofriante hormigueo en mi nuca.
Me abruma la idea de que esa presencia me persigue, creo que me observa, que viene tras mí.

Un nudo se atasca en mi garganta y logro divisar mi auto a unos diez metros de mí. Comienzo a trotar o más bien correr hacia él y las luces no ayudan mucho, ya que comienzan a parpadear como en esas estúpidas peliculas de terror.

Suelto un grito cuando duran más de 5 segundos apagadas y tropiezo con mis propios pies; no caigo pero mis ojos se vuelven cristal, no logro ver con claridad, me siento vulnerable, débil, con pánico, estoy asustada, tengo miedo.

Un terror irracional que me cala hasta los huesos.

Ese temor me atrapa, me dice que sea valiente, que mira sobre mi hombro, que me detenga y gire, que mire, que busque, que encuentre a esa sombra en la oscuridad.

Abro la puerta del auto y entro de un salto. Asustada sollozo, dejo las lágrimas fluir, me quiebro dejándome ver vulnerable de nuevo con mis mejillas bañadas en aguas saladas.

-¿Por qué no vienes?- Sisea el viento y grito aterrorizada antes de salir del lúgubre lugar.

Frase de hoy:

No vemos a los demás como son, sino como somos nosotros mismos.

-Emmanuel Kant.

Nota de la autora:

Hola pingües... de nuevo😂

Espero que les guste.

Gracias por la espera.

Nos vemos...




Y...

Asesina (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora