V E I N T I D Ó S

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Frase:

Podemos elegir entre ser víctimas del mundo o aventureros en busca de nuestro tesoro.

Tengo una mal presentimiento.

Conduzco despacio, sintiéndome particularmente agitada. Llamo a Raquel para confirmar y me pregunta si encontré un buen vestido.

-Oh sí, es perfecto- respondo distraída y ella grita lo feliz que está.

-¡Soy la mujer más feliz del mundo! ¡Quiero que sea de noche ya! Tenemos planeado... Oh no, no diré nada hasta que estemos todas juntas ¡Me muero de la emoción! ¡Las noticias que tengo, mi vestido! ¡Ah!- Chilla extasiada -¡Nos vemos en un rato!- Cuelga.

Como siempre no dije nada mientras parloteaba.

Suena tan entusiasmada que me crispa.

Frunzo el ceño, confundida, y relajo los hombros, avanzando lentamente por la calle que lleva a mi casa. Me detengo en la cochera y apago el motor, pero no me bajo. Apoyo las manos en el volante y trato se descifrar porqué me siento tan molesta otra vez.

Es obvio que estoy celosa, pero ¿Por qué? ¿Es porque aún amo a Austin? Pienso en sus resplandecientes ojos verdes y cosquillean los recuerdos. Tantos dolorosos y maravillosos recuerdos.

Pensar en ellos no me provocan los mismos sentimientos de antes ni siquiera nostalgia, solo calidez. Entonces eso no puede ser, no lo amo. Cierro los ojos cuando cierta mirada se cuela en mis pensamientos, alterando el tranquilo ritmo de mi corazón.

No, no puedo permitirme pensar en Connor.

Abro los ojos y suspiro, centrándome en Raquel, ¿Estoy celosa de ella? ¿Celosa de que mi mejor amiga tiene todo lo que quiere mientras yo estoy sumida en el miedo y la desesperación? ¿De que quizá su felicidad la consiguió a mi costa?

Bufo, luchando contra la ira que intenta tomarme.

Esa pregunta, esa pregunta me la he hecho por años, pero nunca he sido capaz de hacérsela a ella. ¿Cómo podría cuestionarle, a la que entonces era mi mejor amiga, si durmió con mi novio? No. En aquel tiempo era mi mejor amiga, éramos inseparables, sabía cada detalle de mi difícil relación con Austin.

El vaho baila a mi alrededor cuando exhalo y me doy cuenta de que mis nudillos están blancos de tanto apretar el volante entre mis manos. Aflojo mi agarre y salgo del auto. Sé que Sofía no vendrá y que mi padre volverá hasta mañana así que cierro la puerta con llave y me dirijo a mi habitación.

Sigo sintiendo un hormigueo en la nuca y me hace enojar. Odio la constante sensación de no estar sola, pero odio más lo fácil que se me vuelve últimamente enfurecer y perder el control.

Busco m móvil y me tiro a la cama. Veo un par de mensajes de Connor preguntándome si ya me fui y por qué, también los de Camille sobre la reunión de esta noche y busco el número de Violet.

Dudo entre llamarla y esperar y termino dejando el celular a un lado de la cama. Me llevo las manos a la cara, sorprendiéndome al notar que voy quedándome dormida.










Esta es una pesadilla diferente.

La oscuridad que me envuelve me hace sentir en un peligro difícil de explicar. No temo a algo que está ahí afuera; es distinto, más peligroso, más oscuro que cualquier otro sueño que haya tenido.

Es un simple sentimiento: odio.

Odio en el estado más puro que he sentido jamás.

Y me tiene tan aterrada como cautivada.

Estoy en medio de la nada, en el centro de todo. Mi respiración es tranquila, mi visión nula y aunque estoy paralizada justo donde estoy, siento que me desplazo. Floto. Mis labios se abren y no se sienten propios, no los controlo.

-Estoy cansada de huir- Susurro. Mis palabras huecas hacen eco en mis oídos -Quiero que me muestres- Alargo la última letra en un siseo amenazante y me provoca un escalofrío.

Algo se mueve a mi alrededor, lo percibo más que verlo. Debería sentirme intimidada y asustada, pero me siento en calma, a pesar de la sensación de peligro que titila en el fondo de mi mente.

-Te he estado esperando- La voz conocida hace que mi corazón martille con fuerza contra mi pecho. Y aunque algo en mi interior quiere girarse para buscar la fuente o correr lo más lejos posible, mi cuerpo se queda justo donde está.

Sonrío pero no quiero hacerlo, y aun así mis labios está curvados hacia arriba, esperando, eso es lo que hago, estoy esperando algo. No tengo idea de qué.

-Es tiempo de que me los devuelvas- digo, cayendo sobre mis rodillas con un ruido sordo, inclinando la cabeza.

Cierro los ojos y unos dedos helados se posan sobre mi cabeza. Me agito internamente pero continúo sin moverme ni un milímetro, solo me limito a cerrar los ojos con satisfacción.

-No- Escucho esa voz de nuevo antes de que un punzante dolor me haga gruñir y apoyar mis manos en el suelo. Es intenso y penetrante, cala hasta mis huesos y empieza donde los fríos huesos se habían posado.

-No- se repite la negativa y el dolor aumenta con tanta fuerza que mis ojos se llenan de lágrimas y tengo que apretar los dientes para no girtar.

Entierro las uñas en la oscuridad del suelo, sintiendo algo terrible crecer en mi vientre y subir hasta mi pecho. Empiezo a negar energéticamente, cerrándole el paso a la ira que empieza a burbujear dentro de mí.

Una parte de mí desea tanto que ella tome el control para ya no sufrir más, pero la otra recuerda las terribles cosas que esa maldad me ha mostrado y lo único que deseo es que desaparezca.

Grito rabiosa cuando unas manos tocan mis muñecas y me hacen ponerme de pie, puedo percibir la presencia justo en frente de mí, pero tengo los ojos cerrados.

El agarre en mis muñecas se intensifica y un sollozo escapa de mi garganta, suplico mentalmente que por favor me deje en paz pero mis ruegos son en vano.

Encuentro entre mis pensamientos la petición de abrir mis ojos y en contra de lo que quiero, le obedezco. No sé como logro vislumbrar esos ojos brillantes y oscuros llenos de desprecio y odio, mirándome a centímetros de mi rostro, en esta cruel oscuridad.

Pero lo hago, los veo y la rabia en ellos es casi palpable. Los observo sin titubear y me pierdo en ellos.

-No estás lista- Gruñe molesta mi voz pero no sale de mis labios. Es de nuevo ella; quien me persigue, quien me tortura, quien me muestra los horrores que me deparan y el terrible ser que soy.

Cierro los ojos y siento su agarre desaparecer, empujándome a un abismo, dejándome vacía y trayéndome a la conciencia del despertar, con un único y firme pensamiento.

Es tiempo.









Asesina (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora