Capitulo 22 // Carrera de Carros 2.0

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P.O.V Elizabeth.

A la mañana siguiente, todos hablaban de la carrera de carros, eso si, miraban con inquietud al cielo como si esperaran que apareciera una bandada de pájaros del Estínfalo.

No apareció ninguno, por fortuna.

Era un hermoso día de verano, con el cielo azul y un sol resplandeciente. El campamento empezaba a recuperar el aspecto de siempre: los prados verdes y exuberantes; las blancas columnas de los edificios, relucientes al sol, y las ninfas del bosque jugando alegremente entre los árboles.

Yo, en cambio, me sentía fatal. Me había pasado toda la noche despierta, Hestia me visito prácticamente solo para decirme.

—¡Hola! Me alegra que estés bien. Bueno, de vuelta al trabajo y cuídate.

La curiosidad que tenía de saber que decía la carta y de ver el contenido del paquete me comía la cabeza. Y el pequeño mensaje en la casita de madera también: Prepárate.

¿Pero para qué? Hestia no me diría aquello sin una buena razón, sabía que algun peligro me acabaría arrollando a menos que estuviese preparada.

No era fácil, pero intenté centrar todos mis pensamientos en la carrera.

Mientras Clarisse y yo guiábamos nuestros caballos hacia la pista, no pude dejar de admirar el trabajo que Charlie había hecho con el carro de Zeus, los tres habíamos formado una alianza entre cabañas para la carrera.

Clarisse y yo nos pusimos nuestras togas sobre la ropa para la carrera.

Charles nos había fabricado también dos jabalinas, a cada una con tres botones en el mango.

El primer botón dejaba la jabalina lista para explotar al primer impacto.

El segundo botón hacía aparecer en el extremo de la jabalina una punta roma (pero no menos dolorosa), diseñada para derribar de su carro al auriga.

El tercer botón accionaba un gancho de combate, un extremo servía para enganchar el carro del enemigo y del otro lado salía otro gancho que quedaba aferrado al suelo y así poder detenerlo.

Pensaba que estábamos en buena forma para la carrera, pero Clarisse me advirtió que tuviera cuidado. Los otros equipos llevaban gran cantidad de trampas ocultas entre sus togas.

Mientras llegábamos a la línea de salida por mi cabeza pasaron tantas cosas, el viaje al mar de los monstruos, Artemisa, Apolo, el princesa Andrómeda, el spa de Circe, aquellas dos chicas, Polifemo, Percy, Annabeth, Clarisse, mi padre y la advertencia de Hestia, todo eso pasaba por mi cabeza, todo en ese viaje había valido la pena completamente.

—¡Elizabeth! —gritó Clarisse sacándome de mis pensamientos—. ¡Vamos!

Papá ya estaba en la línea de salida, listo para hacer sonar la caracola.

Subí al carro y tuve el tiempo justo para situarme en la línea de salida antes de que Quirón diese la señal.

Los caballos sabían lo que tenían que hacer. Salimos disparadas por la pista a tanta velocidad que me habría caído si Clarisse no me hubiera agarrado del cuello de la polera.

Las ruedas giraban maravillosamente.

Dimos la primera vuelta, los hermanos Stoll, de la cabaña de Hermes, estaban atacando nuestro carro y por delante iba el carro de Percy y Annabeth.

—¡Ya os tenemos! —chilló Travis el auriga de Hermes.

—¡Eso crees tú! —grite.

Eché mano de mi jabalina y se la arrojé a Travis.

Elizabeth y El Mar De Los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora