Capítulo 14 // Balneario C.C.

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P.O.V Percy.

Desperté en un bote de remos y estaba recostado en las piernas de Elizabeth. Annabeth estaba sentada a mi lado, iba orientando la vela para avanzar en zigzag.

Intenté incorporarme y de inmediato me sentí mareado.

-Descansa -me dijo Eli- Vas a necesitarlo.

-¿Estan bien? ¿Que pasó con Escila?

-Esta en el fondo del mar -dijo desviando la mirada - la petrifique, es bueno tener la ensencia de Medusa en mi escudo. -Forzó una sonrisa

Eso sí era sorprendente, Tyson no lo creerá, espera un segundo...

-¿Y Tyson...?

Elizabeth negó con la cabeza.

-Lo siento mucho, Percy.

Guardamos silencio mientras las olas nos sacudían.

-Quizá haya sobrevivido -dijo Annabeth, aunque no muy convencida-. Ya lo sabes, el fuego no puede matarlo.

Las olas rompían contra el bote.

Annabeth me enseñó algunas cosas que había logrado salvar del naufragio: el termo de Hermes (ahora vacío), una bolsa hermética llena de ambrosía, un par de camisas de marinero y una botella de Seven Up, y también había encontrado la mochila de Elizabeth.

Navegamos durante horas.

Ahora que estábamos en el Mar de los Monstruos, el agua relucía con un verde todavía más brillante, como el ácido de la hidra. El aire era fresco y salado, pero tenía además un raro aroma metálico, como si se aproximará una tormenta eléctrica, o algo aún más peligroso.

Yo sabía en qué dirección debíamos seguir. Y sabía que nos hallábamos exactamente a ciento trece millas náuticas de nuestro destino, en dirección oeste noroeste. Pero no por
eso lograba sentirme menos perdido.

Sin importar en qué dirección virásemos, el sol siempre me daba en la cara. Compartimos unos sorbos de SevenUp y utilizamos la vela por turnos para resguardarnos un poco con su sombra.

También hablamos del último sueño te tuve sobre Grover.

Según Annabeth, teníamos menos de veinticuatro horas para encontrarlo, y eso dando por supuesto que mi sueño fuese fiable y que Polifemo no cambiara de idea e intentara casarse antes.

-Sí -dije amargamente -. Nunca puedes fiarte de un cíclope.

Annabeth fijó la vista en el agua y Elizabeth sintió curiosidad por sus zapatos, seguro no quería involucrarse en una disputa.

-Lo siento, Percy. Me equivoqué con Tyson, ¿vale? Ojalá pudiera decírselo.

Bajé la vista para examinar nuestras escasas pertenencias: el termo vacío, el bote de vitaminas. Me acordé de la mirada rabiosa de Luke cuando intente hablarle de su padre.

-Annabeth, ¿cuál es la profecía de Quirón? -dije con la vista pérdida en el mar.

Ella frunció los labios.

-Percy, no...

-Ya sé que Quirón prometió a los dioses que no lo diría. Pero tú no lo
prometiste, ¿verdad?

-Saber no siempre es bueno.

-¡Por favor Annabeth, tu madre es la diosa de la sabiduría! -dijo Elizabeth, parecía que quería saber más del tema.

-¡Ya lo sé! Pero cada vez que un héroe se entera de su futuro intenta cambiarlo, y nunca funciona.

-Los dioses están preocupados por algo que podríamos hacer cuando crezcamos -aventuró Eli -. O sea, cuando cumplamos los dieciséis. ¿Es eso?

Elizabeth y El Mar De Los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora