Capitulo seis.

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- Samantha White - al escuchar mi nombre más fuerte, levanté mi cabeza, encontrándome a la anciana que me hace física, - si tiene tanto sueño, vaya a dormir a dirección, -- no tenía ganas de protestar, así que solo me levanté de mi asiento -- y de paso me trae una citación --. Mierda.

Al salir de la sala, no me dijirí a dirección, simplemente fui a las canchas de pasto a despejar un poco mi mente. No tengo idea del porqué, pero me sentía un poco abrumada. Las gradas estaban desoladas, ningún alma estaba encima, ni debajo de ellas. La cancha estaba vacía, quizá se debía al clima que parecía iba a llover.

Me senté en uno de los asientos más altos, me puse mis auriculares y prendí un cigarrillo. No era marihuana, pero de todos modos ayudaba a despejarme.

Los pensamientos viajaban por mi cabeza, tenía demasiadas cosas que me abrumaban, pero había una en especial que siempre volvía a mi en momentos así; mi padre. Él ya no se encontraba conmigo hace dos años y medio. No alcancé a despedirme, solo se fué de mi vida, dejando un vacío grande en ella. En momentos de tranquilidad y relajación mi mente divaga en esos recuerdos, prefería centrarme el los buenos que pasaba con él, los malos, simplemente los olvidaba, porque no necesito mierda de él, ya la tuve.

Di la última calada del cigarrillo antes de que tocara el timbre, dando a entender de qué la primera hora de clases había terminado. Cuando estaba por cambiar la canción, sentí una ligera presión en la parte trasera de mi cabeza, la cual duró menos de un segundo. Al mirar por donde había sentido esa presión, no habla nada por la altura, así que miré hacia abajo, donde estaba Cameron haciéndome señas para que baje.

Seguía enojada con él, por lo que volví a mi posición inicial, reproduciendo la canción que buscaba. Cameron siguió insistiendo, pero yo no pensaba en hacerle caso, no más.

Creo que no entiende mi indirecta, bastante directa.

--¿No te dije que bajaras? -- preguntó una vez que se posicionó frente a mi.

-- ¿Por qué tendría que hacerte caso? -- le respondí con indiferencia, -- en especial a tí.

-- ¿Qué te sucede, acosadora? -- rió. Aparte de que estaba ya muy cansada por lo de anoche, este se hacía el desentendido.

Ya estaba harta y recién eran casi las diez.

-- Cameron, creí que eras idiota, pero no creí que fueras extremadamente bruto e imbécil --. Me levanté bruscamente, provocando que él se tambaleara.

Quería ir en dirección a la cafetería, ya que la señora que hace el almuerzo me trata bien y no le dirá a nadie que no estoy en mi clase, además me gusta escuchar sobre las historias de sus ex maridos. Pero no todo es tan perfecto como se planea, porque en el momento en que iba a bajar un escalón, Cameron tironeó fuertemente de mi antebrazo, provocando un fuerte ardor en este. Quedamos a pocos centímetros de distancia, por lo que podía apreciar unos pequeños bellos en su barbilla.

-- No sé que mierda te sucede conmigo o si sabes con quién te metes, pero tú actitud de mierda me está hartando.

Quise soltarme, pero no pude y al mirar sus ojos, me dificultó distinguir el azul de estos, -- ¿No sabes que mierda me pasa?

-- Si supiera no estaría así, ¿No crees?

-- ¡Me tiraste a una puta piscina congelada! -- estaba haciendo el show de mi vida, pero está situación ya me hartó, -- ¡Lo que me provocó una gripe que quizás aún tengo!

No dijo nada, solo bajó su mirada. Segundos después escuché una grave risa, seguida de un movimiento de cabeza, indicando negación.

-- ¿Enserio te enojaste por una puta broma? Samy, enserio no aguantas nada --. Finalmente soltó su agarre, así que no esperé más tiempo y me fui de ahí.

B L A C KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora