Capitulo diez.

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-- Samantha, han pasado cinco días desde que te levantaron el castigo y no has venido a mi casa, ¿ya te harté, verdad? -- dijo fingiendo sollozos.

Rei por eso, -- No es eso, solo que estoy ocupada con el trabajo de Biología.

-- ¡Eres una mentirosa! El informe se entregó ayer, y sé que lo entregaste porque le pregunté al profesor, -- rodeé los ojos, -- si no vienes ahora, nuestra amistad queda aquí.

-- Pero, -- intenté protestar, pero esta me corto.

Si, mi castigo estaba levantado desde el día en que fuí a casa de Cameron.

En estos días lo he estado evitando en clases y en los recesos, aunque no es que me estuviera rogando, solo me dijo si estaba enojada el día después de haber estado en su casa, los siguientes días no me tomó en cuenta.

Después de esa charla con mi padre, decidí quedarme en casa después del instituto, despejar mi mente y relajarme. Sobretodo después de oír “eres muy pequeña para estar pensando en chicos” unas diez veces a lo largo de la visita.

Al salir de mi casa, la brisa de la tarde golpea mi cara y desordena mi cabello liso. Supuse que Raquel no me dejaría ir esta noche, por lo que mi madre me dejó quedarme a dormir, con la condición de llegar a las once de la mañana.

Tocó el timbre de la casa de mi amiga, con el “buenas tardes” en señas memorizado, por si el papá de Raquel me abre. Para mí suerte, mi amiga me abre con la mitad de la cara maquillada.

Esta me tomó del brazo, llevándome con rapidez a su habitación-- ¿Para qué me pides que venga si vas a salir con Marcus?

-- ¿Quien dijo que con Marcus?

-- Yo no iré a ningún lado.

Esta bufó, buscando ropa en su armario completamente desordenado. -- Vamos a ir a una fiesta, y Marcus nos va a llevar.

Me tiré en la cama, -- Yo pensaba en películas, Snacks y madrugar.

Sentí ropa en mi cara, -- Yo ya preparé el panorama para hoy, así que te cambias eso que traes y te pones la ropa que elegí especialmente para ti.

Ví lo que había en mi cara y decidí solo elegir la parte de arriba, un crop top negro y una chaqueta de mezclilla, que combinaban bien con mi jean negro. Empecé a ponerme las prendas mientras mi amiga se maquillaba.

Esta noche debo olvidarme del sentimiento que provocó Cameron. Olvidar todo lo que pasó ese día y el día del partido. Solo es un chico más. No soy ni seré el juguete de nadie.

Cepille mi pelo, me puse rimel y un bálsamo labial. No soy mucho de maquillarme, me gusta ser más natural, aunque Raquel insista en ponerme base, rubor y todas esas cosas, yo la rechazo. Unas vez lo intenté y al ser tan principiante mi cara quedó hecha un desastre.

Una bocina se escuchó en la parte de abajo. Mi amiga bajó corriendo, yo fuí a saludar a su mamá y luego bajé. Cerré la puerta y mis ojos vieron una camioneta que reconocía a la perfección.

No puede ser.

Se suponía que debía venir Marcus, no él.

El oxígeno volvió a mi cuerpo cuando en el asiendo de piloto estaba el novio de mi amiga.

Me sonrió, -- Hola Sam, ¿Estás bien? Te ves pálida.

Negué y subí en el asiento trasero, sintiendo arrancar la camioneta.

No podía ser coincidencia. Si Marcus tenía el vehículo de Cameron, podría ser que nuestro destino fuera su casa.

Mierda, no.

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