Capítulo VII.

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- No es necesario que entres aquí conmigo.- digo al pelinegro.

El me mira algo molesto y asiente.

- Ya te dije Atenea, son órdenes del jefe.- responde.

Suspiro molesta.

Entro a la tienda llamado la atención de todas las mujeres, realmente es algo raro que un hombre entre a una tienda exclusiva para mujeres, a menos que sea gay.

Pero realmente Ryan, no aparenta serlo.

Es demasiado guapo y caliente, para serlo.- pienso.

Escojo unas cuantas prendas y me dirijo a la caja para poder pagarlas, aunque Ryan intento pagar mi cuenta ya que eran órdenes de Adriano, pude convencerlo de pagar yo mis propias cosas; salimos de la tienda y nos dirigimos a la camioneta.

- Espera.- digo llamando su atención.

El me mira esperando una respuesta.

- Quiero ir por un helado.- inquiero.

El niega.

- Espera me dijiste que ¿no?.- cuestionó molesta.

- Lo siento, Ryan me ha pedido que te lleve a su apartamento temprano, ya qué el necesita hablar contigo. - responde con algo de ¿molestia?.

Lo miro por un momento y niego.

Tiro las bolsas al piso y salgo corriendo dentro de la plaza, corro lo más rápido que puedo como si mi vida dependiera de ello, captó algunas miradas de personas pero realmente no me importa, es el primer día en que tengo seguridad y Ryan me abruma.

No sabe decir otra cosa que no sea "No" y "Son órdenes de Adriano o del jefe", realmente me vale muy poco, lo que De Santis quiera.

(***)

Adriano POV.

-¡MALDITA SEA!.- gritó. - Te puse a ti por qué no me ibas a fallar, ella puede estar en peligro.

- Tranquilo Adriano.- Ya la están buscando...No pensé que te importara tanto esa chica.

- Vete al infierno.- contesto molesto.- Tenías que buscarla tú- digo señalándolo.- Y si me importa es mi problema, no el tuyo.- contesto molesto.

Me levanto de mi asiento y salgo de mi oficina dejando a Ryan completamente sólo.

No puedo creer qué le pongo algo tan fácil de hacer y no es capaz de poder realizarlo correctamente.

He mandado a mis mejores hombres para que puedan localizarla, antes del anochecer, pero creo que es mejor que también vaya por mi cuenta.

Me dirijo a mi auto, para poder ir a buscar a Atenea.

Enciendo el auto y rápidamente me dirijo a la ciudad.

- ¡MALDITA SEA!.- gritó pegándole al volante.

Sigo recorriendo por más de una hora las calles sin poder encontrarla, cambio de dirección y me dirijo a una pequeña cafetería hogareña, tal vez una bebida caliente pueda relajarme, estacionó el auto cerca y salgo de él.

Entró al pequeño local y mis fosas nasales se inundan del maravilloso olor a café.

Camino hacia una mesa desocupada y enseguida una joven toma mi orden, en lo que espero sacó mi celular para poder checar algunas notificaciones.

- Adriano.- dice una voz a mis espaldas.

Guardo mi móvil y me giro para poder verla.

- ¿Atenea? Te hemos estado buscando por toda la ciudad.- digo molestó.- ¿Querías que te matarán o que?, no entiendes que intento protegerte.

- Lo lamento... ¿Sí?.- responde tomando asiento frente a mi.- Sólo que está situación me abruma.- continúo.- Pero tu oveja mal clonada, logra sacarme de quicios.

<<¿Oveja mal clonada?>> Vaya apodo para Ryan, está muy bueno.- pienso.

Suelto una pequeña risa ante su comentario.

- ¿Cómo diste conmigo?.- cuestionó.

- Para ser sincera, no conozco del todo la ciudad, así que estaba atravesando esta calle y pude ver cuándo saliste de tu auto.- responde con algo de temor en su voz.

- Por favor, no vuelvas hacer eso.- le indico.- Pusiste tu vida en peligro, esa mafia es peligrosa y no estamos completamente seguros hasta donde pueden llegar.

Ella asiente.

Realmente me preocupo demasiado que algo malo le pudiera haber sucedido.

La mesera llega con mi pedido y le indicó que preparen lo mismo para Atenea, ella asiente y se retira,bebo un sorbo de mi café y puedo ver cómo la rubia me observa con sus hermosos ojos azules, los cuales tienen un brillo realmente especial.

- Creó que una foto te durará más.- digo con una sonrisa.

Ella suelta una pequeña carcajada y niega.

- Solo quiero preguntarte algo.- inquiere.

Yo asiento para que continúe.

- ¿Siempre fuiste un mafioso?

<<Vaya, pregunta>>.- pienso.

- No.- suspiró.- Aunque no lo creas fui una persona buena, pero a veces el destino te hace ser cruel y convertirte en la persona que deseaste destruir.

- Sabes... a veces el destino sabe acomodar a la perfección sus cosas, por algo el decido que fueras la persona que eres.

- Y también decido ponerte en mi camino.- digo con una sonrisa.

Ella me mira y puedo ver sus mejillas algo sonrojadas.

- Tu oveja clonada, me dijo que querías hablar conmigo.- dice cambiando de tema.

- Si, de echó...- no termino de hablar, ya que llega la mesera y trae el pedido de Atenea, ella agradece con una sonrisa y la mesera se retira, dejándonos solos.

- ¿Y bien?.- cuestiona después de haberle dado un sorbo a su café.

- ¿Quieres cenar mañana en la noche conmigo?.- le pregunto.

Ella me mira un momento, que para mí se hace una eternidad.

Siendo sincero no se qué me pasa con Atenea, jamás he invitado a una mujer a cenar tan solo las invitó a mi casa o algún hotel para tener algo de sexo, pero con ella siento que debo ser diferente, es tan interesante y hermosa, que merece toda mi atención.

- Sí...porque no.- responde con una sonrisa.

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El rey de la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora