De Grecia a Roma [Adultez]

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Tierras nuevas y desconocidas se alzaban ante ellos que ahora llevaban otro nombre para los mortales y sin embargo, había cosas que no cambiaban por más tiempo que pasara, y saber dónde encontrar al otro, era una de ellas.

Ya ni siquiera podían recordar cuando fue la última vez que se habían visto, pero sí recordaban como había sido el momento. Recordaban buscarse con desespero en medio de todo, mientras su natal Delos se cimbraba con fuerza como si tuviera vida propia

Los ciervos de Artemisa corrían con fuerza y a toda velocidad por las montañas con la misma incertidumbre de todos, nadie sabía lo que ocurría o que sería de ellos de ahora en adelante, pero igual seguían corriendo y los grifos descendieron del cielo a su búsqueda.

El chillido de las fieras místicas llamó la atención de la diosa, como para dejar atrás todo lo que fuera su realidad y exhalar aliviada al verle y oírse llamada por él. Todo lo demás podía esperar, necesitaba verle bien y justo así estaba. Que atrás había quedado la eterna juventud de los ideales veinte años que aparentaron durante milenios y todo lo que Grecia había significado, inclusive se dejó de lado los odios y riñas que se habían fortalecido en ese tiempo

Ahora perfectamente podían aparentar la adultez que hace milenios tenían y sin embargo, comparado con la edad que tenían, verse adultos de 40 seguía siendo verse jóvenes, pero nada de eso importaba, a la hora de la verdad, por encima de toda enemistad, daño, cambio o critica que pudiera existir o se hubieran hecho, se aplacaba y sobrepasaba más el amor y protección de hermanos que pudieran tenerse como para acudir al otro al no verse dónde debían

Grecia se desmoronaba bajo sus pies, sin poder hacer algo al respecto, más que esperar a que emergiera como el fénix. Tenían esa promesa y a ella se aferraban todos, mortales, olímpicos y seres mágicos, ¡tenía que suceder!, no sabían lo que ocurriera de ahora en adelante, pero necesitaban sobrevivir a esto

-MADRE LLAMA- le gritó Apolo desde los aires sin terminar de descender- vamos- ordenó y con prisa se vio seguido por ella que volvió la vista a sus montañas- no mires- aconsejó azotando las riendas- no importa, Artemisa, nada de esto importa, solo nosotros tres, todo lo demás puede colapsar- la regañó en cuanto llegaron al Olimpo- ¡ven!- ordenó extendiendo la zurda que ella tomó y echaron a correr después de liberar tanto ciervos como grifos de sus carros- estarán bien- le prometió esquivando las ruinas de los templos que empezaba a desmoronarse sobre el Olimpo llegando al templo de Leto

-¿A dónde iremos?- dudó reteniéndole de seguir, alcanzando a oír el techo agrietarse- ¿Apolo, dónde está madre?- temió no encontrarla, cada segundo en ese caos era la zozobra misma- no tenemos tiempo de buscarla- aseguró reteniéndole cuando quiso ir a revisar todo el lugar al no verla en el vestibulo

-No, ella... ella estaba aquí, fui por ella- renegó de no encontrarla- ¡MADRE!- llamó y el eco del potente grito agrietó aún más el templo- no podemos irnos sin ella, Artemisa- insistió soltándose de ella cuando le haló para que salieran de ahí

-Tenemos que irnos, ponernos a salvo, es lo que ella quisiera, tal vez... ya esté allá- insistió acunándole el rostro- no podemos quedarnos a buscarla, debemos ir con Hécate- le recordó y logró aplacarle por unos instantes antes de fruncir el ceño y negar

-No me iré sin ella- contradijo soltándose de su agarre- ¡ES NUESTRA MADRE! ¿TE ESTÁS ESCUCHANDO?- la gritó cólerico de solo imaginarse la idea de dejarla a su suerte, pero casi se aplacó de golpe demandando una explicación- ¿Por qué se fue? Ella me mandó por ti, dijo que estabas en tierra, poniendo a salvo a las cazadoras, ya la había traído, solo tenía que esperarnos- renegó golpeando una de las columnas logrando derribarla

Apolo y Artemisa: Una vida contigo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora