Una rosa en el crudo invierno.

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/Frozen no me pertenece, propiedad de Disney/

Lamento los errores de escritura.  

Elsa estaba en su propio mundo. Un mundo donde todo era colores brillantes y alegría. Nada podría arruinar este momento, ni siquiera los incontables broches que ajustaban su cabello para dejarlo en un perfecto estado para la ocasión. Después de todo, era su boda.

Todo fue perfecto, desde las blancas y rojas rosas que adornarían el salón, hasta la más pequeña de los cubiertos finos.

"No hay nada que tu no merezcas" fueron las palabras de su futuro esposo, Hans.

Elsa tuvo lo fortuna de conocer al apuesto príncipe un año atrás. Era como magia, Como la escritura en los libros de romance que Elsa disfrutaba leer. Solo bastó un segundo para que sus miradas se encontraran entre la multitud y un segundo para que sus corazones danzaran con el ritmo del amor.

Elsa nunca fue un creyente del amor a la primera vista, ella disfrutó de leerlo en los libros, pero eso es lo que fueron, solo libros. Pensamientos profundos de un hombre que soñó con el amor y como lo encontraría. Entre tragedia y lucha, al final su amor siempre sobrevivió.

Elsa disfrutaba de esos libros, donde sin importar cuanto lucharan los enamorados, sin importar los obstáculos que el mundo y sus familias se empeñaran en poner, su amor siempre sobrevivió.

Eso nunca pasó en el mundo real.

El mundo real era donde el matrimonio dejaba atrás el romanticismo y se basaba únicamente en política. Como pueden encontrar el amor los dos recién casados cuando su matrimonio se basa únicamente en tratados de paz y expansión de territorios?

Eso no dejaba muchas esperanzas para Elsa. Ella era, después de todo, una princesa. Una mujer nacida en una familia real, cuyo único valor para su reino, era el de una moneda de cambio, una pieza importante que puede ser intercambiada para traer paz y riqueza a su reino cuando los tiempos se vuelvan turbios y turbulentos, una mujer que se encargará de engendrar príncipes y reyes.

No es como si su padre fuera un hombre cruel. Él la amaba, con cada fibra de su ser, con cada latido de su corazón. La protegía como ningún rey hacía con sus hijas. Y Elsa juraba con su vida que su padre nunca la entregaría a un hombre tirano sin antes traer guerra y sangre o la arrebataran de sus manos frías y muertas.

Elsa estaba convencida que su padre traería la guerra a cualquier reino que se interpusiera en su camino y su hija. A menudo lo escuchó en sus oraciones, pidiendo perdón a los dioses, por nacer como un Rey que no dudaría en entregar la vida de sus ejércitos por el bienestar de su familia antes que la de su pueblo.

Pero cuando Hans apareció...

Elsa entendió lo que era el amor. Lo que intentaron de explicar los escritores en páginas y páginas de historias.

Entonces Elsa dejó de pensar; "quien cae en el profundo amor con solo una mirada?" dejó de cuestionarlo y burlarse en silencio cuando escuchó a sus doncellas susurrando entre ellas sobre su nuevo enamoramiento.

Elsa sintió que su respiración se atrapaba en su garganta, con una sensación cohibida en los huesos, atrapada en la mirada del otro como un laberinto en el cual había entrado con los ojos vendados.

Era aterrador y era hermoso.

Una contradicción fascinante y difícil de explicar. Pero supuso que, ese era el amor. Un sentimiento difícil de explicar con palabras y la única lengua que podía explicarlo, era el de los Dioses.

Extraña Bebida (Elsanna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora