Parte sin título 20

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"En mi cumpleaños, mis padres suelen lanzar luces al cielo. Ponen una pequeña vela en el centro y la asen flotar." Murmuró Elsa en un suspiro, recordando todas aquellas noches cuando las luces voladoras iluminaban el cielo nocturno como mil estrellas que parecían estar al alcance sus manos. Eran preciosas y los ciudadanos las lanzaban durante una semana entera. Elsa siempre las miraba desde el gran balcón principal.

Anna frunció el ceño. Miró a la rubia sentada sobre su regazo, Elsa parecía haber reclamado su regazo como su asiento favorito, en cada ocasión que tenía- y si ambas estaban solas- Elsa se dejaba caer sobre el regazo de la pelirroja sin mucha ceremonia, con las manos de Anna acunándola como si se tratara de un niño pequeño.

"Y no están preocupados si alguna de ellas aterriza en el campo y termina causando un incendio?" Anna inclinó su cabeza ligeramente hacía atrás, intentando mirar el rostro de Elsa que había estado oculto en el hueco de su cuello, Elsa sintió el movimiento y se alejó lo suficiente para encontrar la mirada de Anna.

"...Nunca lo pensé realmente" Murmuró Elsa. "Era una niña y la idea de las luces, siempre era mágica para mí, pero... Creo que es por eso que mis padres y el pueblo, las lanzaban en dirección al océano, de esa manera, al caer, lo harían en el agua. Durante mis 19 años, nunca se causó un incendio" Elsa sonrió con orgullo.

Anna negó lentamente, nunca podría entender las extrañas costumbres de Corona o incluso otros lugares. No conocía exactamente muchos reinos, después de todo, ella nunca había viajado con mucha frecuencia a otros reinos, pero ella había leído, y Lady Catelyn, hablaba con fascinación sobre otros reinos.

El silencio a su alrededor era cómodo y muy bienvenido. Las dos se habían estado 'ocultándose' en el salón de cuadros durante las ultimas dos horas, esperando a que el Duque dejara de preguntar por la presencia de Anna y finalmente perdiera su interés en intentar entablar una conversación que únicamente favorecía a Weselton.

Desde la llegada del Duque, no había sido más que un dolor constante en el costado de Anna. El hombre podía ser tan persistente como un perro detrás de un hueso.

Era irritante la idea de tener que ocultarse en su propio castillo para tener un momento de paz.

El salón de cuadro era un lugar donde los siervos preferían no pasar mucho tiempo, parecían tener una regla entre todos ellos, limpiar el lugar únicamente por la mañana y tan rápido como les fuera posible.

La idea de pasar mucho tiempo rodeados de cuadros con hombre y mujeres estoicos y de miradas duras -que parecían seguirlos a todas partes que se moviera- les resultaba espeluznante y completamente aterrador.

Los siervos que entraban a limpiar la habitación, constantemente sentían un escalofrío en su espalda que erizaba los bellos de su cuello.

Era como si nadie fuera digno de estar en la presencia de todos aquellos hombres y mujeres de cabellos de fuego y ojos fríos.

"...Las costumbres de corona, siempre me resultaron... interesantes" Murmuró Anna mientras inclinaba su cabeza sobre el respaldo del sillón.

Elsa se rió entre dientes, rodando los ojos ligeramente antes de volver apoyar su cabeza en el cuello de Anna.

"Aprecio el intento de ser amable, pero puedes decir extraños." Respondió Anna con voz humorística. "Para nosotros, es completamente normal, toda costumbre fuera de su reino, resultará extraña para los extranjeros" Continuó.

"Arendelle también es extraño para mi gente y otros reinos. Nos resultan... muy arrogantes." Los brazos de Anna se apretaron ligeramente en su cintura.

Extraña Bebida (Elsanna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora