Capítulo 5 : Roce

623 57 29
                                    


Las brasas se expandían precipitadamente y dejaban en ceniza todo a su paso. Nada estaba quedando en pie. Ni siquiera sus ganas de seguir avanzando. Su padre estaba perdiendo mucha sangre y estaba inconsciente por culpa de eso. Boruto presionó su herida con una parte de la manga de su hakama y lo arrastró por los hombros hasta la salida que estuviera más despejada, es decir, por el patio. El fuego se estaba aproximando y si no salía pronto, lo terminaría quemando. Masculló entre dientes al sentir los puntazos de todas las heridas juntas. Pagaría bien caro lo que esa mujer había hecho.

La sangre pintarrajeó el piso y dejó siluetas desde la sala hasta los tatamis del jardín. Al depositar a su padre en un lugar seguro, ajustó otra manga en la herida más profunda. Debía llevar a su padre a un lugar seguro para sanarlo. ¿Cómo haría eso? Era arrastrarlo hasta que su cuerpo se lo permitiera. Maldijo para sus adentros y se contrajo del dolor. Se desplomó a su lado y se sujetó al sentir las puntadas. Frunció sus labios reprimiendo el dolor.

—Estúpida mujer, quién demonios....

—Boruto...—escuchó en un hilo de voz. El rubio se incorporó hacia su padre. ¿Había despertado?

—Padre—lo tomó por los hombros preocupado—. No hables, tus heridas...

—Boruto, debes huir de Japón. Debes alejarte de Edo—exigió entre balbuceos—. Si tu abuelo te encuentra. El querrá matarte. No debe saber de ti.

—No entiendo lo que dices—pronunció sin poder contener las lágrimas. Su padre acarició su mejilla, sus ojos azules se volvieron opacos y sonrió débil.

—Tienes las facciones de tu madre, Boruto—él lo miró extrañado mientras sus pupilas se cristalizaban—. Ella...

—Padre, por favor. Háblame de ella. La curandera dijo que poseo el Teiseigan, ¿qué demonios es eso? ¿quién es mamá?

Su padre entornó los ojos hacia arriba, como si estuviera perdido en el espacio y tiempo, como si hablar le doliera. ¿Por qué sus ojos eran tan opacos? Era como si la soledad lo hubiera consumido por completo. No entendía por qué su padre lucía tan apagado. ¿Qué tanto había pasado en su juventud? ¿Quién había sido su madre? Quería saber todo y no sabía cómo. El adulto entrecerró los ojos e hizo una mueca de dolor, frunció sus cejas en señal de molestia y decidió continuar la conversación. Su hijo lo escuchó atento.

—Eres el hijo de Hinata Hyuuga.

Las palabras se grabaron en su memoria como dos puñales. ¿Había escuchado bien? ¿Era hijo de quién? ¿Su madre era...? ¿Su verdadera familia era? Se sentía dolido, traicionado, ¿por qué su padre le ocultó semejante secreto? ¿Por qué...? Su mente estaba confundida. No lograba asimilar lo que había escuchado. Lo hacía con intermitencia. Era como si una parte de su interior no quisiera aceptarlo. Las preguntas se acumularon en su cabeza y ahora que podía hacerlas, no se animaba a saber las respuestas. ¿Por qué su padre lo separó de su madre? ¿Acaso...?

—¿Por qué? ¿Por qué me ocultaste esto, viejo?—inquirió aturdido. Sus ojos se quedaron en shock. Se nublaron por un momento.

Naruto esbozó una débil sonrisa, buscó desesperado la mano de su hijo y la entrelazó, angustiado, rogando que lo perdonara. Cerró sus ojos despacio, intentando detener el dolor que sentía en ese preciso momento, el rubio reprimió un llanto y se aferró a su padre. No entendía por qué su padre le había ocultado la verdad, ¿por qué no se crío como nieto de un feudal? No tenía ni idea. Quería que su padre le dijera todo y no quería cooperar. Cuando Naruto abrió la boca para decir algo, la voz de su amigo Shikadai lo sacó de sus cavilaciones, quien se incorporó a su lado con una expresión consternada. Se arrodilló a su lado preocupado.

Doncella Carmesí (Borusara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora