Capítulo 6 : Claroscuro

549 55 20
                                    


Boruto se encontraba recostado sobre el tatami, observando cómo el agua discurría en el estanque, pensando en la idea de cómo sobrellevar su pasado. Ahora que sabía que era nieto de un feudal, debía pensar qué hacer con su vida de aquí en más. Estaba acostumbrado a su vida como samurai, encontrarse con la idea de ser un posible Shogun, no le gustaba para nada. Era opuesto a su forma de pensar. No quería una vida atareada ni tan presuntuosa. No era su estilo para nada. Suspiró consecutivamente como si eso le diera las respuestas que buscaba.

La primavera estaba acabando. Ya no quedaba tanto para comenzar los calurosos días de verano. Reemplazaría sus hakamas, por un yukata y getas, así como sus pensamientos. ¿Qué debería hacer con Sarada? Amaba a esa mujer y cada día lo hacía más. Y con intensidad. Tanto que no sabía qué hacer con las emociones consumiéndolo. Su padre descansaba a unos metros de él. Todavía tenía que recuperarse de los cortes. La herida no sanaría pronto. Desvió la mirada hacia él, ¿qué haría en su lugar?

—Padre, ¿estás despierto?

—Uhm—masculló entre dientes—. ¿Qué ocurre?

El rubio se puso de pie y se sentó sobre su cola para quedar enfrentado a su padre. Lo miró inexpresivo, su ojo le ardía, una enorme cicatriz cubría la mitad de su rostro. Y su ceguera empeoraba con el pasar del tiempo. El día que se encontrara con su madre, tendría muchas preguntas por hacerle, entre ellas sobre su vista. ¿Por qué perdía la visión cada día? No entendía nada.

—Padre, ¿crees que mi madre me recibirá si la visito?

—¿Qué?—abrió los ojos exacerbado—. Boruto, no hagas locuras. Te dije que tu abuelo no debe saber de tu existencia.

Boruto relajó sus hombros e hizo una mueca de disgusto.

—¿Y no te has puesto a pensar por qué una mujer intentó asesinarte? Dijo que había sido enviada por el Emperador, ¿no te parece sospechoso?

Naruto reflexionó la idea, ató algunos cabos, y entonces sus pupilas se dilataron denotando sorpresa. Su hijo tenía razón. ¿Por qué el Emperador lo enviaría a matar sabiendo su fidelidad como miembro del clan Uzumaki? Algo andaba mal. Tragó pesado. Su hijo tenía un punto. Su suegro era el único que quisiera matarlo, pues el Emperador no se metía en los asuntos de los Shogun, por no decir que su autoridad era casi nula. Miró a su hijo inseguro. No sabía si era buena idea contarle todo sobre su pasado o esperar a que algún día lo descubriera por su cuenta. Levantó la mirada hacia el techo y se concentró en las irregularidades de la madera. Suspiró angustiado.

—Hijo, aún no sé si contarte todo esto. Es algo pesado de digerir.

Boruto presionó sus puños y frunció sus cejas. ¿De verdad pensaba ocultárselo tanto tiempo? ¿Hasta cuándo lo haría? Le molestaba que su padre lo siguiera tratando como a un niño de doce años. Ya era un hombre, alguien que sería el próximo líder de los Uzumaki, y él seguía siendo tan protector como siempre. Odiaba esa parte de su padre. No le agradaba la idea de vivir en una mentira ni mucho menos ahora que todo empezaba a aclararse. Quién imaginaría que saliera tan grave de un combate. Esa mujer había sido muy habilidosa o él no supo responder correctamente. Su cuerpo ya no era el mismo de hace treinta años. Y tenía que aceptar que delegarle el título, también significaba explicarle sobre su pasado. Así quiera o no.

—No quiero que sigas ocultándome las cosas. ¿Por qué te cuesta decírmelo?—su voz tembló por la impotencia.

Naruto bajó la mirada.

—Me apena decirlo—murmuró—. Te he dicho que las mujeres son...

—Después hablaremos sobre tu impresión sobre ellas—interrumpió—. Necesito saber sobre mi madre. Sobre quién es el Shogun de Edo. Eso quiero que me digas—exigió.

Doncella Carmesí (Borusara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora