Capítulo 10 : Inocencia

675 56 28
                                    

Toda su vida se había preparado para ser la próxima heredera al clan Uchiha. Sin embargo, su madre le enseñó todo a escondidas, en especial, porque nadie debía saber que una mujer sería la sucesora de un clan tan imponente. Sobretodo después de saber todo lo que se avecinaba en cuestiones políticas. Lo más importante era permanecer el perfil bajo y fingir que todo iba bien. Sarada se ejercitó y aprendió a utilizar el Sharingan desde pequeña. Hasta que cumplió los trece años y su madre le empezó a enseñar todo para ser una doncella. Debía practicar las artes de la seducción y convertirse en una mujer intelectual. Esas serían sus herramientas más valiosas para actuar como una espía para su familia. Hasta que al cumplir los veinte años pudiera ser la nueva líder del clan Uchiha.

Nunca le habían dicho que enamorarse era obligatorio para una Uchiha. Siempre le hicieron saber que ella era un objeto para procrear. Sin embargo, Sarada no estaba a favor de ese pensamiento y por ese motivo se negaba a ofrecer goce a los hombres que intentaban cortejarla. A todos los rechazaba y evitaba que levanten la dichosa cortina. Todos hasta que llegó él. Hasta que Uzumaki Boruto rompió todos sus esquemas y la obligó a reflexionar sobre sus sentimientos. Jamás se había sentido tan intimidada por un hombre, y no por miedo, solo temía que cuando su corazón se aceleraba, su respiración se entrecortaba y sus mejillas se teñían de carmín. Un único hombre fue capaz de hacer todo eso.

El rubio la había conquistado con su terquedad, su persistencia, su sensibilidad, su sensualidad al dedicarle los Haikus más hermosos que había leído. La había conquistado con su intelecto y su hablar, nada tenía que ver con su físico, todo eso pasó a segundo plano en cuanto lo vio a través de la cortina. Y cuando esta se levantó, cuando hirió a su padre, todo se acopló. Boruto era el hombre que siempre esperó. Alguien que la hiciera sentir vulnerable, con solo su presencia y que quisiera amarla aún con sus demonios.

Entonces ¿qué había hecho mal? ¿Por qué después de tanto coqueteo ya no quería saber nada con ella? ¿Qué había pasado? ¿Su amor solo fue efímero? De ser así, solo era uno más del montón, solo la querría para el rato y para dormir, para tener una compañía en la noche y saciar sus deseos carnales. Tan solo para eso. Pensar en esa idea la lastimaba. La hería profundamente, pues no creía que Boruto fuera así, se lo había dicho las primeras veces al conocerse. Y aún así, todo parecía complicarse y las últimas actitudes demostraban lo contrario. De alguna manera Uzumaki Boruto ya no quería relacionarse con ella. Lo cierto es que era la única culpable de eso...

—Fui una tonta en pensar que era alguien especial—suspiró molesta—. A parte de necio, es un tonto...

Caminó hasta el jardín, el cual todavía seguía un poco húmedo por el temporal de anoche, a pesar de que el sol ya estaba casi en lo más alto. Eran pasadas las once de la mañana y paseaba por el jardín buscando respuestas. Su abanico tapaba su rostro y sus cejas estaban fruncidas. Estaba enfadada y no podía controlarse. Quería arrojar todo por la borda. Los pensamientos la estaban torturando. En primer lugar, ¿por qué le daba tanta importancia? Pues porque lo amaba y le intesaba su opinión. Le interesaba saber su punto de vista de, absolutamente, todo. Se preguntó por qué había retrocedido tantos pasos en poco tiempo. ¿En qué tanto pensaba? No lo sabía.

—Veo que ambas padecemos por lo mismo—enunció la voz femenina un poco más grave que la suya.

Al voltear se topó con una mujer con un kimono rosa y aterciopelado con colores rojizos, sus cabellos castaños recogidos en un rodete y su piel morena, brillante como sus ojos almendras. Sarada notó que era una mujer increíblemente atractiva a pesar de su figura voluminosa. ¿Era la dueña de la residencia? Eso parecía debido al símbolo de la familia Akimichi y el hermoso Kanzaki en forma de mariposa fuscia.

—¿A qué se refiere?—inquirió dubitativa.

—Mal de amores—soltó un quejido la morena y se incorporó a su lado con una sonrisa—. Soy la doncella Chouchou Akimichi.

Doncella Carmesí (Borusara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora