Cuento 23

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─Quítate la blusa.

─No, papi. Por favor, no.

─Dije que te la quites... ¡Ahora!

─Papi, no quiero. No me hagas...

─¡Hazlo! ¡Quítatela! ¡Es una orden!

Apenada, y con lágrimas colgadas de sus ojos, la niña se despojó lentamente de la blusa lentamente. El hombre, al ver la piel desnuda de su hija, no pudo hacer otra cosa que llorar. Se sintió miserable, impotente, furioso. Abrazó a su hija y le dio un beso en la frente.

─Debemos alejarnos de tu madre ─dijo el hombre acariciando a la niña, mientras sus lágrimas caían sobre las quemaduras de cigarro sobre su piel.

Cuentos para monstruos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora