Cuento 4:

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─Doctor, sólo venía por una gripe.
─Tuvo suerte de que detectáramos su apendicitis. Ahora cuente hasta diez de forma regresiva.

La anestesia empezaba a hacer efecto. Las luces se volvían menos intensas. Los enfermeros se fueron de la sala.

─Ah, por cierto – dijo el doctor con una sonrisa – Mi esposa se llama Claudia Alarcón.

Antes de que la anestesia lo venciera, el paciente sintió un abrupto ataque de pánico... al escuchar el nombre de su amante.

Cuentos para monstruos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora