Cuento 24:

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Ella era una asesina.

Había arrebatado múltiples vidas, y lo hubiera seguido haciendo de no ser por la bala policíaca que atravesó su cabeza.

Después de su muerte, inexplicablemente logró abrir los ojos otra vez.

Estaba a oscuras. Trató de moverse, pero un dolor agudo la detuvo. Empezó a retorcerse. Le salieron garras , colmillos y su cuerpo sufrió una grotesca transformación.

No pudo salir de aquel espacio. Ahora ese era su nuevo hogar:

debajo de la cama de un niño.

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