No hay manera correcta de informarte acerca de lo mal que estás.
Pero vaya que las hay para decirte que has sido brillante.
He estado afilando mis palabras poco a poco durante los últimos meses, y si las desvaino, seguro te dejan una herida profunda. Si no es que dos, o más. Muerto, tal vez.
Pero no he venido hasta aquí por venganza, ni por alguna otra razón egoísta.
He venido a abrazarte, besar tus mejillas y apretar ambas manos tuyas.
Has representado para mí más que un simple enemigo con el que finjo exagerada amistad, e intercambio una buena cantidad de palabras educadas y amables. En su lugar, has demostrado ser un honorable contrincante, con estrategias sorpresivas y bien planeadas, y te felicito.
Me has enseñado donde se encuentran muchos de mis puntos débiles, qué debo mejorar, la mejor manera para atacar.
Más que un enemigo, has sido un maestro.
Pero recuerda: alguien debe ganar está guerra, mi querido amigo.
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Mi mente en papel.
RastgeleTodos los acontecimientos dejan su huella. Y asi suena una mente pisoteada por mil.