Jade y Oro

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Ven amigo dejame contarte cómo hemos llegado a esto, todo lo que te voy a contar sucedió de verdad, realmente es una historia muy extraña y seguramente hallarás mi narración difícil de creer, aunque viendo nuestra situación actual no te resultara tan extraña.

Todo comenzó una noche hace unos siete años, eso creo aquí es muy difícil llevar la cuenta del tiempo que ha pasado. Como sea, era una de las últimas noches de verano y ya comenzaba a refrescar, las hojas de los árboles recién empezaban a tomar un bello color dorado, ese día habíamos recibido visitas en casa, unos primos que hace mucho no veíamos a quienes acompañe a la parada del autobús a unas pocas calles de casa. Todo era completamente normal, el coche estaba retrasado unos veinte minutos y el ambiente que rodeaba a la parada comenzaba a llenarse de insultos hacia el vehículo, la empresa y como era de esperar al gobierno, estos nunca deben de faltar. Tras otros veinte minutos mis familiares lograron abordar el transporte hacia su hogar y un par de "señoras mayores" se pudieron desquitar con el conductor, cuando me di vuelta para regresar a casa donde me esperaba el calor de la estufa divisé algo que me llamó la atención. Era una chica de unos veintipocos años, creo que estaba allí desde antes que llegara a la parada, me pareció muy bonita, llevaba su cabello castaño casi dorado recogido es un moño un tanto desprolijo y vestía un buzo blanco de lana gruesa, pantalones vaqueros y unas botas cortas de cuero marrón. Me quedé embobado mirándola un rato y pensando que seguramente estaría esperando a alguien, al rato giró su cabeza hacia mi lo cual me tomó por sorpresa, me hice el estúpido y mire para otro lado mientras retomaba el camino a casa. Esa noche soñé con esa chica y creo que tuve una pesadilla, pero no recuerdo ninguno de los dos sueños.

Durante toda la semana el recuerdo de aquella bella joven aparecía de golpe en mis pensamientos, siempre esperaba poder verla nuevamente en aquella parada o por la zona, pero nada sucedió hasta el siguiente fin de semana. El sábado saldría con unos amigos a una discoteca, me había cortado el pelo, bañado, perfumado y puesto mi mejor camisa, la cual llevaba con varios botones desabotonados, en ese momento era un idiota y pensaba que con eso podría ligar, cuando llegué a la parada del autobús todo fue la misma historia de siempre, el maldito bastardo demoró una hora, la gente se impacientaba y un par de idiotas tomaban vino tirados bajo el porche de un negocio cerrado. Caminando de lado a lado de la parada finalmente logré ver a aquella chica de nuevo, iba vestida de la misma manera que la semana anterior, esa vez tenía que hablarle, con mi camisa abierta seguro que podría hacer que ella cayera a mis pies, así que camine lentamente hacia ella, tratando de parecer lo más seguro posible, cuando estaba por llegar junto a ella el autobús llegó a la parada y me debatí que hacer en esa situación, finalmente decidí tomarme el autobús, no esperaría por nada del mundo otra hora más allí, ya tendría otra oportunidad. Llámame loco pero creo que en ese momento la chica me vio acercarme y estoy seguro que ella me sonrió.

Esa noche en la discoteca obviamente no ligue con nadie, descubrí que a las chicas no les gusta ver el pecho peludo a un borracho, eso si consumí una cantidad enorme de alcohol y de no sé qué clase de mierda mas. Solo se que en un momento dado de la noche todo se puso negro y me desperté en el suelo de mi habitación en un charco que no pude distinguir si era vómito o petróleo por su color negro y olor inmundo, hacía mucho tiempo que no tenía una noche tan salvaje. Realmente me arrepentí en ese momento de haber cambiado mi oportunidad con la chica por una laguna mental legendaria y un vómito extremadamente difícil de limpiar. Finalmente decidí ir cada noche a la parada del autobús para poder volver a ver a esa chica y para por lo menos conocer su nombre. Se que suena un tanto obsesivo pero tenía algo inexplicable que me atraía como nada en el mundo.

Nuevamente pasaron los días y no tuve noticias de la jovencita, casi desistí en mi búsqueda pero decidí hacer el último intento ese sábado, después de todo ella había estado dos sábados al hilo allí las chances estaban a mi favor.

Susurros en la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora