Volvieron a la Ciudadela de los Dragones nada más perder a Ryuichi de vista en el cielo. Se habían llevado a Lukas por un mero despiste que habían tenido, por una equivocación por la que Artemisia estuvo lamentándose todo el rato. Todo había sido su culpa, ¿cómo había sido tan irresponsable de dejar de lado la misión por un capricho personal de escaparse un rato? Ser el Alpha era ser responsable y consecuente con lo que se hacía, y ahora ella había dejado que se llevasen a su mejor amigo por querer evadirse de la realidad que la rodeaba.
Nada más volver a la Ciudadela de los Dragones, Nilsa salió a su encuentro hecha una furia. Estuvo a punto de recriminarles que se hubieran ido sin avisar de no ser porque vio a Artemisia llorando a moco tendido y a Thomas y a Tyr nervioso de miedo. Buscó a Lukas con la mirada, pero al darse cuenta de que no estaba con ellos, se temió lo peor.
—¿Dónde está el Pelofuego? —fue lo único que preguntó.
Pero ninguno de los tres le dio respuesta, así que volvió a preguntar, esta vez ya enfadada:
—¿¡Dónde está Lukas!? —gritó, cogiendo a Artemisia por los hombros—. ¿Dónde está? ¿Y dónde habéis estado? ¡Os hemos estado buscando durante dos largas horas temiendo que hubieran entrado miembros de la Hermandad del Sol Negro a la Ciudadela de los Dragones que os hubieran raptado! ¡Han salido dos patrullas de sekmerun encabezadas por Indra y Nyima a rastrear las calles de Igneo para encontraros!
—Se lo han llevado... —dijo finalmente Artemisia, limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano—. Se lo han llevado y yo no he podido hacer nada...
A Nilsa se le paró el corazón durante unos segundos. Miró a Thomas y a Tyr por si estos le daban más información, pero solo agacharon la cabeza.
Aun sabiendo quiénes se lo habían llevado, preguntó otra vez:
—¿Quiénes? —dijo con un hilo de voz—. ¿Dónde?
—Los de la Hermandad del Sol Negro. La Furia Blanca y dos tipos que la acompañaban... En la Ciudad de los Ladrones.
Apretando las manos alrededor de los hombros de Artemisia, Nilsa agachó la cabeza al tiempo que soltaba un fuerte suspiro. Cuando pareció recomponerse, negó con la cabeza.
—En ese caso no hay nada que hacer —dijo tajante—. Tendremos un buen recuerdo de él mientras vivamos.
Tyr miró a Nilsa con el ceño fruncido.
—¿Y ya está? ¿No haremos nada por traerlo de vuelta?
—¿¡Cómo quieres que lo traigamos de vuelta!? —exclamó, airada—. ¡No sabemos dónde se esconden, a dónde se lo han llevado, no sabemos nada de ellos como para ir a por Lukas! ¡Si no os hubierais ido esto no habría pasado, pero era más importante anteponer un capricho personal a proseguir con lo que verdaderamente importa! —Artemisia estuvo a punto de abrir la boca, pero Nilsa fue más rápida, callándola con un dedo acusador—. ¡Y no me pongas la excusa de que ibais a reparar la gema de Ámbar porque ambas sabemos que eso no es verdad! ¡Querías huir de tus responsabilidades, pero no puedes, y ahora mira lo que has conseguido!
—Nilsa, no te pongas así... —pidió Thomas, medio oculto tras Tyr, porque en aquel estado de ira la valquiria le parecía terrorífica.
Masajeándose las sienes, Nilsa intentó recuperar la compostura.
—Ahora habrá que ir a avisar para que dejen de buscaros —aclaró, echándole una mirada de decepción a Artemisia—. Y habrá que explicar lo que ha pasado.
—¿De verdad que no se puede hacer nada por Lukas? —preguntó Thomas, dándole la mano a su hermana, que se mantuvo con la cabeza gacha, avergonzada por su comportamiento—. Era nuestro amigo.
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ALPHA || El hijo del dragón y la leyenda del rey mono [#2]
FantasíaEl concepto de paz es efímero, frágil hasta el punto de romperse con la más insignificante de las peleas. En un mundo en constante cambio, la paz suele durar pequeñas fracciones de tiempo que pasa ante los ojos de la gente cómo una ilusión óptica. U...