Por Siempre, Por Ahora

11. Salvación

Nota: este capítulo está dividido de la siguiente forma:

Futuro –Pasado – Futuro — etc.

SALVACIÓN

El corazón moría de muerte lenta¹, mientras la monotonía iniciaba a hacerse cargo del nuevo orden que todo comenzaba a tomar, antes de que la esperanza volviera a surgir.

Volver bajo el cobijo de la familia había resultado grato, a pesar de las circunstancias por las que se había visto en la necesidad de volver y el que casi todos vieran lo que querían ver le ayudó bastante, mientras que, como siempre, solo Albert se percataba de la realidad. Sin embargo, lo importante era que la tía abuela había enfermado de gravedad y tomando en cuenta su edad, las esperanzas para que sobreviviera eran casi nulas.

Hacerse cargo de los cuidados de la tía, había resultado ser un remedio ante los pasados días grises, mientras volvía a sentir lo gratificante que era cuidar de alguien más, sin esperar nada a cambio, más que el saber que se está haciendo algo bueno por otra persona.

Aquel cambio no había significado que abandonara sus terapias, solo le había costado un poco el encontrar un psicólogo y luego retomar la confianza suficiente. Todo aquello se veía reflejado en Teresa, quien aparentemente la había aceptado y a quien, sin duda alguna, amaba de la forma en que siempre debía haberla amado; ese sería su secreto, confiaba en que, después de todo, ella no recordaría nada de lo sucedido durante aquellos primeros años.

Sin embargo, aquel hueco en su corazón, parecía imposible de sanar y la cicatriz en su muñeca, solo era un eterno recordatorio de la única pieza que faltaba en el rompecabezas en que se había transformado su corazón.

Con pesar, se conformaba con las cartas que usualmente llegaban desde Nueva York, todas, dirigidas a Tessie y las cuales, después de leerlas, la entristecían al darse cuenta de que ella solo era incluida en los saludos generales que no siempre escribía y a pesar de que ella usualmente le respondía, al menos con un gracias y con una breve descripción de algo referente a la niña.

Lamentaba que él, quien había logrado que Teresa sobreviviera mientras ella lidiaba consigo misma, no pudiera estar ahí para ella; se había perdido sus primeras palabras, se había perdido muchos juegos y momentos que jamás se repetirían.

Pero ya no lo culpaba de nada. Después de todo, ella también había cometido errores. Deseaba decírselo y sin embargo; era obvio que eso ya no le serviría para nada.

Todo estuvo bien, hasta que casi medio año después la tía abuela finalmente falleció.

¿Qué debía hacer?

Estaba segura de que, si aún estaba disponible, volver a ese departamento vacío y lleno de recuerdos no era una opción sana. Tal vez, si en algún momento se le ofrecía una buena oportunidad, quizá podría reunir el valor suficiente como para regresar a Nueva York y con la autorización de Albert, quizá podría quedarse en aquella enorme residencia, al menos hasta que tuviera el dinero suficiente para alquilar algún lugar. Pero tampoco era algo que la entusiasmará.

•••

—Yo sé que no tiene sentido, yo misma no entiendo lo que me sucede —trató de limpiarse las lágrimas con el dorso de la mano, mientras hablaba rápido, tropezando con sus propias palabras—. Te amo y amo a Tessie, pero no sé cómo lidiar con lo que siento, en mi corazón solo puedo sentir una extraña fuerza que, cada vez que intento hacer o decir algo, me bloquea y a veces incluso me impide respirar. No lo entiendo, Terry; yo... —él la observaba detenidamente—. Te amo pero al mismo tiempo te odio, te odio tanto... —ahogada con su propio llanto, no pudo continuar.