Enero (1ª quincena)

219 4 0
                                    

Lunes, 6 de enero
Estoy de bajón. Es día de Reyes, esta mañana me he encontrado 30 euros de regalo en casa de mi abuela (en mi casa nada, hace años que trasladamos los regalos al 25 de diciembre). Mañana tengo que volver al puto instituto y me apetece tanto como que me corten la polla con un cuchillo jamonero. Sólo pensar en los putos profesores (que estarán incluso más cabreados que nosotros por tener que volver, vagos de mierda) diciendo "Feliz año nuevo" me da ganas de potar. Sé fijo que cuando suene el despertador voy a querer morirme, no me he despertado ni un día de las vacaciones antes de las doce. JODER.

Martes, 7 de enero
Lo que yo decía, menudo asco. Estoy en clase de Latín, donde EL GILIPOLLAS está hablando de no sé qué mierda de los romanos. El día ha empezado de la peor manera posible ya que el puto despertador sonó, mi madre apareció para sacarme a rastras de la cama y encima el cabrón del profesor de Educación Física no se ha presentado, con lo que  podríamos haber dormido una hora más de haberlo sabido. Todo el mundo en el instituto sabe que el de gimnasia es un borracho, seguro que ahora mismo está durmiendo la mona. Dicen que hace un par de años su mujer le dejó por otro y desde entonces parece que le da a la botella a base de bien. Debe ser verdad porque Lucas, un colega de la clase de al lado que es vecino suyo, dice que le ha visto llegar tambaleándose a su portal más de una vez. Y el Lucas no es de los que se inventan historias.
Ahora estoy en Lengua, Paco está explicando algo de literatura, creo que de Juan Ramón Jiménez (ése es el de Platero ¿no?). Está dicendo que por lo visto era bastante cabrón con su mujer. Yo creo que todos los escritores son maricones.

Jueves, 9 de enero
Estoy en Matemáticas. Hoy voy a hablar de  Aitor Cáceres, alias el Gordo. El Gordo es un gordo, y además estoy convencido de que es un psicópata (esta palabra sí sé cómo se escribe por una peli que vi el año pasado). Apenas habla con nadie, entre otras cosas porque huele tanta peste que para acercarte a él tienes que ponerte un traje de esos contra la guerra bacteriológica que se ven en las pelis de catástrofes. La vida del Gordo es patética. Su madre tiene como sesenta años, parece más su abuela, y viene casi todas las semanas al instituto a hablar con el tutor y los profes, deben de estar hasta las narices de ella. Por lo visto lo tiene supermimado y así de rarito le ha salido el niño, que no tiene ni un puto amigo y que está todo el día enganchado al ordenador (fijo que viendo porno). Muchas veces el Jotas y yo nos cachondeamos diciendo que si te ponen en clase entre el Gordo y la Puri seguramente te suicidarías por un ataque de incomunicación. Vaya par de dos, aunque la Puri me cae bien en el fondo porque me da pena. Aitor no, es un puto seboso que  se cree que es un genio de la informática (seguro que porque su madre le ha metido en la cabeza lo que todas las madres de los frikis les dicen una y otra vez: "Hijo mío, tú no eres diferente, tú eres especial". Especiales son los cojones de Papá Pitufo, él es una bola de grasa friki y ya está). Muchas veces, cuando le hacemos la broma de todos los días (le decimos Aitor tilla) se nos queda mirando muy fijamente sin mover un solo músculo de la cara durante un minuto o más, luego mira al suelo otro tanto y se pira. Fijo que muchas veces ha pensado en matarnos al Jotas y a mí (bueno, y a medio instituto que le hace la misma broma). Acaba de sonar el timbre.

Martes, 14 de enero
Estoy en el despacho del director. Antes de nada, quiero decir algo. ME CAGO EN LA PUTA MADRE DE HERMINIA Y OJALÁ SE MUERA DE UN CÁNCER QUE LE COMA EL COÑO HASTA LAS ENTRAÑAS. Hace un rato que ha ocurrido todo. He entrado en clase tan tranquilo, saco el puto diario para ponerme a escribir y Herminia va y me pregunta si he hecho la traducción que mandó el otro día. Yo le contesto que no, que ella ya sabe que no hago deberes, que me deje en paz que voy a ponerme a escribir y que me olvide. Ella se pone histérica y me dice que ya está harta de que le falte al respeto, yo le digo que no le he faltado al respeto, que sólo le he dicho que me deje en paz, pero ella dice que eso ya es faltarle al respeto. Total, que se pone como siempre, o sea histérica, y yo me caliento también y le grito otra vez que me deje en paz. Ella se pone a gritar y en ésas aparece el enano de Cándido, que estaba de guardia y ha oído la movida. Me dice que me calle sin preocuparse siquiera de saber lo que está pasando y que salga de la clase. Yo estaba a punto de irme para dejar plantada a la puta de Herminia, pero cuando Cándido me dice que salga pienso que antes que hacerle caso me clavo el Pilot en un ojo, así que le digo que no me voy. Él me repite que salga, que me lleva directo al despacho del director. Y yo, que ya he llegado a la parte roja de mi zona de encabronamiento personal, le grito que se vaya a tomar por culo y que se busque una escalera para cuando se pida un Happy Meal en el McDonald's, puto enano de mierda.
Todo eso pasó hace dos horas, y en este momento el director, la jefa de estudios y Paco están reunidos con mis padres a los que han llamado para que vinieran de momento. Se me va a caer el pelo, eso fijo.

Miércoles, 15 de enero
Me han echado diez días lectivos. El director, que es un cabrón que también se cree Dios, me ofreció expulsarme sólo cinco si le pedía perdón públicamente a Herminia y al enano. Yo le dije que no (en realidad pensé en decirle algo bastante más fuerte), y entonces él dijo que como yo quisiera, así que diez días expulsado. Cuando llegamos a casa fue un poco raro porque mi madre ni me echó la bronca ni nada. Y lo que más me tiene mosqueado: no lloró. No se le escapó ni una lágrima, pasó de mí, y mi padre tampoco me guiñó un ojo como suele hacer. No es buena señal.

Todo me la pelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora