—Al fin llegas —me saludo Jared desde el salón.
— ¿Me esperabas? —pregunte.
—Acaba de llamar Anne quiere que te des una vuelta por la casa Henderson, pero que no entres, solo para chequear —dijo mientras cambiaba los canales en la televisión.
— ¿Ahora? —pregunte en tono de suplica.
—Sí, ahora —se paro y tomo mi bolso, lo dejo sobre la mesa de la entrada.
—Bueno —dije de mala gana, tome las llaves de mi auto.
—No sin auto —me quito las llaves y las volvió a colgar.
— ¿Qué? —reclame.
—Podrían reconocer tu auto, Presley y Logan ya lo conocen demasiado, precauciones —dicho esto se volvió a sentar en el sillón y comenzó a cambiar los canales.
Enojada revise mi cartera, tenía suficiente para un taxi de aquí a la casa Henderson y de vuelta. Después de una rápida llamada a la estación de taxis, me senté a esperar en la cocina.
No quería ir a la casa de Presley, parecía como si no quisiera saber de mí más. Fue demasiado cortante en el auto, ¿Qué le pasara?
Bocinazo.
Llego el taxi, me despedí con un <<Vuelvo en dos horas>>
Estaba en la cima de un árbol muy frondoso, mirando oculta como Jeffrey trabajaba en su despacho, llevaba 30 minutos viendo como abría carpetas y anotaba, abría carpetas y llamaba por teléfono, abría carpetas y leía. Lo llevaba haciendo en patrón durante 30 minutos, desde que llegue.
Se recostó en su silla, quitándose los anteojos y frotándose las sienes. Me enderece en mi posición para captar algo importante. Se levanto de su asiento, camino un par de minutos por la habitación, hasta que se asomo por la ventana.
Estaba bien oculta no tenía nada de que temer.
Miro los jardines que rodeaban su gran mansión, miro las pequeñas calles que tenia construidas dentro de su recinto, al parecer captándose de que nadie lo estuviera observando, dio media vuelta y se arrodillo en el suelo. Raro, pensé.
Estuvo uno o dos minutos en esa posición debajo de su escritorio.
-Espera –dijo mi consciencia.
- ¿Qué se te ofrece? –le respondí cortante sin quitar la vista de Henderson.
- ¿El no tenía una caja fuerte de bajo de su escritorio? –pregunto en tono de afirmación.
- ¡Cierto! Debe estar abriéndola –vi como Jeffrey se levantaba con algo en sus manos.
- ¿Qué tiene ahí? –pregunto mi consciencia.
Jeffrey Henderson estaba mirando unos sobres blancos que sostenía con manos tiritonas. De pronto algo atrajo mi atención, estaba ¿Llorando? Rápidamente secaba sus lágrimas que eran reemplazadas por nuevas.
-Ábrelo, ábrelo, ábrelo –le decía mi consciencia.
Seco sus lágrimas una vez más, se acerco a la ventana y cerró las cortinas.
-Tan cerca –me lamente.
-Tenemos que conseguir esa clave ¡El hombre lloraba! Algo muy importante debe haber ahí –dijo mi consciencia.
-Lo sé, lo sé.
Me estaba subiendo al taxi, luego de haber tratado de acercarme a esa ventana sin ser vista, mala idea, la ventana no era ocultada por nada. Era demasiado arriesgado.
— ¿A dónde? —pregunto el chofer. Entonces una idea cruzo mi mente.
—Al Centro de Recuperación de la Visión —respondí, y arranco con dirección al CRV.
Entre a la gran recepción del CRV y me dirigí hacia la secretaria, necesitaba esto, distraerme, solo me queda esperar que me hagan un espacio para visitarlo.
—Bienvenida al Centro de Recuperación del Visión, ¿En qué puedo ayudarla? —me pregunto amablemente la secretaria.
— ¿Quería saber si hay una hora disponible de visita para Thomas Lee, ahora mismo? —pregunte cruzando los dedos por que allá una.
—Espere un segundo —comenzó a buscar algo en su computador. Click, clik y mas clik, el teclado y me miro. —No es hora de visitas, pero si el señor Lee la recibe no es ningún problema, solo están arreglando su habitación.
— ¿Podría preguntarle si me puede recibir?
—En un momento —me miro. —Su nombre —exigió.
—_____(tn) Winston.
Cogió el teléfono, marco unos números y espero, luego de unos segundos le respondieron. Espere atenta a la conversación que tenia con una persona, claramente no era Thomas. La persona que le ordena su habitación, supuse. Luego de un minuto de hablar y responder, colgó el teléfono.
—El señor Lee la espera —me comunico sonriéndome. —Tome —me coloco en mi mano la misma tarjeta de la otra vez. —El número de habitación está en la tarjeta.
—Gracias —le dije, y como la otra vez camine al pasillo del costado, solo que me faltaba algo, Logan.
Al llegar a la habitación 124 toque dos veces la puerta avisando que ya había llegado.
—Adelante —escuche una voz que claramente no era la de Thomas. Pase la tarjeta por el artefacto de la manilla, se escucho el click y la puerta se entreabrió.
La habitación estaba igual que siempre por tres excepciones. La primera; el eisles no estaba a la mitad de la habitación estaba en un rincón. La segunda; la habitación no estaba tapizada de papel de diario, se podía observar el piso de madera perfectamente. La tercera; no había un niño de 7 años, había un chico alto vestido de blanco, con una espalda ancha, unos brazos de infarto, un cabello castaño y un rostro malditamente atractivo decorado por unos profundos ojos chocolate, y ese chico tenía un nombre. James Maslow.
— ¿Qué haces aquí? —le pregunte asombrada.
—Trabajo aquí —me dijo mientras se acercaba a mí.
— ¿Tu…tu trabajas aquí? —dije tratando de ocultar mi tartamudeo nervioso.
—Soy voluntario —paso su mano por detrás de mí y cerró la puerta, y volvió al centro de la habitación.
— ¿Donde está Thomas? —deje mi bolso sobre la cama del pequeño.
—En el baño —respondió al instante, asentí. —Campeón ya lo lograste —dijo a una puerta blanca que nunca había visto.
—Casi, casi —dijo la voz de Thomas, se escucho como se lavaba las manos, casi al instante salió y abrazo a James. —Lo logre —dijo feliz mientras James correspondía su abrazo.
—Que bien campeón —le dijo mientras lo soltaba. —Llego tu invitada.
— ¿_____(tn)? —camino hacia mi lentamente.
—Hola Thomas —salude mientras lo tomaba de la mano.
— ¡_____(tn)! —dijo feliz a lo que me abrazo fuerte las piernas. — ¿También está contigo Logan? —pregunto inocentemente.
—No —le dije y su sonrisa desapareció. —El no pudo venir —mentí.
—Oh —dijo desilusionado. —Sabía que me vendrías a ver otra vez.
—Las veces que quieras —le dije. —También vendré para tu cumpleaños.
— ¡Sí! —dijo feliz. —______(tn) quiero que conozcas a James—me dijo y con su mano guio la mía a la de James, nos tocamos y sentí una corriente que me recorría por completo.
—Ya nos conocemos —dijo James y tomo mi mano.
— ¿Si? —me dijo Thomas.
—Sí, va al mismo instituto que yo —le explique soltándome del agarre de James.
— ¡Qué bien! —dijo Thomas, pero lo que no sabía era que no me parecía bien. James era extraño y misterioso, y perdóname Cupido, Venus, Afrodita o lo que sea pero James era desgraciadamente guapo.
Estuvimos hablando, Thomas y yo o Thomas y James, nunca entre James y yo. Thomas nos mostro nuevos cuadros, y como le gustaba una pintura que James le había regalado, al final de la hora Thomas estaba agotado y se quedo dormido en mis brazos mientras James le leía el cuento de los tres cerditos y el lobo. El mismo de siempre y que no se cansaba de escuchar. Junto a James lo colocamos en su cama, y salimos silenciosamente de su habitación.
—Dile a Thomas que vendré unos días antes de su cumpleaños —le dije a James al cerrar la puerta.
—Estará feliz de verte y yo también —dijo mirándome con esos profundos ojos miel verdosos.
—Debo irme —rápidamente avance por el pasillo hasta llegar a la recepción, me despedí de la amable secretaria. Llegue a la calle cuando me di cuenta que no tenía dinero para el taxi. Frustrada comencé a calcular cuánto me tardaría si iba caminando. Una hora por lo menos, pensé. Era demasiado y el viento rugía fuerte desordenando mi cabello.
—Con este clima caminando moriré —murmure, me sobresalte al escuchar un bocinazo detrás de mí.
— ¿Te llevo? —me pregunto James.
—No me debo ir con desconocidos —le dije.
—Oh, vamos. Ya hemos tenido esta charla —me dijo desde su Audi rs5 gris. —Además estoy bastante seguro de que sabes defenderte de los secuestros —me sonrió, con una sonrisa que lejos de sentirme intimidada me sentí cómoda.