CAPITULO VII

815 129 2
                                    

—¿Entonces Diego quiere que les perdone la deuda?

Mi padre parecía no creer lo que le estaba diciendo y bueno, ni yo misma, solo que no estaba explicándolo muy bien. Por supuesto que no quería que le perdonara la deuda, solo quería más tiempo para enmendar la situación.

—No niego que yo más que nadie quiero verlos hundidos —dije finalmente—, pero Diego está desesperado padre, tú bien sabes que él no está enterado de todo lo que ellos te deben. Y aunque ha querido manipularme usando el hecho de que soy su esposa, me preocupa el futuro de mi hijo.

Y aunque aún no perdonaba nada de lo que Carmen había dicho, me afectaba el ver a Diego tan desesperado, tratando de entender cómo toda aquella situación los estaba envolviendo. Para él, su familia tenía problemas económicos, sí, más no sabia el por qué.

—Entiendo que es tu marido —tomó mi mano—, y créeme que nada de esto afectará su futuro, gracias a ti, él y mi muy esperado nieto están protegidos. Ya es momento de que Diego vuele con sus propias alas, y deje que Agustín se haga pedazos él solo. Si es listo, romperá la sociedad que su padre le impuso.

El tono de mi padre reveló algo que nunca había notado. Los Bustamante no eran los primeros en deberle dinero, muchísimas personas habían pasado ya por un problema como este, pero solo en ese momento pude notar que él estaba enzañado con acabarlos. La pregunta era ¿por qué? Desde que tenía memoria, sabía muy bien que ambas familias eran amigas incluso desde antes que Diego o yo naciéramos. La madre de Pilar siempre nos contaba como ellos eran jóvenes tan guapos y caballerosos, cortejando a muchas jovencitas en aquellos años, hasta que ambos empezaron a construir sus vidas.

—Veo muchas preguntas formándose en tu pequeña cabeza, querida —sonrió.

—Padre, hay algo más detrás de todo esto, lo veo en tu mirada, y soy tu hija, creo conocerte.

—Una venganza —soltó de golpe—, eso es lo que es. Una venganza hacia aquellos que me traicionaron.

—Pero...

—Después de que tú naciste, tú madre perdió dos hijos más, no se lograron —su voz sonaba triste—, yo aún seguía trabajando con tu abuelo, creando mi propia fortuna. Viajaba mucho, pero todo era para que tuvieras todo lo que merecías. Después de un tiempo, cuando me establecí y no viajaba más, noté a tu madre muy rara, se negaba a cumplir sus deberes.

—Te estaba engañando —no fue una pregunta.

El ver que mi padre no daba respuesta alguna solo confirmaba mi duda. Pero mi madre, la fina estampa de la decencia y la fidelidad. Cómo demonios se había atrevido a engañar a mi padre.

Una venganza.

—Entonces, fue con él.

—Mi mejor amigo de la juventud, y mi esposa —admitió fríamente—. Ambos viéndome la cara de idiota durante meses. Agustín tomó una de las cosas que más amaba en el mundo.

Ahora todo tenía sentido. Por eso se comportaba de esa manera, por eso había hecho que los Bustamante contrajeran la deuda con él. 

—Y la perdonaste.

—Por mi mente, pasó la idea de entregarla, acusarla de adulterio y que recibiera un castigo —eso pudo ser algo terrible—. Podría irme contigo a cualquier otro lado, buscar una nueva esposa y una mejor madre para ti, pero no lo merecías, tú tenías que crecer en un ambiente estable. Así que lo dejé pasar. Tú eras la mejor bendición que Dios me había mandado, y decidí que dedicaría toda mi vida a darte lo que merecías —sentí algo muy extraño en mi pecho cuando lo dijo—. Con el tiempo, la indiferencia se hizo más grande ante ella, y cuando supo que tenía una querida, me empezó a odiar. Agustín jamás supo que yo me enteré y creo que ella tampoco, luego comenzaron los negocios y supe que ahí obtendría lo que quería de él.

"La Guardiana del Fuego" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora