La celda era el lugar más repugnante en el mundo. Jamás creí que yo llegaría a pisar un sitio como este, era degradante, una completa humillación para una mujer en mi posición. La piedra que funcionaba como cama, la mugre y la humedad, solo lo hacía peor.
Mi cuerpo se sentía tan adolorido, no tenía idea de que sería sometida a semejante tormento y al parecer apenas era el inicio. La hoguera o la horca habían salido como ideas para condenarme por mis actos, algo increíble pues apenas tenía dos días aquí metida pero al parecer no querían esperar más. Mi vestido estaba rasgado, la vergüenza más grande era la marca que habían dejado en mi espalda, el sentir aquel hierro ardiente, todavía me causaba escalofríos.
La reja sonó con un fuerte ruido y sentí un gran alivio al ver a Guadalupe frente a mi. Corrí a sus brazos y no pude evitar soltar las lágrimas que había estado conteniendo. Ella era lo único que me quedaba en este lugar lleno de gente que solo quería verme destruida. Me aseguraron que notificarían a mi madre pero casi podía asegurar que no llegaría a tiempo. No saldría con vida de este lugar.
—Mi niña, ¿cómo estas?, ¿qué te han hecho? —acarició mi rostro con ternura.
—Por ahora nada que sea difícil de tolerar, solo lo suficiente para hacerme hablar. Fray Álvaro me hizo muchas preguntas pero estoy segura de que Carmen los ha convencido de lo peor —lloré—, y Diego, no tengo ni idea de qué pensará hacer con esto que está pasando, él vio cuando me llevaron a la fuerza, él llevó a los guardias pero escuchó a su madre, Guadalupe, no a mi, no a mi...
No pude continuar. Me sentía destrozada por dentro. Mi corazón se sentía seco, marchito, de tan solo pensar que Diego no evitó que los guardias del Santo Oficio me sacaran a rastras de la casa. Y sobre todo, me sentía peor al pensar que él ya sabía todo respecto a las habilidades que Rodrigo y yo teníamos.
—¿Qué sabes de Rodrigo? —pregunté—, por favor dime que se ha ido.
—No lo sé mi niña, pero hubo una gran pelea entre él y Diego luego de que te trajeran aquí pero no volví a verlo.
Rezaba porque hubiera podido irse, ya suficiente era con que me condenaran a mi, él no lo merecía.
—Ya han enviado la carta a tu madre, pero Dios sabe cuántos días tardará.
¿Días? Guadalupe estaba siendo muy optimista. Para cuando mi madre llegara a este lugar, yo ya habría sido consumida por las llamas del fuego eterno, justo como Carmen dijo. Era su mejor plan, deshacerse de mi para recuperar todo lo que habían perdido por su deuda. Yo era la heredera, Diego tomaría posesión de todo lo que mi padre me había dejado, verían la manera de recuperarlo.
—Estoy preparada para enfrentar lo que venga. Guadalupe por favor, pídele a la madre de Pilar que escriba otra carta a mi madre, pídele que no venga, que no se preocupe por mi, ni por nada más —mi voz se cortó—. No pienso hacerla sufrir más, ella no lo merece. Con suerte, ella no tendrá que enterarse del horror que tuve que padecer.
La idea de verla aquí, viéndome en una situación tan terrible, no, su corazón no resistiría.
—Pero mi niña...
—Por favor, piensa en cómo se sentiría, ya perdió a mi padre, lo mejor para ella será que se quede en España, nos has cuidado por años, por favor.
Mi único consuelo era saber que algo más grande me esperaba después de esta vida y de este miserable final.
—Victoria, dime la verdad, ¿qué fue lo que Carmen vio? Qué fue lo que la hizo traerte aquí.
No podía decirle nada, por mucho tiempo albergué la esperanza de que ella pudiera ser capaz de tener el don elemental, pero nunca dio signos de ello. No tenía el valor de contarle en lo que me había convertido, lo que podía hacer, ella me quería mucho, pero se llevaría una idea errónea.
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"La Guardiana del Fuego" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️
FantasyVictoria María Marenco gozaba de una prodigiosa posición y de un futuro prometedor. Hija de una de las familias más ricas de un pequeño pueblo en la Nueva España, su única preocupación era encontrar a alguien de su clase que pudiera añadir más a su...