Capítulo 3

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Caminó nerviosa pensando si había sido una buena idea no avisarle a nadie que iría a encontrarse con él. Después de invertir tantas horas de su vida leyendo libros de misterios y mirando programas de crímenes tendría que haber aprendido un poco mejor. Pero la verdad era que no tenía deseos de andar dando explicaciones de quién era esta persona y la mayoría de la gente que la rodeaba pensaba que había ido superando el tema de la vida en otros planetas.
La había citado en la Facultad de Ingeniería a las siete de la tarde, al menos era un lugar público. Había movimiento. Algunos estudiantes salían de sus clases y otros se dirigían con paso energético al interior del edificio. Se sintió un poco más tranquila. Se dirigió a la secretaría y preguntó por la oficina del Dr. Teppes.
-Solo con cita-le respondió la empleada mirándola atentamente.
-Sí, si tengo cita. Soy Griselda Serrano.
-Griselda Serrano, martes diecinueve horas. Espere que le notifico al doctor su llegada-le contestó mientras escribía en la computadora.
Gris se sentó a esperar en una silla que había contra la pared. Pasado unos minutos la volvió a llamar y le indicó que se dirija a la cuarta puerta de la izquierda que ya la estaba esperando.
Golpeó tímidamente y de adentro le gritaron que pase.
Pier Teppes estaba sentado en el escritorio con las manos cruzadas y la observó de manera fija mientras ella se acercaba. Ambos parecían estar haciéndole al otro un detallado reconocimiento facial. Se estaba quedando pelado y lo trataba de disimular con el peinado, tenía unos lentes de marco gruesos bastante a la moda y un traje de apariencia caro pero un poco arrugado, como si recién lo hubiera sacado de un bolso. Un pin anaranjado con las siglas SUN en amarillo pendía de la solapa izquierda del saco.
-Bienvenida-saludó con una sonrisa y extendiendo los brazos.
-Gracias-le contestó Gris todavía asimilando la primera impresión.
-Bienvenida al mundo de la luz, somos pocos los que nos atrevemos a ver más allá de nuestra cómoda materialidad pero con lentitud se van sumando más soldados.  Estamos en la era de la Revelación. Y veo que a vos te fue revelado.
Se quedó callado con las cejas levantadas como esperando que Gris continúe con la charla.
-¿Revelado? Que palabra fuerte-rio un poco incómoda Gris.- No se si la usaría. Todo empezó con un sueño y eso me fue llevando a buscar algunas respuestas. Todavía no sé si fue solo mi imaginación o qué, pero siento como si hubiera activado algo en mi cerebro y no puedo dejar de pensar en el tema.
-Ah, la verdad llega a nosotros de distintas maneras. Te sorprenderías en saber que los sueños son una de las formas más comunes de transmisión. El tema es que la mayoría de las personas dejan morir esa verdad pensando que fue todo obra de su inconsciente y cierran sus ojos a otras posibilidades. Me alegro que no seas una de esas personas. Necesitamos más gente joven en la lucha-exclamó Pier mientras se le iluminaban los ojos.
Gris quiso preguntar de qué lucha hablaba pero no se animó. Sacó unas hojas que había traído donde había anotado todas las dudas y preguntas que habían surgido con la lectura de su libro pero Pier la detuvo con un gesto de la mano y le dijo:
-Ya sé lo que me vas a preguntar, todos mis lectores tienen las mismas consultas, pero quiero aclararte que el motivo por el que decidí recibirte hoy es otro. Como verás no es fácil conseguir una reunión conmigo y francamente no me puedo andar juntando con cada fanático que se pone en contacto, tengo demasiadas responsabilidades. Pero desde el momento en que leí tu firma en el mail supe que debíamos concertar una cita.
Gris se quedó callada porque no entendía a qué iba todo eso, le pareció bastante pedante con un aire narcisista. Obviamente no estaba interesado en escucharla ni ayudarla a esclarecer los interrogantes que le habían surgido con el libro. ¿Sería una trampa? Hacerla sentir segura en un lugar público de apariencia inofensivo para aprovecharse de ella y su ingenuidad.
-Te están siguiendo-le dijo Pier casi sin separar los labios.
-¿Qué?-indagó Gris sin saber si había escuchado bien o lo estaba imaginando.
-Que te están siguiendo, no pude acceder a los informes así que desconozco el motivo, pero tu nombre está en la lista de testigos.
-Debe haber un error, será otra persona con mi nombre. Yo no soy testigo de nada.
-No, sos la única con ese nombre y la foto coincide.
-¿La foto?
-La mayoría de las personas piensan que mis libros están basados en la ciencia o en habladurías, pero la verdad es que tengo mis informantes, contactos que me he hecho a lo largo de mis años de trabajo, que obviamente no puedo revelar, que me mantienen al tanto.
Griselda esperaba que en algún momento se empezara a reír y le dijera que estaba jugando con ella, pero Pier se mantenía serio y hasta algo agitado, continuó:
-No debería estar diciéndote esto pero solo quería advertirte que tengas cuidado con tus movimientos y no hagas nada que levante sospechas.
-Pero es que no hago nada ni nunca lo hice. Ni fui testigo de nada extraño. Mi vida es lo más aburrida que uno se puede imaginar.
-Por algo te fueron reveladas estas verdades. Dejale tus datos a mi secretaria así te contacto para mi próximo libro. Quizá te incluya.
En este punto Gris no aguantó más, mientras se paraba y caminaba a la puerta le dijo:
-Vine pensando que me iba a ayudar a resolver algunas dudas, pero empiezo a sospechar que es verdad lo que dice todo el mundo, esto es tema de locos. Gracias por su tiempo.
Y se fue enojada.
Cada vez que quería aclarar algún tema surgían diez interrogantes más. Se estaba volviendo una maraña de conceptos e historias cada vez más inteligibles. Ya no quería convencer a nadie de que había vida extraterrestre, solo quería poder comprender un poco ella para poder darse un descanso mental. Quería sacarse esta fijación de la cabeza y poder volver a concentrarse en otras cosas. Había tanto hermetismo alrededor del tema que parecía imposible. Estaba segura que había muchísimas más información de la que les revelaban a los simples mortales. Seguro que los gobiernos de las naciones más poderosas tenían respuestas a todo esto, pero también reconocía el caos que se originaría en el mundo si era revelada  Ya llegaría el día que se nos reconozca abiertamente como solo una pequeña pieza más entre las civilizaciones que pueblan el Universo y en las escuelas se estudien los mapas de las estrellas y sus habitantes.
Decidió caminar hasta su casa a pesar que era de noche, iba tan concentrada en sus pensamientos que necesitaba la caminata para poder ordenarlos. Se preguntaba cuántos años necesitaría para estudiar una carrera que la coloque en una buena posición en el gobierno que con el tiempo le permita acceder a la información clasificada, pero le pareció imposible y absurdo, debía haber otras maneras. Recordó que en Internet había leído algunos documentos que habían sido filtrados por hackers pero sus conocimientos eran tan básicos que escapaba de sus posibilidades. Aunque tenía a quién consultarle en caso de extrema urgencia, pero sólo como último recurso.
Le faltaban diez cuadras para llegar. Seguía molesta por el encuentro con Teppes, una pérdida total de tiempo. Seguro estaba jugando con ella. Apuró el paso. Iba embalada, masticando la bronca, cuando de repente se sintió extraña. Frenó y miró a su alrededor, era uno de esos extraños momentos donde la calle se quedaba desierta a pesar de no ser tan tarde, ni siquiera un auto o un gato callejero rondando por ahí. Siguió caminando y el silencio era tal que hasta escuchaba el eco de sus pasos. ¿O eran los pasos de alguien más? Giró asustada pero no vio a nadie. Reanudó la caminata pero cada vez escuchaba más fuerte las pisadas que acompañaban las suyas. Otra vez miró para atrás pero de nuevo nada. Había girado tan rápido que no creía que si alguien la seguía hubiera hecho tiempo a esconderse en las sombras o atrás de un árbol. Tragó saliva y siguió. Todo esto era sugestión, había dejado que las palabras del doctor se le metan en la cabeza y ahora las estaba materializando cortesía de su imaginación. Lo que le faltaba. Siguió. Cuando frenaba en las esquinas, frenaban. Si apuraba el paso, se apuraban. Si andaba más lento, más lentas se hacían. Parecía un juego. Ojalá que solo fuera un juego en su cabeza, pensó nerviosa sin querer mirar hacia atrás otra vez. Las últimas tres cuadras las hizo corriendo, no veía la hora de llegar. Tardó unos segundos demás en colocar la llave en el picaporte porque las manos le temblaban hasta que abrió y entró. Se asomó por la ventana que daba a la calle pero una imagen inmóvil que parecía postal del barrio le devolvió la mirada.
Fue hasta la cocina y le extrañó que esté todo tan tranquilo pero recordó que sus padres habían ido al cumpleaños de una de sus tías y no volverían hasta tarde. Se preparó un sándwich y se fue a su habitación a mirar un poco de tele y a repasar unos apuntes.
Aún no había terminado de comer el sándwich cuando escuchó a lo lejos que habrían la puerta de la entrada. Al estar en el segundo piso siempre el ruido llegaba como apenas un susurro, pero lo conocía bien. Miró el reloj y le pareció que era muy temprano para que sus padres vuelvan, a menos que haya pasado algo.
Bajó con rapidez pensando en toparse con alguno de los dos pero la casa seguía vacía y las luces apagadas. Se arrimó a la puerta pero esta estaba cerrada y con llave, como la dejó. Quizá su imaginación le seguía jugando una mala pasada.
Volvió a subir pero un poco intranquila. Nunca le había gustado estar sola. Es decir, sola en su habitación si, pero sabiendo que había más gente en la casa. Eso le pasaba por ver tantas películas de miedo y leer tantos libros sobre extraterrestres. Y otra oyó vez el ruido de la puerta, solo que esta vez más claro. Sintió como el corazón le daba un salto y se ponía a bombear como loco. ¿Y sino era su imaginación y estaba en peligro? ¿Y si Teppes la había seguido hasta la casa? Sabía en el fondo de su alma que la visita de hoy no había sido buena idea. Buscó el celular que había dejado arriba del escritorio y llamó a la primer persona en la que pensó.
-¿Hola?- la voz suave de Adrián le contestó del otro lado.
-Adri, quizá pienses que estoy loca, pero me quedé sola en casa y estoy escuchando unos ruidos, ¿podrías venir a hacerme compañía? No sabía a quien llamar. Perdón que te moleste.
-Ya voy, ¿llamo a la policía?-se escuchaba que mientras hablaba se ponía en movimiento, seguro ya saliendo para la casa de ella.
-No, no, ya revisé y no pasó nada, pero me asusté un poco…
-Quedate en el teléfono y vamos hablando mientras voy.
Gris se sentó aliviada en la cama, sabía que podía contar con él. La trató de distraer preguntándole sobre la película que estaba mirando y antes que se de cuenta le avisó que baje a abrirle.
Apenas lo vio lo abrazó fuerte. Pasado unos segundos se separaron y subieron.
-Contame qué pasó- pidió él mientras se acomodaban en el sillón de su pieza.
-Probablemente nada, es que hoy tuve una reunión con… un doctor en la facultad y quedé un poco influenciada, digamos, por la charla y me pareció que alguien me seguía.
Adrián la miró obviamente sin entender y sospechando que había más en la historia de lo que le decía. Se quedó callado hasta que Gris entendió que tenía que aclarar las cosas porque igual ya se había dado cuenta que algo pasaba.
-Bueno, -retomó ella- Teppes es doctor en biotecnología y el ufólogo más conocido del país, así que después de leer su libro le mandé un mail y me dio una cita. Que fue hoy. Una pérdida total de tiempo. No contestó ninguna de mis preguntas y me dijo que me estaban siguiendo porque estaba en una lista y eso. Me asusté.
Adrián generalmente era tranquilo y sus reacciones bastante calmas pero Gris notó como se le iba subiendo el color a la cara y sus pequeños ojos se abrían a más no poder en un gesto de incredulidad exagerado.
-¿Me estás diciendo que te fuiste a encontrar con un extraño de Internet del que no sabías nada de nada y anda metido en cosas raras? ¿Y fuiste sola? Al menos le avisaste a alguien, ¿no?
Gris negó con la cabeza avergonzada.
-Griselda- (nunca le decía así)- vos sos una chica inteligente, ¿cómo vas a hacer algo así? Qué sabés si el tipo no es un loco o pedófilo o asesino o lo que sea. Y se aprovecha de que vos sos joven y linda y bastante inocente obviamente. No lo puedo creer.
-¿Vos pensás que soy linda?- preguntó ella medio sonriendo.
-¿De todo lo que te dije te quedás con eso? ¿Vos me estás escuchando?
-Sonás como mi mamá…
Adrián se paró nervioso y empezó a caminar por la habitación, se asomó por la ventana, se alejó, dio otra vuelta, volvió a asomarse por la ventana. 
-Quizá él te siguió- dijo mientras miraba para la calle.
-No vi a nadie.
-Si el tipo es experto te aseguro que no lo vas a ver venir.
-Dejá de asustarme malo, ya sé que me equivoqué.
-No te estoy asustando, solo que no quiero que te pase nada.
-No me va a pasar nada. Pero por favor no le cuentes a Bea que me mata.
-Pensé que ustedes se contaban todo.
-Sí, pero podríamos hacer una pequeña excepción por favor.
Adrián se tranquilizó un poco y bajó a hacer mates. Gris se quedó sola con sus pensamientos una vez más. Lista de testigos. Empezó a hacer memoria pero no recordaba algún evento en particular del que podría dar testimonio. Había vivido muchas cosas, pero nada extraordinario, ni siquiera un accidente de tránsito o algo similar. Probablemente eran desvaríos. Si lo que buscaba Teppes era confundirla y marearla lo había logrado, y rogó para que esto sea lo único que buscase en ella.
Cuando regresó Adrián se sentaron a mirar la película ya empezada y a tomar los mates. Parecía una noche normal como si nada hubiera pasado y hasta Adrián empezaba a reírse también. Eran pasada las 3 a.m. y sus padres aún no regresaban, menuda fiesta pensó Gris mientras bostezaba. Adrián la miró y le dijo:
-Si querés acostate, yo me quedo acá en el sillón hasta que vuelvan tus papás.
-Cómo te voy a dejar ahí sentado como un florero… No, dejá, si querés andá. Ya estoy más tranquila-retrucó Gris pero Adrián se negó.
Estuvieron peleando un rato sobre si se iba, se quedaba, quién dormía en el sillón, quién dormía en la cama, hasta que Gris dijo:
-Bueno, yo me acuesto acá y cierro un ratito los ojos pero sin dormirme, ¿si? Para descansar la vista.
-Dale-le sonrió Adrián mientras se acomodaba en el sillón con el control remoto en la mano y empezaba a pasar los canales.
Claro que a los cinco minutos Griselda ya dormía profundamente. Soñó raro, sin demasiado sentido. Se despertó un poco agitada y en entresueños con la escaza luz que entraba por la ventana vio que Adrián estaba sentado con la tele y las luces apagadas y mirando fijo hacia un rincón de la habitación. Agazapada en la esquina una sombra oscura se movía inquieta. Adrián no le apartaba la vista de encima. Gris se paró casi sin hacer ruido y con un poco de miedo encendió la luz. Él se sobresaltó.
-¿Qué era eso?-quiso saber ella confundida.
-¿Qué era qué?-le contestó él mientras se sentaba más derecho y se acomodaba el pelo.
-La sombra esa que estabas mirando, yo también la vi.
-No vi nada-le dijo él sorprendido.
-Estabas mirando fijo ahí donde estaba.
-Creo que me estaba quedando dormido, no sé de qué sombra hablás.
No era la primera vez que le ocurría, cuando era más pequeña era común que al despertarse siga viendo retazos de sus recientes sueños, aún con los ojos abiertos. Su habitación se llenaba de sombras, personajes misteriosos sin rostro, seres que se escondían debajo de su cama. Sus gritos de pavor despertaban a sus padres que acudían a su rescate y la explicaban por centésima vez que solo era parte de su sueño. Pero hacía años que no le sucedía y hubiera jurado que Adrián la estaba mirando también.
Al rato llegaron sus papás, Gris acompañó a Adrián hasta la puerta y se lo quedó observando. Bajo la luz de la luna parecía más pálido aún, su pelo despeinado brillaba y casi tapaba sus ojos.
-Un día te vas a cansar de mí y mis locuras.
-No creo, al menos sé que con vos no me voy a aburrir-le contestó y le sonrió mientras se alejaba.
Cuando volvió a su habitación pensó cómo iba a hacer para dormirse y no tener pesadillas con la cabeza tan llena de pensamientos frenéticos como la tenía. Agarró un manual de latín de una de sus clases del semestre y empezó a hojearlo hasta que cayó rendida.



El cielo es tuyo  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora