4. El nombre del pecado

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Preguntándome si estoy perdido ahora,

Pero encontrando mi camino a casa y

Preguntándome si el amor esta conmigo

Y guiando mi destino.

Wondering - Haibane no Renmei.

Wondering - Haibane no Renmei

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Había muchos comportamientos y eventos que Crowley (suponía que eso de poder alterar un poco el tiempo tenía sus ventajas), podía anticipar en los comportamientos del cielo, todos los ángeles se la pasaban predicando el plan divino sin realmente cuestionarse un poco el método.

También era bueno prediciendo lo que fuera que quisiera o decidiera hacer el Aziraphale en situaciones de las más variadas (por supuesto, tras unos buenos milenios de aprendizaje); aunque, el Guardián de la puerta Este del Edén, tenía una manía de crispar sus nervios siendo, muy, pero muy, creativo metiéndose en problemas.

A pesar de su excelente sentido común, y leyendo a casi cualquier ser, Aziraphale logró sorprenderlo ese día.

—¿Ángel? —preguntó con mucho esfuerzo, y sintiéndose un poco ansioso de la mirada incómoda, avergonzada (pero siempre dulzona), de Aziraphale—. ¡Oh! Pasa, pasa, ah...bueno —miró a los lados en su apartamento, y se maldijo por su poco agrado a los alimentos, «al menos debería tener un poco de té a la mano». Acomodó sus gafas fingiendo estar relajado, y no con sus pensamientos recorriendo a toda velocidad su mente en busca de palabras más elocuentes—, ¿a qué debo tu visita?

Después de aquella noche en que ambos regresaron al apartamento, y tejieron su treta para engañar cada uno a su bando, el ángel no había regresado, ni siquiera ante las varias invitaciones casuales del demonio; de hecho, siempre que Aziraphale se planteaba ir a donde vivía Crowley, lucía cohibido, asustado.

—Oh, me disculpo por no avisar con antelación que venía, querido —se excusó el ángel. A pesar de siempre ser elocuente, sus labios formaron una tensa línea, dando paso a un breve silencio, cómo no estuviera seguro de que contestar—. Como no habías pasado por la librería, me pregunté si estabas ocupado, y... —El Principado estiró sus brazos con una bolsa de papel, agregando con los ojos en el suelo, evitando los de Crowley—: Recordé que siempre olvidas comprar este sustrato para tus plantas, y pasé por ahí, así que decidí traerlo, espero no sea inoportuno.

¿Cómo podría ser inoportuno? Crowley no sabía ni que sentir que el ángel lo tuviera siempre en consideración, al punto de venir a su apartamento cuando claramente no luce cómodo, y probablemente aún está afectado por la dureza de las palabras del demonio (por más ciertas que fueran, y no fuera a retractarse).

—Ah, mi muy querido, supongo que no debes estar de ánimo con mi visita —murmuró el ángel suavemente, al notar como el demonio no se movió ni un poco, ni para recibir la bolsa en sus brazos. Sus manos temblaron un poco, y por primera vez, sintió sus ojos escocer un poco. Crowley tenía razón, pero...pero, ¿entonces porque tenía alas todavía?—. Toma, leí lo mucho que ayudará a tu maravilloso jardín —Sonrió con esfuerzo, y puso en la primera mesa que encontró el paquete con cierto apuro.

Los buenos pecadores  [Good Omens] [Ineffable Husbands]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora