Te amo...
te amo de una manera inexplicable,
de una forma inconfesable,
de un modo contradictorio.Te amo...
con mis estados de ánimo que son muchos,
y cambian de humor continuamente.
por lo que ya sabes,
el tiempo, la vida, la muerte.Te amo...
con el mundo que no entiendo,
con la gente que no comprende,
con la ambivalencia de mi alma,
con la incoherencia de mis actos,
con la fatalidad del destino,
con la conspiración del deseo,
con la ambigüedad de los hechos.Aún cuando te digo que no te amo, te amo,
hasta cuando te engaño, no te engaño,
en el fondo, llevó a cabo un plan,
para amarte mejor.Te amo...
sin reflexionar, inconscientemente,
irresponsablemente, espontáneamente,
involuntariamente, por instinto,
por impulso, irracionalmente.
En efecto no tengo argumentos lógicos,
ni siquiera improvisados
para fundamentar este amor que siento por ti,
que surgió misteriosamente de la nada,
que no ha resuelto mágicamente nada,
y que milagrosamente, de a poco, con poco y nada
ha mejorado lo peor de mí.Te amo...
te amo con un cuerpo que no piensa,
con un corazón que no razona,
con una cabeza que no coordina.Te amo ...
incomprensiblemente,
sin preguntarme por qué te amo,
sin importarme por qué te amo,
sin cuestionarme por qué te amo.Te amo...
sencillamente porque te amo,
yo mismo no sé por qué te amo.- Pablo Neruda.
Canción sugerida: Turning Page - Sleeping At Last.
Comenzaron a planear los preparativos para la inseminación de Juliana. Valentina seguía insistiéndole en replantearse la idea, pero su esposa realmente quería comenzar a una familia y eso la hacía sumamente feliz.
Casi un año más tarde, justo una semana antes del cumpleaños de Valentina nació su heredero. Llamaron a su hijo Gabriel.
Gabriel era un hombre angelical, así como lo era su pequeño niño de ojos azules y cabello castaño oscuro, con una piel color nívea y un carisma inigualable. Valentina Carvajal se enamoró de su hijo en cuanto lo vio, lo sintió una parte de alma tan grande como lo era su duquesa.
Juliana miraba a su hijo con adoración, mientras lo alimentaba. – Eres un pequeño duque glotón – murmuró con cariño -, ¿Verdad que sí?
El pediatra no había exagerado al decir que los niños que tomaban el pecho podían llegar a comer cada dos horas. A ella no le importaba. Bueno, para ser sinceros, dar el pecho de madrugada empezaba a afectarle, pero aun así se levantaba todas las noches y daba de comer a su hijo con una sonrisa en la cara. Valentina, por su parte, la ayudaba en lo que podía y siempre estaba preparada para el cambio de pañales. Al principio había intentado permanecer despierta durante las tomas, pero casi siempre se quedaba dormida y era ella quien se ocupaba de las necesidades del niño.
Juliana oyó pasos en el dormitorio principal en dirección al cuarto del bebé. Valentina apareció en la puerta con una sonrisa bobalicona en los labios.
—Sabía que los encontraría aquí.
Gabriel oyó la voz de su otra madre y sonrió, todavía con el pezón de Jul en la boca.