Navidad

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Tal vez era por que odiaba el calor y como este hacía que las telas se pegaban al cuerpo.

Tal vez eran los llamativos adornos que hacían de Gusu Lan, al menos una vez al año, un lugar mucho más luminoso que pulcro, atrayendo las risas de los más menores perturbando la paciencia de Lan Quiren.

Tal vez era que todo el mundo estaba tan ocupado por los festejos, que para un líder de secta, el trabajo disminuía en gran cantidad.

Tal vez era el saberse afortunado de decir que durante esas fechas no echaba en falta nada, ni a nadie.

O simplemente podía ser el hecho de que navidad tras navidad, una túnica violeta siempre resaltaba, balanceándose con gracia entre el inagotable blanco de Receso de las nubes.

Que la pureza del blanco estaba bien pero confesaba que el salvajismo del violeta le llegaba muchos mas al corazón.

Lan Xichen amaba la navidad.

Por que si, era sorprendente el calor que podía llegar a hacer en Yummeng en navidad, tal vez fue por eso que Jiang Cheng había comenzado a pasar las navidades en Gusu Lan.

Al menos eso había dicho.

Para Xichen carecía de bastante sentido, el de túnicas violetas amaba el calor, se lo confesó una noche, amaba el calor por que decía que durante mucho tiempo era lo único que le hacía sentir cálido además que le encantaba nadar en el muelle de loto cuando si habría los ojos debajo del agua, podía entrever los rayos de sol.

Quizás, eso que amaba más que el calor, se encontraba en Gusu.

Lan Xichen sonrió ante tal pensamiento.

Recordó las primeras navidades en las que Jiang Cheng se molestaba en buscar excusas, pero la tercera vez tan solo dijo " Soy Sāndú Shèngshǒu, líder de la secta Yunmeng Jiang, pasaré las navidades donde quiera, no necesito dar explicaciones a nadie ... Pero antes le pediré permiso Lan Qiren" A Xichen le resultaba gracioso que Jiang Cheng estuviera dispuesto a arremeter con Sandu, en el peor de los casos con Zidian, contra cualquier persona, pero si de alguien Lan se trataba prefería no entrar en conflicto, parecía ser que las únicas personas que temía eran Lan Qiren, Lan Wangji y Lan Jingyi.

A Lan Qiren lo entendía, después de ser su alumno era completamente normal, y bueno siendo realistas todo el mundo temía a Lan Qiren.

Menos Wei Wuxian.

Wangji era inofensivo ante sus ojos, pero tal vez debía admitir que podría resultar un tanto ... Tenebroso, en ocasiones.

Sobre todo si se trataba de Wei Wuxian.

Y después estaba Jingyi... Eso era algo más complicado.

Durante la campaña contra el sol los padres de Yingji habían muerto, algo que conmovió al Primer Jade al ver como todos en la secta miraban a un pequeño Jingyi de dos años llorar, pero ninguno hacía nada, lo que provocó que Lan Xichen lo cogiera entre sus brazos, sorprendiéndose al ver como el niño se aferraba a él con todas las fuerzas que sus pequeñas manitas le otorgaban y paraba de llorar.

Desde ese día Lan Xichen lo tomó como un hijo propio, le dedicó todo el tiempo que pudo, le tocaba Inquiry para calmar sus pesadillas, lo llevaba a jugar con Sizhui y alguna vez que otra vez podías verlo en una conferencia escondiéndose tras las faldas de su padre.

Cuando Jingyi tenía seis años, Jiang Cheng apareció en la vida de Lan Xichen, y el niño realmente temió sentirse ignorado, temió pasar por aquello por lo que había pasado a los dos años.

El realmente no conocía a Jiang Cheng, pero veía la cara que todos ponían cuando le nombraban, temor, aparte que sabía del sobrino de este, de la secta Jin, apenas cuatro años y muy, muy caprichoso.

Pero el día que se encontraron Jiang Cheng realmente le sorprendió, lo trató como uno más, como si realmente lo conociera de siempre, nunca hizo distinciones entre su propia sangre, Jin Ling, y él, siempre los trató por igual, fue Jiang Cheng en que le enseñó a nadar, con Jiang Cheng hizo su primer plato de sopa de raíz de loto, Jiang Cheng había sido el primero en oírle tocar Inquiry.

No los unía la sangre, pero eran familia.

Y por el lado contrario, sin dudarlo, Jin Ling era para Xichen, lo que Jingyi para Jiang Cheng.

Aún recuerda cuando durante una conferencia en Yummeng, Jiang Cheng no dudo en amenazar con romper las piernas de cualquiera que se atreviera a humillar a sus niños.

Por lo que Jiang Cheng solo temía morir de un infarto por culpa de alguna de las travesuras, temeridades, entre otras cosas de Jingyi.

Curiosamente Wei Wuxian estaba involucrado en la mayoría de estas.

Amaba su familia.

Eran una familia... Peculiar.

Ni siquiera complicada.

Por que en navidad todas las hachas de guerra que habían sido plantadas, desaparecían completamente sin dar lugar siquiera a resentimientos.

Por que daba igual cuán rojo estuviera Lan Qiren, este siempre aguantaba sus ganas de reprender a un alborotado y alcohólico Wei Wuxian durante las cenas de navidad.

Había traído la felicidad a su mejor discípulo y sobrino, si es que había que quererlo.

Porque Lan Wangji distaba mucho de ser aquel joven que fue durante aquellos trece años, las esquinas ya no esperaban recibir sus lágrimas, a cambio su sonrisa inundaba el lugar cada vez que observaba a Wei Wuxian.

Porque  Lan Jingyi paraba momentáneamente su actitud temeraria, para acurrucarse risueñamente entre sus padres, durante la cena de navidad.

Jin Ling había dejado de ser el niño caprichoso a ser un respetado líder adolescente, que en navidad dejaba a un lado su falsa superioridad y simplemente recostaba su cabeza sobre el hombro de Sizhui mientras este último los deleitaba a todos con su Guqin.

La felicidad abundaba y ya no existían hermanos jurados, sectas Wen, ni Patriarcas Yiling.

Si Xichen alguna vez creyó estar realmente vivo se equivocaba pues la primera vez que pudo respirar, dedicarse simplemente a existir y disfrutar, fue cuando vio esa peculiar estampa familiar, con Jiang Cheng a su lado.

¿Saben que había también en navidad aparte de felicidad? Tela, muchas capas de tela, por
lo que Lan Xichen podía marcar a Jiang cheng cuanto quisiera sin después ser reprendido por Zidian.

Le gustaba Jiang Cheng

Le gustaba verlo compartiendo con todos y acariciando a Zidian cada vez que su cuñado decía algo indebido.

Le gustaba como miraba a Jingyi y acariciaba la cabeza de este, con el cariño propio de una madre.

Le gustaba saber que rondaría por su secta, como si fuera la suya propia, lo que provocaba que Xichen quitara su sonrisa de cortesía para dar paso a una de verdad.

Le gustaba su ceño fruncido cuando un copo caía sobre su rostro pero más le gustaba saber que en tiempos actuales inundaban más las sonrisas que los ceños fruncidos.

Le gustaba el suave olor a lotos a su alrededor.

Le gustaba que todos los años sin falta, le obsequiara un regalo ignorando el hecho de que para Xichen realmente no hacían falta.

Le gustaba A-cheng iluminándolo todo creyendo que lo apaga, A-cheng tomando su cabello inconscientemente mientras habla, o A-cheng dejando escapar una sonrisa al aire, o este mismo aruñando su espalda con ojos bañados de lujuria.

Porque su A-cheng hacía eso, todos los años le entregaba un regalo, con una ceja alzada esperando la reacción del contrario, pero este solo respondía como siempre, con emoción y más tarde devoción materializada en la cama.

Respondía como siempre por que la persona que entregaba las cosas era siempre la misma, y esperaba que lo siguiera siendo por mucho tiempo

Xichen realmente amaba a Jiang Cheng ...

Quiero decir, la navidad.

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