Tres

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Capítulo tres.

Desde hace dos horas me encontraba buscando ropa para la joda que nos habían invitado aunque comenzaba a verlo como un caso perdido.

Inseguridad. 

Esa es la palabra que describía el momento. 

Mirarme al espejo me producía inseguridad, ponerme la ropa que antes me gustaba ahora me causa inseguridad. 

La persona que hoy era no me gustaba. 

Por ello, me senté en la cama y comencé a llorar, por lo difícil que era ver las cosas desde otra perspectiva y querer sentirme aunque sea un poco querida, destacar lo bueno que tenía como algunos decían, sentirme cómoda con lo que soy pero no. 

No podía. 

Veía hermosas personas todos los días, sin ir más lejos, Mara. Ella siempre yendo contra el mundo y tratando de ser lo que quiera ser, sin importar lo que los demás piensen, ni lo que digan, con un autoestima alto, consiguiendo lo que quería y a quién quería. Sinceramente no le importaba el resto, solo ella y eso esta bueno, quererse esta bueno.

Sabía perfectamente que compararse estaba mal, pero el solo pensar que nunca voy a llegar a ser como mi amiga, hacia que me sintiera menos sabiendo que a mi me faltaba para estar a su nivel. Mara logró que todos la amen, la respeten y la valoren. Son ese tipo de cosas que yo nunca voy a lograr, ni siquiera con mi mejor amigo.

Sentirse incompleto con uno mismo no se lo deseaba a nadie.

—Nani, ¿Estás llorando?—se escucho una voz aguda por toda la habitación y mi hermanito se acercó hacia mi.

Trataba de no llorar más para no preocuparlo por eso trate de calmarme, pero fue imposible.

—Le voy a decir a papá que estas llorando—prosiguió, logrando que mi llanto se intensificara—, ¡Mentira! Perdón Nani, no le digo a papi, perdón, no llores más—suplicó, con su voz casi llorando.

—Estoy bien, Giu—me sequé mis mejillas mojadas con mi mano—me duele un poco la cabeza, por eso lloro, ¿Si? No le digas a papá y vos tampoco te preocupes—expliqué al enanito de cinco años que mi miraba con ojitos preocupados.

—Uff menos mal—suspiró más tranquilo—no quería darte mi helado para que te sintieras mejor.

—Entonces voy a volver a llorar—dije y me tape la cara con las manos e intente un llanto falso.

—¡No Nani! De nuevo no, por favor—habló desesperado—¡Hago lo que quieras pero no llores!.

Calme mi actuación para abrir un poco mis dedos y mirarlo con un ojo:—Si me das un beso y un abrazo, no lloro más.

—Esta bien, pero uno solo porque se gastan y les tengo que guardar a mis amigas del jardín cuando se sientan mal.

Cuando se acerco a mi, lo abracé fuerte y lo llene de besos, aunque él quería que parara, yo seguí porque tenía unos cachetes hermosos que me volvían loca. Sin embargo, el momento finalizó al ver a mi papá asomarse por la puerta y Giu aprovecho esa distracción para escaparse de mis brazos.

—Hija, Mara te esta esperando abajo—avisó.

—Decile que suba, yo voy al baño—concluí.

Salimos todos por la puerta y yo me desvíe hacia la izquierda para dirigirme hacia el lugar mencionado anteriormente.

—Pa, estaba llorando triste, Nani—susurró mi hermanito, pero logré escucharlo antes de pasar por la puerta.

Me reí debido a que el enano maldito no podía guardarse nada.

Aceptación [Wos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora